Bachillerato Historia de España: Tema 12. La Guerra Civil.
TEMA 12. LA
GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
La guerra civil de 1936-39 fue el acontecimiento más
traumático de todo el siglo XX español.
Sus causas profundas hay que buscarlas
en el progresivo abismo que en los años anteriores se fue abriendo entre “las
dos Españas”, la aparición en Europa de dos modelos de sistemas políticos
dictatoriales (el fascista italiano o el nazi alemán para la derecha; el modelo
soviético para un sector de la izquierda), la crítica situación económica y
social derivada del crack de 1929, el rápido deterioro del orden público y, en
definitiva, el fracaso del proyecto de la II República de vertebrar un régimen
político basado en la democracia.
La causa inmediata fue la conspiración
propiciada por los partidos de derecha y un amplio sector del ejército tras el
resultado adverso de las elecciones de febrero de 1936, cuya finalidad era dar
un golpe de estado que les transfiriese el poder. El asesinato de una figura
política tan conocida como era la del líder derechista Calvo Sotelo el 13 de
julio de 1936, con la consiguiente conmoción en la opinión pública, precipitó
unos acontecimientos que venían preparándose desde meses atrás. El golpe militar
triunfó sólo en una parte del país, por lo que éste se dividió en dos bandos
irreconciliables que se enfrentaron en el campo de batalla durante casi tres
años. El acierto en la estrategia del bando nacional, su unidad en torno al
ejército y a la figura del general Franco, y la ayuda efectiva que recibió de
las potencias fascistas (Italia y Alemania), son factores decisivos para
comprender el triunfo final sobre su oponente, el bando republicano, el cual se
caracterizó por la inexperiencia bélica, el desorden interno y la falta de
unidad.
Las consecuencias de la guerra fueron
catastróficas: un gran número de víctimas, el exilio de muchos miles de
republicanos, el hambre causada por la destrucción y la implantación de un
régimen dictatorial que duró 36 años (1939-1975).
1.1. LA SUBLEVACIÓN MILITAR Y EL
DESARROLLO DE LA CONTIENDA
Los inicios de la guerra
El Alzamiento
Nacional (según la denominación franquista) o Sublevación Militar
(denominación republicana) se inició en el protectorado de Marruecos el 17 de
julio de 1936, extendiéndose a las guarniciones militares de la Península en
los días siguientes. Se trataba de un golpe de estado al estilo decimonónico,
encabezado por un amplio sector del Ejército y con la colaboración de los
partidos políticos de derechas (Falange, Requetés, CEDA). Su objetivo era
derribar por la fuerza al gobierno del Frente Popular y hacerse con un poder que tenían los partidos
de izquierda y centro-izquierda desde su victoria en las elecciones de febrero.
Sin embargo en los primeros momentos los rebeldes sólo consiguieron dominar una
parte del país, concretamente las zonas agrarias donde tradicionalmente
predominaba la derecha: Álava, Aragón,
Castilla y León, Galicia, Baleares (menos Menorca), Navarra (región de fuerte
implantación carlista), norte de Extremadura, Canarias y el protectorado
marroquí. Más extraño fue su éxito en Sevilla (y, poco después, en el resto de
Andalucía occidental), una zona tradicionalmente izquierdista, lo que se debió
a la estrategia empleada por el general golpista Queipo de Llano, que
sorprendió a sus oponentes. También triunfó en ciudades al principio aisladas
del resto de la zona nacional, como Zaragoza, Granada y Oviedo.
El fracaso
del golpe en el resto del país se debió a dos circunstancias: la
resistencia popular organizada con extraordinaria rapidez por los partidos
políticos de izquierdas y por los sindicatos, los cuales reclutaron milicias
armadas de voluntarios que derrotaron a los militares sublevados; y la actitud
de otro sector del Ejército, que se mantuvo fiel a la legalidad republicana. Es
importante tener presente que, al menos al principio, la mayor parte de la
Marina y de la Aviación estuvieron en el bando de la República. La posición de
las fuerzas de seguridad (Guardia Civil y Guardia de Asalto) no fue homogénea
en todo el país, de manera que sus miembros se repartieron entre los dos bandos
de acuerdo con su ideología o simplemente por residir en la zona que les había
tocado en suerte.
Se
puede concluir que la situación de partida era ligeramente favorable a la
España republicana (“roja” en la denominación franquista), pues estaban bajo su
control las ciudades más importantes desde el punto de vista económico y demográfico
(Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, Málaga), así como todas las regiones
mediterráneas y la mayor parte de la cornisa cantábrica. Las principales
industrias quedaban, por tanto, bajo su dominio. En total catorce millones de
personas había en la zona republicana y once en la nacional. Pero distintas
circunstancias hicieron que esta ventaja inicial no fuera aprovechada por la
República.
Fue
muy negativa para su causa la división interna de las fuerzas republicanas, que
tenían objetivos diferentes. También hay que tener en cuenta la lentitud de
reacción del Gobierno en los primeros momentos, que no quiso atender la
petición de armas por parte de los comités obreros, creados por los sindicatos
y partidos de izquierda para parar a los sublevados y sí, en cambio, pretendió
minimizar la abierta rebelión de parte del Ejército y de la población civil de
derechas. Por el contrario, el otro bando sí que se movió con rapidez y
astucia, llevando siempre la iniciativa, enviando mediante aviones soldados y material
desde el Marruecos español y enlazando las zonas que controlaba (Sevilla con
Granada, el Ejército del Sur con el del Norte a través de Badajoz). Hay que
tener presente que los militares del experimentado Ejército “africanista”
estuvieron en su mayor parte en el “bando nacional” (“faccioso” lo calificaban
los republicanos).
Al
advertir que su alzamiento había desembocado en una guerra, los nacionales
necesitaron buscar una justificación para su acción, pues eran ellos los que se
habían sublevado contra un gobierno legítimamente constituido por la voluntad
popular, y la encontraron en la feroz persecución de la religión católica en la
zona republicana (unos 7.000 eclesiásticos asesinados a lo largo de la
contienda por los incontrolables comités obreros, según los datos del
historiador García de Cortázar). La guerra se convertía en “cruzada
contra los enemigos de Dios” (sería así denominada por la Carta
colectiva de los obispos españoles, del 1 de julio de 1937, en la que tomaban
clara postura a favor del bando nacional). La cuestión religiosa se convertía
una vez más en motivo para el enfrentamiento entre españoles.
Tras
la confusión de las primeras semanas, durante las cuales cometió graves errores
estratégicos, el bando republicano poco a poco se fue organizando. Se formó un
gobierno presidido por el socialista Largo Caballero (más
tarde sustituido por el también socialista Negrín) con la
participación de todos los partidos y sindicatos del Frente Popular (incluidos los anarquistas), que intentó
acabar con el desorden interno a través de la creación de un único Ejército
Popular de la República, cuyo fin era aunar y coordinar los esfuerzos bélicos
que hasta entonces había llevado a cabo por su cuenta cada partido político o
sindicato. La desesperada defensa de Madrid contra el ataque de los nacionales
fue un éxito de este nuevo ejército. A partir de ese momento, los frentes se
estabilizaron.
1.2.
Internacionalización
de la guerra
La
Guerra Civil tuvo un enorme impacto en la opinión pública de todo el mundo. La
prensa internacional se hizo eco de los sucesos españoles, prestándoles una
gran atención. Muchos intelectuales y artistas mostraron su solidaridad hacia
el bando de sus preferencias políticas (la mayoría a favor del republicano).
Tras
el fracaso de los nacionales en su afán por conquistar la capital madrileña, se
hizo evidente para todos que la guerra sería larga. Ambos contendientes
tuvieron que recurrir al extranjero para proveerse de armamento y víveres. Las
potencias democráticas, en especial Francia e Inglaterra, auspiciaron
desde el principio la política de “no intervención” en el conflicto,
argumentando que era una cuestión exclusivamente española. En esa iniciativa
tuvo mucho que ver el temor que sentían hacia Hitler, el cual no ocultaba sus
simpatías hacia el bando franquista. Como resultado, en Londres se constituyó
formalmente un “Comité de no intervención”, para vigilar el cumplimiento del
pacto suscrito por la mayoría de los países, por el que se comprometían a no
enviar soldados ni armamento a ninguno de los dos bandos.
Sin
embargo, en la práctica sí hubo una activísima participación extranjera. El bando
nacional obtuvo tropas y material bélico de Alemania e Italia (país
que envió entre 70.000 y 100.000 soldados). Además pudo contar con unos 100.000
marroquíes
y con el apoyo de Portugal, país que entonces estaba sometido a la dictadura
derechista de Oliveira Salazar. Por su parte, el bando republicano
consiguió armamento e instructores militares de la Unión Soviética, a lo que
hay que sumar la participación de las Brigadas Internacionales, tropas
formadas por voluntarios de ideología izquierdista y procedentes de distintas
procedencias geográficas, que vinieron a “combatir al fascismo” (entre 40.000 y
60.000 soldados en total). La intervención extranjera fue fundamental para
comprender la larga duración del conflicto español.
1.3.
Fases de
la guerra
Vamos
a sintetizar los principales acontecimientos ocurridos en cada año de guerra.
Año
1936: Tras enlazar los territorios donde habían triunfado (creando así una
“zona nacional” en la parte oeste del país), el primer objetivo de los rebeldes
fue ocupar Madrid. Hacia esa ciudad confluyeron dos ejércitos “nacionales”, uno
desde el Norte (dirigido por el general Mola) y otro desde el Sur (al mando de
Franco), que en buena parte se nutría de las tropas marroquíes que cruzaron el
estrecho de Gibraltar gracias a los aviones enviados por Mussolini. En
noviembre de 1936 tiene lugar el primer asalto contra la capital, pero fracasa
por la resistencia popular y la participación activa de las Brigadas
Internacionales. De haberse producido la toma de Madrid, probablemente
hubiera significado el final de la guerra. Por otro lado las tropas enviadas
desde la republicana Cataluña hacia el frente de Aragón también fracasaron en
su empeño de apoderarse de Zaragoza, debido a su desorganización e
inexperiencia militar.
Año
1937: Victorias nacionales en el Norte, con la conquista de Asturias, Cantabria
y País
Vasco (todo el Cantábrico cae en su poder); y también en el Sur
(conquista de Málaga). Tuvo especial repercusión el bombardeo de la localidad
vizcaína de Guernica por parte de la aviación alemana de la Legión Cóndor
(Guernica tenía un gran simbolismo para los nacionalistas vascos), pues se
trataba de la primera vez en toda la Historia que era atacada la población
civil mediante la aviación, suceso que poco después se repetiría numerosas
veces durante la II Guerra Mundial. En cambio fracasó la tentativa de los
nacionales de aislar Madrid por el este (batallas del Jarama y de Guadalajara).
Las ofensivas republicanas (batallas de Brunete y Belchite)
tampoco prosperaron. Teruel momentáneamente fue ocupada
por los republicanos, pero un mes después sería recuperada por los nacionales.
Año
1938: Ofensiva nacional hacia el Mediterráneo, lo que les permite ocupar Vinaroz
(Castellón). De esta forma consiguen dividir el territorio republicano aislando
a Cataluña del resto. En verano tiene lugar la batalla más sangrienta y
larga (cuatro meses de duración), la del Ebro, iniciada por sorpresa por
el Ejército Popular Republicano dirigido por el general Rojo. Fue prácticamente
la única ocasión en la que los republicanos llevaron la iniciativa de los
combates. Pero tras la sorpresa inicial, el envío de refuerzos por parte de los
nacionales decantó la victoria hacia este bando. El resultado de esta batalla
sería decisivo para el desenlace final de la guerra.
Año
1939: Las tropas nacionales ocupan en enero Cataluña (provocando un
éxodo de decenas de miles de exiliados hacia Francia). Ya sólo quedaban en
poder de la República Madrid, la Meseta Sur y el Levante. En esas dramáticas
circunstancias se formó en Madrid una Junta de Defensa (dirigida por el
coronel Casado) cuya única finalidad era negociar con Franco las condiciones de
la rendición, a la que sólo se opusieron activamente los comunistas. La
respuesta del “Caudillo” ante la propuesta de negociación fue la negativa. La
división interna del bando republicano entre partidarios y contrarios a
continuar la lucha por parte de los desmoralizados soldados republicanos
permitió a las tropas nacionales ocupar sin apenas resistencia las últimas
ciudades en poder de la República (Madrid el día 28 de marzo; Valencia,
Alicante y Cartagena el 31). El 1 de abril Franco firmaba su último parte de
guerra.
1.4.
Consecuencias
La
Guerra Civil tuvo un impacto enorme no sólo en España sino a nivel
internacional. El balance se puede resumir en:
§ Fue
prácticamente un ensayo de la Segunda Guerra Mundial, que se iniciaría cinco
meses después (septiembre de 1939), pues las fuerzas políticas enfrentadas
coinciden en ambas contiendas. También se ensayaron en España armas
y tácticas que más tarde emplearon las potencias mundiales.
§ Hubo un
enorme interés a escala mundial hacia el conflicto español, como
demuestra la prensa, el cine y la abundantísima literatura escrita sobre el
tema.
§ La
guerra, desde el punto de vista económico, fue un desastre del que el
país tardaría décadas en salir. Hasta bien entrados los años cincuenta no se
recuperaron los índices de producción anteriores a 1936. Aunque es imposible
cuantificar con exactitud los daños ocasionados, se calcula en 500.000
viviendas destruidas, infraestructuras de comunicaciones inservibles, la mitad
del material ferroviario destrozado, reducción de más del 40 % de la cabaña
ganadera, enormes pérdidas en el patrimonio cultural y artístico, salida de
España de la casi totalidad de las reservas de oro del Banco de España (el famoso “oro de Moscú”).
§ El
número de víctimas ha sido muy discutido por los historiadores. En
cualquier caso fue muy cuantioso, probablemente una cifra cercana a los 500.000
muertos (desde luego no “un millón de muertos”, como tradicionalmente
se ha señalado). Muchas de las víctimas no eran combatientes, sino población
civil que sufrió los bombardeos de pueblos y ciudades así como la represión a
causa de sus ideas políticas. A los muertos hay que sumar los exiliados (más de 400.000,
la mayoría de ellos acabaría instalándose en Iberoamérica). Muchos intelectuales
y científicos eligieron el camino del exilio, empobreciéndose así la vida
cultural del país.
§ Instalación de un régimen dictatorial de carácter ultraconservador, que duraría hasta la muerte de Franco. Muchos miles de militantes republicanos sufrieron la cárcel e incluso durante los primeros años de posguerra bastantes de ellos fueron ejecutados.
1. ¿Por qué Francia e Inglaterra firmaron el pacto de No
Intervención? 2. ¿Por qué se convirtió la guerra civil española en una guerra larga? |
LA REVOLUCIÓN EN LA ZONA REPUBLICANA Y CONTRARREVOLUCIÓN EN LA NACIONALISTA
1.1.
El bando
republicano
Una de las cuestiones clave
para comprender la evolución y desenlace de la guerra estuvo en la unificación
del mando en el bando nacional y la división del republicano. En
este último no hubo en ningún momento una figura indiscutible, ni política ni
militar. Azaña, el presidente de la República hasta que dimitió casi al final
de la guerra, el 28 de febrero de 1939, tenía un poder más simbólico que real.
La división de los republicanos fue en los primeros meses de guerra entre
partidarios y contrarios de llevar a cabo una revolución proletaria. Los
partidarios eran los anarquistas de la CNT y la FAI y el POUM (partido
trotskista). Los que querían dirigir los esfuerzos sólo en ganar la guerra y
olvidarse de momento de la revolución eran los socialistas y los comunistas.
Los nacionalistas vascos y catalanes y los partidos republicanos de centro e
izquierda no querían realizar ninguna revolución, sino simplemente defender el
sistema democrático de la II República, que les garantizaba su estatuto de
autonomía, frente a la amenaza de una dictadura totalitaria y centralista. Las
diferencias entre los tres sectores del bando republicano eran tales que en
mayo de 1937 llegó a producirse un enfrentamiento armado entre ellos y que tuvo
como escenario la ciudad de Barcelona. El resultado de ese conato de “guerra
civil” dentro del bando republicano fue la práctica eliminación de los
trotskistas y la pérdida de influencia de los anarquistas. Ya cuando el
resultado de la guerra era más que previsible (en los primeros meses de 1939),
se estableció una nueva división en la España republicana, esta vez entre los
que querían resistir porque esperaban que pronto empezaría la segunda guerra
mundial, lo que hubiese significado una esperanza para su causa (ésa era la
idea del presidente del gobierno, el socialista Negrín, y de los comunistas), y
los que, aceptando la derrota, pretendían negociar con Franco una paz que
acabase con los sufrimientos de la población (el resto del bando republicano).
Ya sabemos que Franco se negó a negociar con sus adversarios las condiciones de
la rendición, y esperó pacientemente a que los republicanos se enfrentaran
entre ellos. La desmoralización por las derrotas y por el hambre contribuyó a
precipitar el final de la guerra.
Hay que destacar el fenómeno
de la creciente influencia del Partido Comunista, que al principio
era un partido muy minoritario, pero su buena organización y sentido de la
disciplina, junto a la ayuda soviética, le dieron un gran prestigio que se
tradujo en un crecimiento espectacular en el número de sus afiliados. De hecho,
algunos de los militares republicanos más destacados eran miembros del Partido.
Sus principales dirigentes fueron José Díaz y Dolores Ibárruri “la Pasionaria”.
Lo contrario cabe decir del PSOE, profundamente dividido
entre el sector moderado de Indalecio Prieto y Julián
Besteiro y el más radical de Largo Caballero. En las
organizaciones anarquistas (CNT y FAI) se observa una
evolución similar, caracterizada por la progresiva decadencia. Hasta su muerte
en el frente de Madrid, el líder anarquista más prestigioso fue Buenaventura
Durruti. Es importante reseñar que en algunas zonas de la zona
republicana (comarcas de Cataluña, Aragón, La Mancha, Valencia, Andalucía) se intentaron
llevar a cabo varias experiencias colectivistas inspiradas en el anarquismo.
Éstas consistieron en que unos “comités obreros” tomaron la propiedad de las
tierras y fábricas, de manera que la organización del trabajo corría a cargo de
los propios trabajadores y campesinos. En general estas experiencias tuvieron
muy poco éxito. En cuanto a los partidos republicanos centristas, su influencia
en la vida política fue mínima durante toda la contienda, quedando sobrepasados
por los acontecimientos. Su líder indiscutible fue el presidente Azaña,
del que ya se ha indicado que su poder durante la guerra fue más simbólico que
efectivo.
1.2.
El bando
nacional
Contrariamente a lo que
sucedió con sus enemigos, el bando nacional concentró todo el poder en la
figura de Francisco Franco, un general que había hecho su meteórica
carrera en la guerra de Marruecos con una brillante hoja de servicios. En su
ascenso para convertirse en líder indiscutible contribuyó la muerte en
accidente de aviación del general Sanjurjo en los primeros
días de la guerra. El 1 de octubre de 1936 Franco asumió tanto el mando militar
(“Generalísimo de todos los ejércitos”) como el político (“Jefe del Estado
Nacional”), tras una reunión celebrada en Salamanca en la que participaron los
principales generales del bando nacional. Una vez reconocida su jefatura,
Franco implantó una dictadura en las zonas que controlaba que se extendería a
todo el país cuando terminó la guerra. Los grupos políticos que le apoyaron
fueron los requetés (antiguos carlistas), los falangistas, los de la CEDA
y otros grupos derechistas más pequeños. Todos ellos quedaron unificados en
1937 bajo la jefatura de Franco en un partido único denominado Falange
Española Tradicionalista de las JONS, siguiendo los modelos fascistas.
Los demás partidos políticos fueron ilegalizados, siendo sus miembros
encarcelados (y muchos de ellos ejecutados). Franco, tras la conquista del País
Vasco y Cataluña, derogó sus respectivos estatutos de autonomía. Otros cambios
legislativos de carácter contrarrevolucionario que se llevaron a cabo en la
zona nacional fueron la depuración de los funcionarios simpatizantes de la
República, la devolución de las tierras expropiadas a los propietarios
afectados por la Reforma Agraria y la reorganización de la enseñanza en un
sentido ultraconservador.
3. ¿Por qué se produjo la división del bando republicano? |
CONCEPTOS Y CRONOLOGÍA TEMA 12
1.
Brigadas
Internacionales: unidades militares compuestas por voluntarios
extranjeros de 54 países que participaron en la Guerra
Civil Española junto al ejército democrático de la II
República, enfrentándose a los sublevados o bando nacional dirigido
por Francisco
Franco.
2.
Junta
de Defensa de Madrid: organismo creado el 6 de noviembre de 1936 por el
gobierno de la República presidido por el socialista Francisco Largo Caballero.
Estuvo encargado de la defensa “a toda costa” de la ciudad de Madrid ante la
posibilidad de que ésta cayera en manos franquistas durante la Guerra
Civil. Su constitución y presidencia le
fueron conferidas al general Miaja.
3.
Guerra
Civil. Se denomina guerra civil a cualquier
confrontación bélica cuyos participantes no son en su mayoría fuerzas militares
regulares, sino que están formadas u organizadas por personas, generalmente, de
la población civil.
4.
Caudillo.
Dirigente político y militar. El nombre surge en el siglo XIX en
América del Sur, para denominar a los dirigentes que surgieron después del
movimiento independentista. En España es uno de los títulos o apelativos que
tuvo Franco durante todo su mandato.
5.
Legión.
Cuerpo de voluntarios extranjeros fundado en 1920 por el coronel
Millán Astray, con el nombre de Tercio de extranjeros, para luchar en la guerra
de Marruecos. Con posterioridad permitió la incorporación de soldados del
ejército regular. Fue utilizada para reprimir la revolución de 1934 en
Asturias, y en la Guerra Civil formó parte de las tropas del bando sublevado.
6.
Requetés.
Cuerpos paramilitares carlistas creados en 1911. Durante la Guerra
Civil designaba a los voluntarios carlistas, que acabaron en su mayoría
integrándose en las Brigadas Navarras.
7.
Sacas
y paseos: se denominó asía al asesinato de personas
consideradas enemigos políticos. Las víctimas eran detenidas en la calle o en
sus casas y encerradas en cárceles al margen de la legalidad, donde permanecían
hasta la saca o paseo. Se les conducía de noche hasta las afueras de las
ciudades o de los pueblos y se les ejecutaba. A menudo se les enterraba en
grandes fosas comunes.
Cronología:
Se inicia la sublevación
militar en Melilla, Ceuta y Tetuán (1936)
Batalla de Madrid (1936)
Bombardeo de Guernica (1937)
La república pierde todo el
norte de España (1937)
Los republicanos conquistan
Teruel (1938)
Batalla del Ebro (1938)
Las tropas de Franco entran en
Barcelona (1939)
Franco anuncia el fin de la guerra (1939)
EJERCICIO:
COMENTARIOS DE TEXTO
Es la conmoción profunda en la moral de un
país, que nadie puede constreñir y que nadie puede encauzar. Después de un
terremoto, es difícil reconocer el perfil del terreno. Imaginad una montaña
volcánica, pero apagada, en cuyos flancos viven durante generaciones muchas
familias pacíficas. Un día, la montaña entra de pronto en erupción, causa estragos,
y cuando la erupción cesa y se disipan las humaredas, los habitantes
supervivientes miran a la montaña y ya no les parece la misma (…). Es la misma
montaña, pero de otra manera, y la misma materia en fusión que expele el
cráter, cuando cae en tierra y se solidifica, forma parte del perfil del
terreno y hay que contar con ella para las edificaciones del día de mañana.
Este fenómeno profundo, que se da en todas las guerras, me impide a mí hablar del porvenir de España en el orden político y en el orden moral, porque es un profundo misterio, en este país de las sorpresas y de las reacciones inesperadas, lo que podrá resultar el día en que los españoles, en paz, se pongan a considerar lo que han hecho durante la guerra. Yo creo que si de esta acumulación de males ha de salir el mayor bien posible, será con este espíritu, y desventurado el que no lo entienda así. (…) Pero es obligación moral, sobre todo de los que padecen la guerra, cuando se acabe como nosotros queremos que se acabe, sacar de la lección y de la musa del escarmiento el mayor bien posible, y cuando la antorcha pase a otras manos, a otros hombres, a otras generaciones, que se acordarán, si alguna vez sienten que les hierve la sangre iracunda y otra vez el genio español vuelve a enfurecerse con la intolerancia y con el odio y con el apetito de destrucción, que piensen en los muertos y escuchen su lección: la de esos hombres, que han caído embravecidos en la batalla luchando magnánimamente por un ideal grandioso y que ahora, abrigados en la tierra materna, ya no tienen odio, ya no tienen rencor y nos envían, con los destellos de su luz, tranquila y remota como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna que dice a todos sus hijos: “Paz, Piedad y Perdón”
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