miércoles, 14 de abril de 2021

Bachillerato Historia de España: Tema 12. La Guerra Civil.

 Bachillerato Historia de España: Tema 12. La Guerra Civil.

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TEMA 12. LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

La guerra civil de 1936-39 fue el acontecimiento más traumático de todo el siglo XX español.

Sus causas profundas hay que buscarlas en el progresivo abismo que en los años anteriores se fue abriendo entre “las dos Españas”, la aparición en Europa de dos modelos de sistemas políticos dictatoriales (el fascista italiano o el nazi alemán para la derecha; el modelo soviético para un sector de la izquierda), la crítica situación económica y social derivada del crack de 1929, el rápido deterioro del orden público y, en definitiva, el fracaso del proyecto de la II República de vertebrar un régimen político basado en la democracia.

La causa inmediata fue la conspiración propiciada por los partidos de derecha y un amplio sector del ejército tras el resultado adverso de las elecciones de febrero de 1936, cuya finalidad era dar un golpe de estado que les transfiriese el poder. El asesinato de una figura política tan conocida como era la del líder derechista Calvo Sotelo el 13 de julio de 1936, con la consiguiente conmoción en la opinión pública, precipitó unos acontecimientos que venían preparándose desde meses atrás. El golpe militar triunfó sólo en una parte del país, por lo que éste se dividió en dos bandos irreconciliables que se enfrentaron en el campo de batalla durante casi tres años. El acierto en la estrategia del bando nacional, su unidad en torno al ejército y a la figura del general Franco, y la ayuda efectiva que recibió de las potencias fascistas (Italia y Alemania), son factores decisivos para comprender el triunfo final sobre su oponente, el bando republicano, el cual se caracterizó por la inexperiencia bélica, el desorden interno y la falta de unidad.

Las consecuencias de la guerra fueron catastróficas: un gran número de víctimas, el exilio de muchos miles de republicanos, el hambre causada por la destrucción y la implantación de un régimen dictatorial que duró 36 años (1939-1975).

1.1. LA SUBLEVACIÓN MILITAR Y EL DESARROLLO DE LA CONTIENDA

Los inicios de la guerra

El Alzamiento Nacional (según la denominación franquista) o Sublevación Militar (denominación republicana) se inició en el protectorado de Marruecos el 17 de julio de 1936, extendiéndose a las guarniciones militares de la Península en los días siguientes. Se trataba de un golpe de estado al estilo decimonónico, encabezado por un amplio sector del Ejército y con la colaboración de los partidos políticos de derechas (Falange, Requetés, CEDA). Su objetivo era derribar por la fuerza al gobierno del Frente Popular  y hacerse con un poder que tenían los partidos de izquierda y centro-izquierda desde su victoria en las elecciones de febrero. Sin embargo en los primeros momentos los rebeldes sólo consiguieron dominar una parte del país, concretamente las zonas agrarias donde tradicionalmente predominaba la derecha: Álava,  Aragón, Castilla y León, Galicia, Baleares (menos Menorca), Navarra (región de fuerte implantación carlista), norte de Extremadura, Canarias y el protectorado marroquí. Más extraño fue su éxito en Sevilla (y, poco después, en el resto de Andalucía occidental), una zona tradicionalmente izquierdista, lo que se debió a la estrategia empleada por el general golpista Queipo de Llano, que sorprendió a sus oponentes. También triunfó en ciudades al principio aisladas del resto de la zona nacional, como Zaragoza, Granada y Oviedo.

El fracaso del golpe en el resto del país se debió a dos circunstancias: la resistencia popular organizada con extraordinaria rapidez por los partidos políticos de izquierdas y por los sindicatos, los cuales reclutaron milicias armadas de voluntarios que derrotaron a los militares sublevados; y la actitud de otro sector del Ejército, que se mantuvo fiel a la legalidad republicana. Es importante tener presente que, al menos al principio, la mayor parte de la Marina y de la Aviación estuvieron en el bando de la República. La posición de las fuerzas de seguridad (Guardia Civil y Guardia de Asalto) no fue homogénea en todo el país, de manera que sus miembros se repartieron entre los dos bandos de acuerdo con su ideología o simplemente por residir en la zona que les había tocado en suerte.

Se puede concluir que la situación de partida era ligeramente favorable a la España republicana (“roja” en la denominación franquista), pues estaban bajo su control las ciudades más importantes desde el punto de vista económico y demográfico (Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, Málaga), así como todas las regiones mediterráneas y la mayor parte de la cornisa cantábrica. Las principales industrias quedaban, por tanto, bajo su dominio. En total catorce millones de personas había en la zona republicana y once en la nacional. Pero distintas circunstancias hicieron que esta ventaja inicial no fuera aprovechada por la República.

Fue muy negativa para su causa la división interna de las fuerzas republicanas, que tenían objetivos diferentes. También hay que tener en cuenta la lentitud de reacción del Gobierno en los primeros momentos, que no quiso atender la petición de armas por parte de los comités obreros, creados por los sindicatos y partidos de izquierda para parar a los sublevados y sí, en cambio, pretendió minimizar la abierta rebelión de parte del Ejército y de la población civil de derechas. Por el contrario, el otro bando sí que se movió con rapidez y astucia, llevando siempre la iniciativa, enviando mediante aviones soldados y material desde el Marruecos español y enlazando las zonas que controlaba (Sevilla con Granada, el Ejército del Sur con el del Norte a través de Badajoz). Hay que tener presente que los militares del experimentado Ejército “africanista” estuvieron en su mayor parte en el “bando nacional” (“faccioso” lo calificaban los republicanos).

Al advertir que su alzamiento había desembocado en una guerra, los nacionales necesitaron buscar una justificación para su acción, pues eran ellos los que se habían sublevado contra un gobierno legítimamente constituido por la voluntad popular, y la encontraron en la feroz persecución de la religión católica en la zona republicana (unos 7.000 eclesiásticos asesinados a lo largo de la contienda por los incontrolables comités obreros, según los datos del historiador García de Cortázar). La guerra se convertía en “cruzada contra los enemigos de Dios” (sería así denominada por la Carta colectiva de los obispos españoles, del 1 de julio de 1937, en la que tomaban clara postura a favor del bando nacional). La cuestión religiosa se convertía una vez más en motivo para el enfrentamiento entre españoles.

Tras la confusión de las primeras semanas, durante las cuales cometió graves errores estratégicos, el bando republicano poco a poco se fue organizando. Se formó un gobierno presidido por el socialista Largo Caballero (más tarde sustituido por el también socialista Negrín) con la participación de todos los partidos y sindicatos del Frente Popular (incluidos los anarquistas), que intentó acabar con el desorden interno a través de la creación de un único Ejército Popular de la República, cuyo fin era aunar y coordinar los esfuerzos bélicos que hasta entonces había llevado a cabo por su cuenta cada partido político o sindicato. La desesperada defensa de Madrid contra el ataque de los nacionales fue un éxito de este nuevo ejército. A partir de ese momento, los frentes se estabilizaron.

1.2. Internacionalización de la guerra

La Guerra Civil tuvo un enorme impacto en la opinión pública de todo el mundo. La prensa internacional se hizo eco de los sucesos españoles, prestándoles una gran atención. Muchos intelectuales y artistas mostraron su solidaridad hacia el bando de sus preferencias políticas (la mayoría a favor del republicano).

Tras el fracaso de los nacionales en su afán por conquistar la capital madrileña, se hizo evidente para todos que la guerra sería larga. Ambos contendientes tuvieron que recurrir al extranjero para proveerse de armamento y víveres. Las potencias democráticas, en especial Francia e Inglaterra, auspiciaron desde el principio la política de “no intervención” en el conflicto, argumentando que era una cuestión exclusivamente española. En esa iniciativa tuvo mucho que ver el temor que sentían hacia Hitler, el cual no ocultaba sus simpatías hacia el bando franquista. Como resultado, en Londres se constituyó formalmente un “Comité de no intervención”, para vigilar el cumplimiento del pacto suscrito por la mayoría de los países, por el que se comprometían a no enviar soldados ni armamento a ninguno de los dos bandos.

Sin embargo, en la práctica sí hubo una activísima participación extranjera. El bando nacional obtuvo tropas y material bélico de Alemania e Italia (país que envió entre 70.000 y 100.000 soldados). Además pudo contar con unos 100.000 marroquíes y con el apoyo de Portugal, país que entonces estaba sometido a la dictadura derechista de Oliveira Salazar. Por su parte, el bando republicano consiguió armamento e instructores militares de la Unión Soviética, a lo que hay que sumar la participación de las Brigadas Internacionales, tropas formadas por voluntarios de ideología izquierdista y procedentes de distintas procedencias geográficas, que vinieron a “combatir al fascismo” (entre 40.000 y 60.000 soldados en total). La intervención extranjera fue fundamental para comprender la larga duración del conflicto español.

1.3. Fases de la guerra

Vamos a sintetizar los principales acontecimientos ocurridos en cada año de guerra.

Año 1936: Tras enlazar los territorios donde habían triunfado (creando así una “zona nacional” en la parte oeste del país), el primer objetivo de los rebeldes fue ocupar Madrid. Hacia esa ciudad confluyeron dos ejércitos “nacionales”, uno desde el Norte (dirigido por el general Mola) y otro desde el Sur (al mando de Franco), que en buena parte se nutría de las tropas marroquíes que cruzaron el estrecho de Gibraltar gracias a los aviones enviados por Mussolini. En noviembre de 1936 tiene lugar el primer asalto contra la capital, pero fracasa por la resistencia popular y la participación activa de las Brigadas Internacionales. De haberse producido la toma de Madrid, probablemente hubiera significado el final de la guerra. Por otro lado las tropas enviadas desde la republicana Cataluña hacia el frente de Aragón también fracasaron en su empeño de apoderarse de Zaragoza, debido a su desorganización e inexperiencia militar.

Año 1937: Victorias nacionales en el Norte, con la conquista de Asturias, Cantabria y País Vasco (todo el Cantábrico cae en su poder); y también en el Sur (conquista de Málaga). Tuvo especial repercusión el bombardeo de la localidad vizcaína de Guernica por parte de la aviación alemana de la Legión Cóndor (Guernica tenía un gran simbolismo para los nacionalistas vascos), pues se trataba de la primera vez en toda la Historia que era atacada la población civil mediante la aviación, suceso que poco después se repetiría numerosas veces durante la II Guerra Mundial. En cambio fracasó la tentativa de los nacionales de aislar Madrid por el este (batallas del Jarama y de Guadalajara). Las ofensivas republicanas (batallas de Brunete y Belchite) tampoco prosperaron. Teruel momentáneamente fue ocupada por los republicanos, pero un mes después sería recuperada por los nacionales.

Año 1938: Ofensiva nacional hacia el Mediterráneo, lo que les permite ocupar Vinaroz (Castellón). De esta forma consiguen dividir el territorio republicano aislando a Cataluña del resto. En verano tiene lugar la batalla más sangrienta y larga (cuatro meses de duración), la del Ebro, iniciada por sorpresa por el Ejército Popular Republicano dirigido por el general Rojo. Fue prácticamente la única ocasión en la que los republicanos llevaron la iniciativa de los combates. Pero tras la sorpresa inicial, el envío de refuerzos por parte de los nacionales decantó la victoria hacia este bando. El resultado de esta batalla sería decisivo para el desenlace final de la guerra.

Año 1939: Las tropas nacionales ocupan en enero Cataluña (provocando un éxodo de decenas de miles de exiliados hacia Francia). Ya sólo quedaban en poder de la República Madrid, la Meseta Sur y el Levante. En esas dramáticas circunstancias se formó en Madrid una Junta de Defensa (dirigida por el coronel Casado) cuya única finalidad era negociar con Franco las condiciones de la rendición, a la que sólo se opusieron activamente los comunistas. La respuesta del “Caudillo” ante la propuesta de negociación fue la negativa. La división interna del bando republicano entre partidarios y contrarios a continuar la lucha por parte de los desmoralizados soldados republicanos permitió a las tropas nacionales ocupar sin apenas resistencia las últimas ciudades en poder de la República (Madrid el día 28 de marzo; Valencia, Alicante y Cartagena el 31). El 1 de abril Franco firmaba su último parte de guerra.

1.4. Consecuencias

La Guerra Civil tuvo un impacto enorme no sólo en España sino a nivel internacional. El balance se puede resumir en:

§  Fue prácticamente un ensayo de la Segunda Guerra Mundial, que se iniciaría cinco meses después (septiembre de 1939), pues las fuerzas políticas enfrentadas coinciden en ambas contiendas. También se ensayaron en España armas y tácticas que más tarde emplearon las potencias mundiales.

§  Hubo un enorme interés a escala mundial hacia el conflicto español, como demuestra la prensa, el cine y la abundantísima literatura escrita sobre el tema.

§  La guerra, desde el punto de vista económico, fue un desastre del que el país tardaría décadas en salir. Hasta bien entrados los años cincuenta no se recuperaron los índices de producción anteriores a 1936. Aunque es imposible cuantificar con exactitud los daños ocasionados, se calcula en 500.000 viviendas destruidas, infraestructuras de comunicaciones inservibles, la mitad del material ferroviario destrozado, reducción de más del 40 % de la cabaña ganadera, enormes pérdidas en el patrimonio cultural y artístico, salida de España de la casi totalidad de las reservas de oro del Banco de España  (el famoso “oro de Moscú”).

§  El número de víctimas ha sido muy discutido por los historiadores. En cualquier caso fue muy cuantioso, probablemente una cifra cercana a los 500.000 muertos (desde luego no “un millón de muertos”, como tradicionalmente se ha señalado). Muchas de las víctimas no eran combatientes, sino población civil que sufrió los bombardeos de pueblos y ciudades así como la represión a causa de sus ideas políticas. A los muertos hay que sumar los exiliados (más de 400.000, la mayoría de ellos acabaría instalándose en Iberoamérica). Muchos intelectuales y científicos eligieron el camino del exilio, empobreciéndose así la vida cultural del país.

§ Instalación de un régimen dictatorial de carácter ultraconservador, que duraría hasta la muerte de Franco. Muchos miles de militantes republicanos sufrieron la cárcel e incluso durante los primeros años de posguerra bastantes de ellos fueron ejecutados.

1. ¿Por qué Francia e Inglaterra firmaron el pacto de No Intervención?

2. ¿Por qué se convirtió la guerra civil española en una guerra larga?


LA REVOLUCIÓN EN LA ZONA REPUBLICANA Y CONTRARREVOLUCIÓN EN LA NACIONALISTA

1.1. El bando republicano

Una de las cuestiones clave para comprender la evolución y desenlace de la guerra estuvo en la unificación del mando en el bando nacional y la división del republicano. En este último no hubo en ningún momento una figura indiscutible, ni política ni militar. Azaña, el presidente de la República hasta que dimitió casi al final de la guerra, el 28 de febrero de 1939, tenía un poder más simbólico que real. La división de los republicanos fue en los primeros meses de guerra entre partidarios y contrarios de llevar a cabo una revolución proletaria. Los partidarios eran los anarquistas de la CNT y la FAI y el POUM (partido trotskista). Los que querían dirigir los esfuerzos sólo en ganar la guerra y olvidarse de momento de la revolución eran los socialistas y los comunistas. Los nacionalistas vascos y catalanes y los partidos republicanos de centro e izquierda no querían realizar ninguna revolución, sino simplemente defender el sistema democrático de la II República, que les garantizaba su estatuto de autonomía, frente a la amenaza de una dictadura totalitaria y centralista. Las diferencias entre los tres sectores del bando republicano eran tales que en mayo de 1937 llegó a producirse un enfrentamiento armado entre ellos y que tuvo como escenario la ciudad de Barcelona. El resultado de ese conato de “guerra civil” dentro del bando republicano fue la práctica eliminación de los trotskistas y la pérdida de influencia de los anarquistas. Ya cuando el resultado de la guerra era más que previsible (en los primeros meses de 1939), se estableció una nueva división en la España republicana, esta vez entre los que querían resistir porque esperaban que pronto empezaría la segunda guerra mundial, lo que hubiese significado una esperanza para su causa (ésa era la idea del presidente del gobierno, el socialista Negrín, y de los comunistas), y los que, aceptando la derrota, pretendían negociar con Franco una paz que acabase con los sufrimientos de la población (el resto del bando republicano). Ya sabemos que Franco se negó a negociar con sus adversarios las condiciones de la rendición, y esperó pacientemente a que los republicanos se enfrentaran entre ellos. La desmoralización por las derrotas y por el hambre contribuyó a precipitar el final de la guerra.

Hay que destacar el fenómeno de la creciente influencia del Partido Comunista, que al principio era un partido muy minoritario, pero su buena organización y sentido de la disciplina, junto a la ayuda soviética, le dieron un gran prestigio que se tradujo en un crecimiento espectacular en el número de sus afiliados. De hecho, algunos de los militares republicanos más destacados eran miembros del Partido. Sus principales dirigentes fueron José Díaz y Dolores Ibárruri “la Pasionaria”. Lo contrario cabe decir del PSOE, profundamente dividido entre el sector moderado de Indalecio Prieto y Julián Besteiro y el más radical de Largo Caballero. En las organizaciones anarquistas (CNT y FAI) se observa una evolución similar, caracterizada por la progresiva decadencia. Hasta su muerte en el frente de Madrid, el líder anarquista más prestigioso fue Buenaventura Durruti. Es importante reseñar que en algunas zonas de la zona republicana (comarcas de Cataluña, Aragón,  La Mancha, Valencia, Andalucía) se intentaron llevar a cabo varias experiencias colectivistas inspiradas en el anarquismo. Éstas consistieron en que unos “comités obreros” tomaron la propiedad de las tierras y fábricas, de manera que la organización del trabajo corría a cargo de los propios trabajadores y campesinos. En general estas experiencias tuvieron muy poco éxito. En cuanto a los partidos republicanos centristas, su influencia en la vida política fue mínima durante toda la contienda, quedando sobrepasados por los acontecimientos. Su líder indiscutible fue el presidente Azaña, del que ya se ha indicado que su poder durante la guerra fue más simbólico que efectivo.

1.2. El bando nacional

Contrariamente a lo que sucedió con sus enemigos, el bando nacional concentró todo el poder en la figura de Francisco Franco, un general que había hecho su meteórica carrera en la guerra de Marruecos con una brillante hoja de servicios. En su ascenso para convertirse en líder indiscutible contribuyó la muerte en accidente de aviación del general Sanjurjo en los primeros días de la guerra. El 1 de octubre de 1936 Franco asumió tanto el mando militar (“Generalísimo de todos los ejércitos”) como el político (“Jefe del Estado Nacional”), tras una reunión celebrada en Salamanca en la que participaron los principales generales del bando nacional. Una vez reconocida su jefatura, Franco implantó una dictadura en las zonas que controlaba que se extendería a todo el país cuando terminó la guerra. Los grupos políticos que le apoyaron fueron los requetés (antiguos carlistas), los falangistas, los de la CEDA y otros grupos derechistas más pequeños. Todos ellos quedaron unificados en 1937 bajo la jefatura de Franco en un partido único denominado Falange Española Tradicionalista de las JONS, siguiendo los modelos fascistas. Los demás partidos políticos fueron ilegalizados, siendo sus miembros encarcelados (y muchos de ellos ejecutados). Franco, tras la conquista del País Vasco y Cataluña, derogó sus respectivos estatutos de autonomía. Otros cambios legislativos de carácter contrarrevolucionario que se llevaron a cabo en la zona nacional fueron la depuración de los funcionarios simpatizantes de la República, la devolución de las tierras expropiadas a los propietarios afectados por la Reforma Agraria y la reorganización de la enseñanza en un sentido ultraconservador. 

3. ¿Por qué se produjo la división del bando republicano?

Seguramente el aspecto más terrible de toda la guerra fue la feroz represión que se produjo en la retaguardia de las dos zonas, sobre todo en los primeros meses. Las matanzas de Sevilla, Badajoz, Granada y Zaragoza, en zona nacional, y las de Barcelona, Guadalajara y Paracuellos del Jarama (Madrid), en territorio controlado por los republicanos, se significaron como las acciones más bárbaras. En ellas fueron asesinados miles de personas, la mayoría de las veces sin juicio previo, cuyo delito era simplemente tener unas ideas políticas contrarias a las de sus asesinos. Estos crímenes se cometieron en su mayoría durante las primeras semanas de guerra. Con el tiempo las autoridades conseguirían frenar estos excesos. No obstante, acabada la guerra, continuaría la represión política durante varios años.

 

CONCEPTOS Y CRONOLOGÍA TEMA 12

1.     Brigadas Internacionales: unidades militares compuestas por voluntarios extranjeros de 54 países que participaron en la Guerra Civil Española junto al ejército democrático de la II República, enfrentándose a los sublevados o bando nacional dirigido por Francisco Franco.

2.     Junta de Defensa de Madrid: organismo creado el 6 de noviembre de 1936 por el gobierno de la República presidido por el socialista Francisco Largo Caballero. Estuvo encargado de la defensa “a toda costa” de la ciudad de Madrid ante la posibilidad de que ésta cayera en manos franquistas durante la Guerra Civil.  Su constitución y presidencia le fueron conferidas al general Miaja.

3.     Guerra Civil. Se denomina guerra civil a cualquier confrontación bélica cuyos participantes no son en su mayoría fuerzas militares regulares, sino que están formadas u organizadas por personas, generalmente, de la población civil.

4.     Caudillo. Dirigente político y militar. El nombre surge en el siglo XIX en América del Sur, para denominar a los dirigentes que surgieron después del movimiento independentista. En España es uno de los títulos o apelativos que tuvo Franco durante todo su mandato.

5.     Legión. Cuerpo de voluntarios extranjeros fundado en 1920 por el coronel Millán Astray, con el nombre de Tercio de extranjeros, para luchar en la guerra de Marruecos. Con posterioridad permitió la incorporación de soldados del ejército regular. Fue utilizada para reprimir la revolución de 1934 en Asturias, y en la Guerra Civil formó parte de las tropas del bando sublevado.

6.     Requetés. Cuerpos paramilitares carlistas creados en 1911. Durante la Guerra Civil designaba a los voluntarios carlistas, que acabaron en su mayoría integrándose en las Brigadas Navarras.

7.     Sacas y paseos: se denominó asía al asesinato de personas consideradas enemigos políticos. Las víctimas eran detenidas en la calle o en sus casas y encerradas en cárceles al margen de la legalidad, donde permanecían hasta la saca o paseo. Se les conducía de noche hasta las afueras de las ciudades o de los pueblos y se les ejecutaba. A menudo se les enterraba en grandes fosas comunes.

Cronología:

Se inicia la sublevación militar en Melilla, Ceuta y Tetuán (1936)

Batalla de Madrid (1936)

Bombardeo de Guernica (1937)

La república pierde todo el norte de España (1937)

Los republicanos conquistan Teruel (1938)

Batalla del Ebro (1938)

Las tropas de Franco entran en Barcelona (1939)

Franco anuncia el fin de la guerra (1939)

EJERCICIO: COMENTARIOS DE TEXTO

Texto 25. DISCURSO DE MANUEL AZAÑA. 18 DE JULIO DE 1938.

Es la conmoción profunda en la moral de un país, que nadie puede constreñir y que nadie puede encauzar. Después de un terremoto, es difícil reconocer el perfil del terreno. Imaginad una montaña volcánica, pero apagada, en cuyos flancos viven durante generaciones muchas familias pacíficas. Un día, la montaña entra de pronto en erupción, causa estragos, y cuando la erupción cesa y se disipan las humaredas, los habitantes supervivientes miran a la montaña y ya no les parece la misma (…). Es la misma montaña, pero de otra manera, y la misma materia en fusión que expele el cráter, cuando cae en tierra y se solidifica, forma parte del perfil del terreno y hay que contar con ella para las edificaciones del día de mañana.

Este fenómeno profundo, que se da en todas las guerras, me impide a mí hablar del porvenir de España en el orden político y en el orden moral, porque es un profundo misterio, en este país de las sorpresas y de las reacciones inesperadas, lo que podrá resultar el día en que los españoles, en paz, se pongan a considerar lo que han hecho durante la guerra. Yo creo que si de esta acumulación de males ha de salir el mayor bien posible, será con este espíritu, y desventurado el que no lo entienda así. (…) Pero es obligación moral, sobre todo de los que padecen la guerra, cuando se acabe como nosotros queremos que se acabe, sacar de la lección y de la musa del escarmiento el mayor bien posible, y cuando la antorcha pase a otras manos, a otros hombres, a otras generaciones, que se acordarán, si alguna vez sienten que les hierve la sangre iracunda y otra vez el genio español vuelve a enfurecerse con la intolerancia y con el odio y con el apetito de destrucción, que piensen en los muertos y escuchen su lección: la de esos hombres, que han caído embravecidos en la batalla luchando magnánimamente por un ideal grandioso y que ahora, abrigados en la tierra materna, ya no tienen odio, ya no tienen rencor y nos envían, con los destellos de su luz, tranquila y remota como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna que dice a todos sus hijos: “Paz, Piedad y Perdón”

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