Bachillerato. Historia de España. Tema 10: La crisis de la Restauración. El reinado de Alfonso XIII
TEMA 10. EL
REINADO DE ALFONSO XIII: LA CRISIS DE LA RESTAURACIÓN
En
1902 Alfonso
XIII había sido proclamado mayor de edad, pese a su juventud (16 años),
y desde entonces desempeñó las funciones de Jefe de Estado previstas en la
vigente constitución restauracionista de 1876. Sustituía así a su madre María
Cristina de Habsburgo, que había actuado como regente tras la muerte de su
esposo Alfonso XII en 1885. El reinado de Alfonso XIII se divide en dos etapas:
el periodo
parlamentario (1902-23) y la Dictadura de Primo de Rivera
(1923-30). Un año después de acabar ésta y tras un breve periodo de transición,
el rey renunció a la Corona y se exilió, siendo proclamada la II República.
La
etapa parlamentaria se caracteriza por la permanente inestabilidad que se
deriva de la pervivencia de los problemas heredados de la Restauración,
problemas que los partidos políticos del sistema (el Liberal y el Conservador)
no supieron afrontar. En efecto, la oligarquía formada por la burguesía y la
nobleza, que domina en ambos partidos, es incapaz de poner solución a los
graves retos históricos del primer tercio del siglo XX: el atraso económico
respecto a Europa Occidental, las tremendas diferencias entre las clases
sociales y las distintas regiones del país, la incultura de la mayor parte de
la población, la aparición de los nacionalismos periféricos, la creciente
presión del movimiento obrero, la incapacidad del ejército de resolver la
crisis marroquí, la violencia de carácter social o político, etc.
La
proclamación de la Dictadura militar fue el último recurso de la oligarquía
para mantenerse en el poder. En sus comienzos (1923-25) el dictador Primo de
Rivera contó con bastante apoyo popular gracias a sus éxitos en el plano
económico, el restablecimiento del orden público y la marcha de la Guerra de
Marruecos. Pero desde 1926 una clara tendencia a la institucionalización y
perpetuación en el gobierno por parte del dictador provoca un crecimiento de la
oposición. Alfonso XIII acabará destituyendo a Primo de Rivera para organizar
la vuelta al régimen liberal. Pero ya será tarde. Tras el inesperado éxito de
las candidaturas republicanas en unas elecciones municipales el rey dimitirá y
marchará al exilio. Comienza la II República.
1.
PANORAMA
GENERAL DEL REINADO DE ALFONSO XIII. INTENTOS DE MODERNIZACIÓN: EL
REGENERACIONISMO Y CRISIS SOCIO-ECONÓMICAS (1902-1023)
1.1. REGENERACIONISMO
Durante
la regencia de María Cristina se produjo la derrota militar que infringió
Estados Unidos a España en 1898, que tanta incidencia tuvo en la opinión
pública española. Por tanto, el reinado de Alfonso XIII comienza en un ambiente
generalizado de pesimismo y de toma de conciencia de la necesidad de emprender
profundos cambios en todos los órdenes de la vida nacional. Este sentimiento de
renovación y modernización es lo que se llamó el regeneracionismo.
Ya
sabemos que el sistema de la Restauración se fundamentaba en el control social,
económico y político de la población a través de la figura del cacique. Esa
práctica, que desvirtuaba la esencia de un régimen liberal y democrático, fue
denunciada por un amplio sector de los intelectuales, como Joaquín Costa, Ángel
Ganivet, Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno o Antonio Machado. Pero también
hablaban de regenerar a España algunos políticos conscientes de nuestro atraso
respecto a Europa Occidental. Entre ellos cabe destacar a dos que llegaron a la
presidencia del Gobierno: uno del Partido Conservador (Antonio Maura) y otro del
Partido Liberal (José Canalejas). Incluso el general Primo de Rivera, al hacerse
con el poder en 1923, pretendía llevar adelante un programa de reformas que
entroncaba inicialmente con los ideales regeneracionistas con que se
identificaba gran parte de la población española.
Hasta
1917 se mantuvo el bipartidismo entre conservadores y liberales, aunque
lentamente iría creciendo el número de diputados republicanos, socialistas y
catalanistas, que eran todos ellos grupos de oposición al sistema. En este
período continuó la práctica del caciquismo y la pasividad del electorado.
Los
dos partidos del sistema se resintieron de la desaparición de sus indiscutibles
líderes históricos (Cánovas y Sagasta). En
el Partido
Conservador a la muerte de Cánovas (víctima de un atentado anarquista
en 1897) le sucedió Silvela, a quien podemos calificar de regeneracionista. Tras
Silvela, el nuevo líder del conservadurismo fue Antonio Maura, otro
regeneracionista, que intentó acabar con el caciquismo, descentralizar el poder
y fomentar la economía. A él se le atribuye una célebre frase que resume su
mentalidad: “O hacemos la revolución desde arriba o nos la hacen desde abajo”.
Ni siquiera dentro de su propio partido pudo encontrar Maura apoyo a su
programa reformista. El declive de este político le vino por causa de la Semana
Trágica (1909), cuando se produjo una rebelión popular en Barcelona contra la
Guerra de Marruecos. Maura era entonces presidente del Gobierno y no sólo no
supo impedir la revolución, sino que además fue muy criticado por el empleo de
durísimos métodos represivos para controlarla.
El
Partido
Liberal también tuvo que renovarse tras la muerte de su líder
histórico, Sagasta (1903), al cual le surgieron tres candidatos para sucederle,
con las consiguientes divisiones: Montero Ríos, Segismundo Moret y José
Canalejas. Éste último, siendo presidente del gobierno, llevó a cabo
entre 1910 y 1912 un programa de reformas que puede incluirse dentro de la
línea del regeneracionismo. Las principales medidas que adoptó el gobierno de
Canalejas fueron: la separación de la Iglesia y el Estado (en concreto, la
llamada “ley del candado”, por la cual no se podrían establecer nuevas
órdenes religiosas sin la autorización del Gobierno, motivó la ruptura de
relaciones con el Vaticano); el fomento de la educación; la instauración del
servicio militar obligatorio para todos los varones (se suprime la figura del
“soldado de cuota”, que permitía a los ricos librarse del servicio militar a
cambio de pagar una considerable suma de dinero); y la creación de la “Mancomunitat
de Catalunya”, bajo la presidencia de Prat de la Riba, en un intento de
contentar a los nacionalistas catalanes. La muerte del presidente en atentado
terrorista en 1912 frustró esta nueva tentativa de regeneración nacional. Le
sustituiría el Conde de Romanones al frente del Partido Liberal.
1.2. CRISIS
SOCIOE-CONÓMICAS
Uno
de los problemas más preocupantes de España en las primeras décadas del siglo
XX fue el que la prensa bautizó como “el avispero de Marruecos”. Tras el
Desastre del 98 habían surgido en la sociedad española dos tendencias con
respecto a la política colonial que debía seguir el país: la corriente
anticolonialista, que pretendía centrar la atención en los problemas
internos del país (partidos republicanos y obreros e intelectuales de la
generación del 98), y la africanista, partidaria de
incorporarse a la carrera de las potencias europeas por conquistar colonias
(posición defendida por el Ejército, los partidos del sistema y el propio Rey),
para así recuperar el prestigio internacional perdido. Naturalmente fue esta
última la que se impuso, aún a costa de aumentar la impopularidad del régimen.
Recordemos que la Semana Trágica de 1909 había comenzado como una protesta
contra la guerra.
La
cuestión marroquí no era un asunto exclusivamente español, pues algunas otras
potencias europeas tenían intereses en la zona: Francia pretendía
expansionarse por el Norte de África (ya poseía Argelia y Túnez) y controlar el
estrecho de Gibraltar, algo que querían evitar a toda costa Inglaterra
y Alemania.
Tras largas negociaciones, al final se llegó a un acuerdo (Conferencia de Algeciras,
1906) por el que el territorio marroquí quedaba como un protectorado repartido
entre Francia y España. Nuestro gobierno pretendía, por un lado, asegurar el
control de la zona cercana a las plazas de soberanía (Ceuta y Melilla); y, por
otro, explotar las ricas minas de hierro existentes en la zona a través de
compañías españolas (y exportarlo en bruto a otros países europeos), para lo
cual había que construir líneas de ferrocarril.
A
partir de 1909 se suceden los incidentes provocados por grupos de marroquíes
nacionalistas, cuyo líder es Abd el Krim, contrarios a la
colonización económica y política por parte de un país extranjero. De estos
incidentes se pasó a una guerra abierta, cuyo momento cumbre fue la derrota del
ejército español en la batalla de Annual (1921), en la que
murieron 14.000 soldados españoles. Este nuevo desastre, de enorme repercusión
en la opinión pública, tuvo graves consecuencias políticas: aumenta la
impopularidad de una guerra en la que sólo se ventilaban los intereses de muy
pocos empresarios, se desprestigia aún más el Ejército e incluso el Rey sale
malparado, por ser uno de los más firmes partidarios de la expansión militar en
Marruecos.
La
batalla de Annual permitió a los rebeldes marroquíes tomar el control de casi
todo el territorio del Protectorado español, llegando a amenazar seriamente a
la ciudad de Melilla. Hay que esperar a 1925, ya durante la Dictadura de Primo
de Rivera, para que se produzca la operación clave de esta guerra, el desembarco
de Alhucemas, llevado a cabo de forma conjunta por tropas españolas y
francesas. El éxito de esta batalla permitió pacificar todo el territorio al
año siguiente. La soberanía española sobre el protectorado de Marruecos se
mantuvo hasta 1956, fecha en que el dictador Franco le concedió la
independencia, siendo su primer rey Mohamed V.
1. ¿Cuáles crees que fueron los principales obstáculos que encontraron los políticos regeneracionistas para llevar a cabo sus reformas? |
Ø
La Semana Trágica (1909)
Desde su cargo de presidente, Maura tuvo que afrontar la primera
de las crisis. Fue una sublevación popular originada en Barcelona como protesta
por el envío de soldados de la reserva a la Guerra de Marruecos. Se declaró
entonces una huelga general por parte de los socialistas y anarquistas, que
degeneró en graves incidentes con la quema de iglesias y conventos (el
anticlericalismo era entonces un sentimiento muy extendido entre los grupos
intelectuales y obreros), a los que sucedió una fuerte represión por parte del
Ejército enviado por el Gobierno, que llegó a utilizar la artillería contra los
barrios obreros sublevados. La violencia extrema se adueñó durante varios días
de la ciudad, provocando más de un centenar de muertos y miles de heridos y
detenidos. Una vez sofocada la revolución popular, la tensión continuó durante
la instrucción de los procesos judiciales contra los responsables de los actos
de violencia. En particular tuvo graves consecuencias la condena a muerte y
posterior fusilamiento del intelectual anarquista Ferrer y Guardia,
considerado como “responsable moral” de los hechos, lo que provocó una oleada
de protestas dentro y fuera de España. Ello forzó al conservador Maura a
dimitir. Eduardo Dato le relevó en la jefatura del Partido Conservador.
Durante la Gran Guerra o Primera Guerra Mundial (1914-18)
España se mantuvo neutral, a pesar de que hubo sectores partidarios de entrar
en ella a favor de uno u otro bando (la derecha y una parte considerable del
Ejército eran germanófilos, es decir, favorables de participar al lado de los
alemanes y austriacos; sus oponentes, los aliadófilos, eran los obreros y los
burgueses catalanes y vascos). No obstante, el Gobierno presidido entonces por
Eduardo Dato logró resistir ambas presiones y mantener la neutralidad del país.
Los grandes negocios derivados de la exportación de toda clase de productos a
los países contendientes enriquecieron a muchos empresarios españoles, que
vivieron una época de oro. Pero también produjo una inflación muy perjudicial a
la clase obrera, cuyos salarios crecían a un ritmo muy inferior al de los
precios. Ello generó un gran malestar social, lo que trajo consigo una
radicalización sindical y política.
Ø
La crisis de 1917
Se desarrolló en plena Primera Guerra Mundial, y puso de relieve los
problemas que venía arrastrando España desde hacía décadas, problemas que se
pueden sintetizar en tres: el militar, el político y el
social. El problema militar consistió en la creación en los
cuarteles de las llamadas Juntas de Defensa, una especie de sindicatos de
militares que se oponían a los ascensos por méritos de guerra (muy fáciles y
rápidos para los que estaban destinados en la Guerra de Marruecos). También
solicitaban mejoras en los sueldos. Las Juntas de Defensa dividieron al
estamento militar entre “africanistas” y “peninsulares”. La respuesta
gubernamental fue la promulgación de la Ley del Ejército de 1918, que
consagraba la influencia de éste en la política española. El problema
político surgió en julio de 1917 como consecuencia de la creación
de una “Asamblea de Parlamentarios” de toda España en Cataluña, a instancias de
Cambó, líder de la Lliga Catalana. Esta Asamblea pretendía llevar a cabo una
profunda reforma constitucional que democratizara al sistema político y que
incluyera un estatuto de autonomía para esa región, a todo lo cual se oponía el
Gobierno. En el fondo se trataba de una rebelión de la burguesía catalana y de
los sectores más progresistas españoles contra la oligarquía imperante en
Madrid. El Gobierno acabó disolviendo la Asamblea de Parlamentarios, a la que
acusó de separatismo. El problema social es
consecuencia del malestar causado por la carestía ocasionada por la Gran Guerra
y, en general, por la situación que padecía la clase obrera española, muy
agravada por la inflación. Ese malestar cristalizó en una huelga general
convocada por los dos grandes sindicatos, UGT y CNT, junto al PSOE. Desde muy
pronto la huelga se radicalizó provocando graves disturbios en un clima de
violencia, seguido de una enorme represión en la que intervino el Ejército, que
pretendía así demostrar a la clase política quién era el verdadero sostén de la
Monarquía.
En suma, la crisis de 1917 expuso el descontento generalizado de amplios
sectores de la sociedad española (militares, políticos de la oposición, clase
obrera) ante la ineptitud del sistema restauracionista. La respuesta a estos
problemas de los dos partidos oficialistas –el Conservador y el Liberal- fue la
creación en los años siguientes de “gobiernos de concentración”, que
agrupaban a políticos de ambos partidos (e incluyeron también a alguno
procedente del nacionalismo catalán más conservador, como Francesc Cambó). Pero
en los años siguientes (1918-23) el malestar generalizado y la violencia
protagonizada por campesinos y obreros fueron en aumento. Los gobiernos sólo
sabían responder con medidas represivas, como la conocida como “ley
de fugas”. Los patronos también recurrieron a la violencia para hacer
frente al terrorismo anarquista, contratando pistoleros a sueldo para eliminar
a los dirigentes sindicales (pistolerismo). El ambiente de
extrema tensión se deterioró aún más al llegar desde Marruecos la noticia de la
humillante derrota sufrida por nuestro ejército en Annual (1921).
La incapacidad de los partidos políticos tradicionales para asegurar el
orden y la estabilidad y el desprestigio de los militares fueron los argumentos
que utilizó el general Miguel Primo de
Rivera, capitán general de Cataluña, para dar un golpe de estado en septiembre
de 1923. El rey Alfonso XIII, saltándose la Constitución y el Parlamento, le
nombró presidente del gobierno. Así acabó el sistema liberal de la
Restauración. Comienza una nueva etapa: la Dictadura de Primo de Rivera
(1923-30).
2. ¿Qué razones llevaron a España a declararse neutral en la
Primera Guerra Mundial? 3. ¿Cómo influyó la coyuntura internacional en la crisis de 1917 en España? |
2. LA
DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA (1923-30) Y EL EFÍMERO REGRESO DE LA MONARQUÍA
PARLAMENTARIA
La ineficacia del sistema monárquico parlamentario hizo que en un amplio
sector del Ejército, muy sensibilizado por su desprestigio ante la opinión
pública debido al “Desastre del 98” y a la humillante derrota de Annual en la
Guerra de Marruecos, surgiera la idea de sustituir en el poder a “los
políticos” y a los partidos a través de un golpe de estado. El envío del expediente
Picasso a las Cortes, en el que se proponía el procesamiento de 39
oficiales, incluido el general Berenguer, abrió también el debate de las
responsabilidades políticas, que apuntaban en última instancia, según los
socialistas, al propio rey. El golpe
tuvo lugar finalmente el 13 de septiembre de 1923, y fue encabezado por el general
Miguel Primo de Rivera, capitán general de Cataluña. No se trataba
exactamente de un golpe de estado al estilo de los del siglo XIX, puesto que
éstos siempre se habían hecho en apoyo de un partido político, sino que ahora
el objetivo era el de acabar con el propio sistema liberal y parlamentario de
la Restauración y establecer en su lugar una dictadura que “normalizase” el
país. El rey Alfonso XIII dio su visto bueno a la nueva situación, nombrando
presidente del Gobierno al general.
La Dictadura, que se presentaba como una “solución provisional”, fue
bien acogida por la burguesía, la nobleza y el clero (es decir la oligarquía),
clases que eran partidarias de restablecer un sistema de orden y seguridad,
aunque fuese a costa de acabar con las libertades propias de un régimen
liberal-parlamentario. Las organizaciones de la clase obrera reaccionaron
divididas: mientras los socialistas aceptaron el nuevo régimen, llegando al
principio incluso a colaborar con él (por ejemplo, el dirigente del PSOE
Francisco Largo Caballero fue nombrado “consejero de estado” por Primo de
Rivera, aunque otros miembros de su partido se mostraron en contra de tal
colaboración), los anarquistas y el recién creado Partido Comunista estuvieron
en la oposición y fueron las principales víctimas del sistema. También se
mostró desde el principio en contra de la Dictadura un amplio sector de los intelectuales
debido a la política represiva que ejerció el Gobierno en el terreno cultural
(por ejemplo, el Ateneo de Madrid fue clausurado y Miguel de Unamuno sufrió el
destierro en la isla de Fuerteventura).
Políticamente la Dictadura de Primo de Rivera tiene dos etapas: el
Directorio Militar (1923-25) y el Directorio Civil (1925-30).
2.1. El
directorio militar (1923-1925)
El nuevo gobierno proclamó el estado de guerra durante
dos años, suspendió la Constitución de 1876 y las garantías constitucionales,
disolvió las Cortes, implantó la censura de prensa y prohibió las actividades
de los partidos políticos y de los sindicatos.
Inmediatamente se impuso el orden público con duras medidas represivas a
cargo de los generales Martínez Anido y Arlegui contra la CNT y el PCE,
declarados ilegales. También se reprimió cualquier manifestación del
nacionalismo, tachado de separatista. Así, a los pocos días del golpe, se
prohibió el uso de símbolos del catalanismo y del catalán en el ámbito oficial.
Primo de Rivera acometió su gran proyecto regeneracionista:
liquidar la vieja estructura de poder de la Restauración y organizar el nuevo régimen, mediante una
reforma de la administración que destruyese el caciquismo. Los gobernantes
civiles fueron sustituidos por gobernadores militares y se creó la nueva figura
de los delegados gubernativos, también militares, que ejercieron el control de
los nuevos ayuntamientos. Los ayuntamientos fueron disueltos y sustituidos por
juntas de “vocales asociados” elegidos por los mayores contribuyentes
estrechamente vinculados al sistema caciquil.
La aprobación del Estatuto Municipal (1924) inició en
la práctica la formación de una nueva
administración adicta y centralizada, y el “descuaje” del caciquismo se limitó
a perseguir a los no adictos al régimen. Lejos de desaparecer, el viejo
caciquismo simplemente cambió de forma. También las diputaciones fueron
disueltas y los nuevos diputados provinciales
fueron designados por los gobernadores.
En Cataluña, ayuntamientos y diputaciones cayeron en manos de personajes
fieles al régimen, y con el Estatuto Provincial (1925)
desapareció la Mancomunidad. Ello significó la ruptura definitiva, no solo con
el catalanismo conservador de la Lliga
Regionalista, sino con la realidad catalana, lo que potenció el
nacionalismo radical e incluso separatista.
Primo de Rivera, consciente de la impopularidad de la guerra marroquí,
era partidario de una solución negociada del conflicto. Asumió personalmente el
Alto Comisariado en Marruecos e intentó negociar la paz, ofreciendo a
Abd-el-Krim una amplia autonomía, lo
cual irritó a los militares africanistas. Sin embargo esta política del semiabandono
animó aún más a Abd-el-Krim.
Dos hechos contribuyeron a dar un vuelco a esta situación. El ataque en
1924 a las tropas españolas que se retiraban desde Xauen, que causó unas 2.000
bajas, y el avance de Abd-el-Krim en el
Marruecos francés.
En 1925 Francia y España acordaron una ofensiva militar conjunta por
mar y tierra. La operación de desembarco
de las tropas españolas en Alhucemas fue un rotundo éxito. En 1926, Abd-e-Krim,
derrotado, se entregó a los franceses y un año después quedó sometido todo el
Protectorado.
2.2. El
directorio civil (1925-1930)
En diciembre de 1925 Primo de Rivera reforma su Gobierno y establece el
denominado Directorio Civil, en cuya composición hay tanto políticos de
derechas (Calvo Sotelo, el conde de Guadalhorce) como militares. Coincidió ésta
etapa con una fase de prosperidad económica general en Europa y de paz social
en el interior, lo que permitió poner en marcha en España un ambicioso plan de
obras públicas para la construcción de carreteras y pantanos, y se favoreció el
desarrollo de la agricultura, industria y comercio. Fue entonces cuando
nacieron las Confederaciones Hidrográficas y algunos monopolios como la
Compañía Telefónica (vinculada a la ITT norteamericana) y CAMPSA (monopolio de
petróleos). Por tanto en el terreno económico, éstos fueron años de crecimiento,
aunque fue a costa de duplicar la deuda pública.
La Dictadura, que se había presentado como una solución provisional ante
la situación de desorden que vivía el país en 1923, pretendía ahora perpetuarse
en el poder (la creación de una Asamblea Nacional que sustituía a las Cortes
iba en esa dirección de institucionalizar el régimen). Sin embargo el prestigio
del Gobierno se fue deteriorando a partir de 1927 por no saber (o no querer)
resolver otros problemas: su anticatalanismo le llevó a perseguir la lengua de
aquella región (por lo que los nacionalistas catalanes se convirtieron en
enemigos); también comenzaba a organizarse en la clandestinidad el movimiento
obrero, cada vez más comprometido con el republicanismo; y lo mismo hicieron
los intelectuales (como Ortega y Gasset y el doctor Marañón) y universitarios
(nace la F.U.E., Federación Universitaria Española). Además un sector del
Ejército también se le enfrentó. La fuga del capital extranjero ante la
inseguridad política que se avecinaba agravó la situación, pues comenzó una
crisis económica que se extenderá a la década siguiente. Todas estas
circunstancias confluyeron en una creciente oposición a la Dictadura.
Consciente de la situación y temiendo por su propio prestigio, Alfonso
XIII provocó la dimisión de Primo de Rivera, lo que se acabaría
produciendo el 30 de enero de 1930. Para sucederle el rey nombró presidente a
otro militar, el general Berenguer (al que poco más tarde sucedería el almirante
Aznar), que tendría por misión organizar la vuelta a la normalidad del
sistema liberal establecido por la constitución de 1876.
4. ¿Por qué apoya Alfonso XIII el golpe de estado de Primo de
Rivera? 5. ¿Por qué Alfonso XIII le retira su apoyo a Primo de Rivera en
1930? 6. ¿Por qué se produce una fuga de capitales al final de la dictadura de Primo de Rivera? |
2.3. El efímero regreso de la monarquía parlamentaria (1930-1931)
En agosto de 1930 se firmó el Pacto de San Sebastián por parte de los regionalistas, los constitucionalistas (o demócratas), los socialistas y los republicanos. El objetivo de ese acuerdo ya no era acabar con el régimen militar de entonces (que el pueblo había bautizado como la “Dictablanda”), sino que iba directamente contra la monarquía de Alfonso XIII, cuya corona estaría desde entonces seriamente en peligro. A partir de ese momento la agitación política y social fue aumentando. Hubo incluso un intento de golpe de estado en diciembre a favor de la República en Jaca, pero fracasó. La respuesta del gobierno fue convocar elecciones municipales, a las que seguirían otras legislativas (con la finalidad de crear unas Cortes constituyentes). Con estas convocatorias el rey y su gobierno pretendían pasar gradualmente desde el sistema dictatorial vigente a otro de corte democrático. Sin embargo la victoria en las principales ciudades de los partidos republicanos firmantes del pacto de San Sebastián en las primeras elecciones, las municipales, dio al traste con ese proyecto gubernamental. Eso sucedió el 12 de abril de 1931. Dos días después el rey abandonó el país y el vacío de poder fue aprovechado por los partidos republicanos para abolir la monarquía y proclamar la II República. Estos acontecimientos, a pesar de que suponían un cambio político radical, se produjeron sin derramamiento de sangre.CONCEPTOS Y CRONOLOGÍA TEMA 10
CONCEPTOS Y CRONOLOGÍA TEMA 10.
1-
Regeneracionismo: movimiento ideológico de carácter
nacionalista y reformista que se desarrolló en España a partir de 1898, debido
a la insatisfacción causada por el sistema social, cultural y económico de la
Restauración. Su principal teórico fue Joaquín Costa, que defendía la
regeneración del país a través de la reforma del Estado, el fomento de la
riqueza, el impulso de la enseñanza pública y el olvido de las “glorias” del
pasado.
2-
Oligarquía: poder de unos pocos. Se produce cuando el
poder político y económico lo detenta un pequeño grupo que lo ejerce en defensa
de la clase social a que pertenece.
3-
Pucherazo: añadir a la urna los votos necesarios para
asegurar la elección del candidato predeterminado.
4-
Regionalismo: movimiento que defiende y exalta los valores
culturales, económicos y políticos de una región.
5-
Protectorado: especie de colonia en la que se permite a
los colonizados tener un gobierno para las cuestiones interiores pero
controlado por la metrópoli que, además, se reserva totalmente las cuestiones
internacionales, el ejército, etc.
6-
Pistolerismo: movimiento que tuvo lugar entre 1917 y 1923
que consistió en el asesinato de empresarios, obreros, abogados y
sindicalistas.
Cronología:
Proclamación de Alfonso XIII (1902)
Conferencia de Algeciras (1906)
Emboscada rifeña en el Barranco del Lobo (1909)
Ley del Candado (1910)
Estalla la Primera Guerra Mundial (1914)
Desastre de Annual (1921)
Expediente Picasso (1922)
Golpe de estado de Miguel Primo de Rivera (1923)
Creación de la Unión Patriótica (1924)
Desembarco de Alhucemas (1925)
Pacto de San Sebastián (1930)
Dimisión de Primo de Rivera (1930)
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