TEMA 13. LA DICTADURA FRANQUISTA
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El general Francisco Franco, vencedor en la Guerra Civil, fue el Jefe del Estado español del régimen político dictatorial instaurado a raíz de aquella contienda (1936-39), cuya duración abarca hasta su muerte en 1975. A esta larga etapa de la historia se la conoce como época franquista, puesto que toda ella estuvo determinada por la figura de su líder, cuyas denominaciones oficiales eran las de Caudillo o Generalísimo.
Franco ejerció una dictadura que iría evolucionando con el tiempo, pero sin que en ningún momento perdiera el control del régimen que había instaurado. El carácter dictatorial de éste queda claro si tenemos en cuenta varias cosas: la justificación de su poder estaba no en la voluntad popular sino en la victoria militar de 1939; el hecho de que fuese él quien asumiera el poder ejecutivo, pero a la vez controlara los otros dos (legislativo y judicial); y también su convencimiento de que no debía responder de su gestión ante ningún organismo o institución (sólo “ante Dios y la Historia”, según decía).
A lo largo de estos 36 años de Franquismo cambiaron notablemente las estructuras económicas y sociales de España (estancamiento y miseria en las dos primeras décadas, para más adelante iniciarse un proceso de modernización creciente). Pero no ocurrió lo mismo con las estructuras políticas puesto que, aunque con mucha lentitud el régimen iría evolucionando, nunca dejó de ser una dictadura conservadora. La contradicción entre los cambios económicos y sociales y el mantenimiento de un régimen político dictatorial explica el resurgir de una importante oposición política en la etapa final. A partir de 1973 el Franquismo entró en una fase de descomposición que discurrió paralela al declinar físico de su fundador. De esta forma, sólo dos años después de la muerte del dictador ya no quedará prácticamente nada del régimen que instauró.
En el aspecto cultural, el primer periodo del Franquismo se caracterizó por la persecución de aquellos intelectuales, profesores y artistas que habían defendido la causa republicana durante la guerra, y también (con la ayuda de la Iglesia Católica) por el absoluto control que ejerció el régimen sobre la prensa, la literatura, el cine y cualquier otro medio de difusión. En un segundo periodo de la dictadura fueron apareciendo tímidamente voces discordantes desde los ambientes culturales, que lentamente irían calando especialmente en las universidades, las cuales se convirtieron en focos de oposición a la dictadura. En los años postreros el mundo intelectual y estudiantil fue un clamor casi unánime contrario a Franco y lo que éste representaba.
1. FUNDAMENTOS IDEOLÓGICOS Y TRANSFORMACIONES INSTITUCIONALES DEL RÉGIMEN DE FRANCO
Aunque actualmente sigue siendo objeto de polémica entre los historiadores la naturaleza del régimen franquista (sobre si fue o no fascista), de lo que no cabe duda es que durante esta larga etapa la antigua clase dominante (terratenientes, nobleza, clero y burguesía) recuperó el poder político, económico y social que había estado en serio peligro durante la II República. Así, en el Franquismo los trabajadores se vieron privados de los derechos y medios de defensa adquiridos en la época republicana (sindicatos de clase, partidos de izquierda y derechos de huelga, manifestación, asociación y reunión). Sin embargo sería falsear la realidad histórica afirmar que el franquismo se mantuvo tanto tiempo sin el apoyo de un sector considerable de las clases populares (sobre todo los campesinos), de una parte considerable de la clase media y de la práctica totalidad de la alta. El deseo de un régimen político fuerte, que impusiese orden y disciplina tras la reciente experiencia republicana (que se había caracterizado por el desorden y la violencia), estaba muy arraigado en gran parte de la población española, que durante mucho tiempo permaneció traumatizada por la agitada experiencia de la guerra civil. Este deseo, junto a la falta de libertades y la represión policial (50.000 ejecutados y 300.000 presos políticos en los primeros años), explica la debilidad de la oposición al régimen, que sólo a partir de los años setenta adquiriría una base social relevante.
1.1. Fundamentos ideológicos
Hasta los años cincuenta, los fundamentos ideológicos del régimen franquista fueron:
§ Tradicionalismo. Se condena la democracia, el liberalismo y el comunismo, ideologías a las que se considera extranjeras y ajenas a la tradición española.
§ Nacionalismo español. El principio de la unidad de la nación española conlleva la persecución de los nacionalismos periféricos, como el catalán y el vasco.
§ Catolicismo a ultranza (nacionalcatolicismo). No sólo el Estado se declaró confesionalmente católico, sino que además tuvo en la Iglesia su mejor coartada justificativa (Franco era “Caudillo por la gracia de Dios”, como indicaban las monedas). Lógicamente la Iglesia Católica consiguió grandes contrapartidas, que se materializarían en el Concordato de 1953.
§ Elementos que imitan al fascismo italiano, pero sólo en los primeros años (saludo brazo en alto, himnos, estética). Tras la derrota de los regímenes fascistas en la II Guerra Mundial (1945), el Régimen irá poco a poco desprendiéndose de su componente fascista inicial.
§ Militarismo. Muchos ministros y otros altos cargos de la Administración franquista en los primeros años fueron militares. Se ensalza la vida militar por lo que ésta tiene de orden, disciplina y jerarquía.
1.2. Transformaciones institucionales
Desde el punto de vista político, el Franquismo tuvo que crear unas instituciones que sustituyeran a las anteriores de la II República. El Partido Único (llamado inicialmente Falange Española Tradicionalista y de las JONS y más tarde Movimiento Nacional) tenía al principio un papel destacado en la vida política, social y cultural. En estos primeros tiempos el régimen franquista se autodenominó nacionalsindicalista (en teoría pretendía ser una “tercera vía” diferenciada del capitalismo y del socialismo, siguiendo los principios falangistas). Pero a partir de 1942-43, cuando la Segunda Guerra Mundial empezaba a decantarse hacia el bando aliado, cambió su denominación por la de democracia orgánica, a la que habría que dotar de unas instituciones que pudieran ser aceptables por los previsibles vencedores, los aliados. El régimen pretendía así desmarcarse del nazismo alemán y del fascismo italiano y acentuar su carácter católico y anticomunista (ya por esas fechas comenzaban a ponerse de relieve las diferencias entre la URSS y el resto del bando aliado, los países democráticos occidentales, que cristalizarían en la llamada “guerra fría”).
En ausencia de una Constitución (Franco nunca la quiso, pues esa palabra le recordaba al sistema democrático y liberal contra el que había luchado), hubo que crear paulatinamente un cuerpo legislativo de leyes superiores, con rango constitucional, denominadas Leyes Fundamentales. Son siete:
§ Fuero del Trabajo (1938), inspirada en la Carta di Lavoro del fascismo italiano. No sólo trata de la situación legal de los trabajadores (a quienes se les priva de los derechos sindicales propios de una democracia) sino que pretende reglamentar la economía a través de la acción del Estado. Se establece un sindicato único controlado por Falange.
§ Ley Constitutiva de las Cortes (1942). Estas Cortes son unicamerales y están compuestas por unos 500 procuradores (denominación tradicional de los diputados en el antiguo reino de Castilla) que no son elegidos libremente por los ciudadanos, sino que lo son bien por desempeñar un cargo importante (miembros del Gobierno, dirigentes del Partido y del Sindicato, arzobispos, rectores de Universidad…) o bien designados directamente por el Generalísimo (50 en total).
§ Fuero de los Españoles (1945). Terminada la Segunda Guerra Mundial había que “maquillar” el régimen para que fuese aceptado por las potencias democráticas occidentales. Esta ley y la siguiente persiguen ese objetivo. El Fuero de los Españoles es en teoría un catálogo de derechos, pero en la realidad consagra el carácter autoritario del Franquismo.
§ Ley de Referéndum (1945). Su finalidad era demostrar al mundo que en España estaba establecido el sufragio universal. La consulta a la nación sólo podía ser realizada a propuesta del Jefe del Estado y únicamente se ejerció dos veces.
§ Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado (1947). Define a España como “un estado católico, social y representativo” constituido en reino (pero paradójicamente sin rey). Franco es el Jefe de Estado perpetuo y además tiene derecho a nombrar sucesor. Esta ley fue sometida a referéndum.
§ Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958). Consagra a Falange (ahora denominada Movimiento) como partido único y se obliga a todos los funcionarios a jurar los principios del régimen.
§ Ley Orgánica del Estado (1966), también fue sometida a referéndum. Significó una reforma de toda la legislación anterior, suprimiendo los escasos elementos fascistas que aún quedaban por entonces. A pesar de esta “dulcificación”, el régimen siguió siendo una dictadura. Novedad importante fue la separación de los cargos de Jefe de Estado y Presidente del Gobierno, aunque Franco seguiría ejerciendo ambos hasta 1973 (año en que fue nombrado presidente el almirante Carrero Blanco y, tras la muerte de éste en atentado, Arias Navarro).
En los años sesenta y hasta 1973 los gobiernos franquistas estuvieron dominados por una mayoría de ministros “tecnócratas” (muchos de ellos vinculados al grupo católico Opus Dei). Por el contrario, el peso de los ministros procedentes de Falange se vio cada vez más reducido. Fueron los tecnócratas los que llevaron a cabo la liberalización económica con los planes de desarrollo, al tiempo que “suavizaban” la dictadura política. En esa línea cabe resaltar la Ley de Prensa de 1966, la Ley de libertad religiosa de 1967 y la última de las leyes fundamentales (Ley Orgánica del Estado, 1966). Otro asunto de gran trascendencia ocurrido en esa etapa fue la designación por parte de Franco de Juan Carlos de Borbón como sucesor (1969).
Ya en los años setenta asistimos a la progresiva descomposición del régimen franquista, el cual estaba plenamente vinculado a su fundador, cuya salud se iba deteriorando con rapidez. Esta etapa final se aborda específicamente en el apartado 4 de este tema.
De lo anterior se desprende que el sistema franquista fue en todo momento un estado dictatorial (los ciudadanos nunca pudieron ejercer los derechos propios de una democracia), con importantes elementos fascistas en sus inicios, aunque la derrota de los regímenes similares en la Segunda Guerra Mundial le obligó a evolucionar para poder sobrevivir tanto a nivel institucional como en las relaciones internacionales.
1.3. Relaciones internacionales
Otro aspecto importante fue el de las relaciones internacionales que mantuvo el régimen franquista, que fueron evolucionando según iba variando la coyuntura. Podemos distinguir varias etapas:
1ª Etapa. Hasta comienzos de los años cincuenta estuvieron condicionadas por la variable posición española ante la II Guerra Mundial y se caracterizan por el aislamiento internacional. Entre 1939 y 1942 transcurre la época de amistad y cooperación con las potencias del Eje (Italia y Alemania). España se declaró neutral al comienzo de la guerra, dada la extrema debilidad económica y militar en que se encontraba nuestro país, pero sin ocultar sus simpatías políticas. Cuando en 1941 la victoria alemana parecía inminente, Franco cambió la posición de neutralidad por la de no beligerancia (la misma fórmula que había adoptado Mussolini poco antes de entrar Italia en la guerra). Se produjo entonces la famosa entrevista en Hendaya (en la frontera hispano-francesa) entre Hitler y Franco, en la que no hubo acuerdo sobre la participación española en el conflicto mundial (al parecer por no aceptar el Führer las condiciones que exigía el Caudillo). El compromiso español se redujo al simbólico envío de la División Azul (un grupo de falangistas voluntarios que participaron en la guerra con uniforme alemán) al frente ruso para “luchar contra el comunismo”. Durante la segunda mitad de la guerra mundial la entrada en el conflicto de Estados Unidos y el comienzo de las derrotas alemanas e italianas hacen que Franco declare la vuelta a la posición oficial de neutralidad, preparándose así para el previsible final. Ya concluida la contienda en 1945, los países vencedores sometieron al régimen franquista a una situación de aislamiento, debido a su afinidad con los regímenes fascistas derrotados. Así, en diciembre de 1946 el régimen español es condenado por la ONU y muchos estados retiraron sus embajadores de España. La reacción fue una ola nacionalista auspiciada desde el poder (manifestaciones de adhesión a Franco en la Plaza de Oriente de Madrid, 1947).
2ª Etapa. Salida del aislamiento en los años cincuenta. Ya desde 1950 se podía observar un alivio en la asfixiante situación internacional de España debido a la “guerra fría” entre Estados Unidos (junto a sus aliados de la Europa democrática y capitalista) y la URSS (y los demás estados comunistas de Europa Central y Oriental). La tensión internacional favoreció el acercamiento de Estados Unidos hacia un país, España, que contaba con el régimen más anticomunista de Europa. Esa nueva postura comienza en 1950, año en que la ONU anuló las sanciones contra el régimen español. En agosto y setiembre de 1953 el estado español firma sendos acuerdos con la Santa Sede (nuevo Concordato) y con Estados Unidos. A través del Concordato la Iglesia Católica conseguía (o más bien oficializaba) diversos privilegios: confesionalidad del estado, jurisdicción eclesiástica, control de la enseñanza y de la vida cultural a través de la censura, sueldo para el clero, etc. A cambio el régimen franquista era reconocido oficialmente por un estado de enorme influencia, el Vaticano, al tiempo que la Iglesia concedía a Franco el derecho de presentación de obispos (que ya habían gozado los monarcas españoles), lo que parecía garantizar a éste el control ideológico y político sobre la institución eclesiástica. No menos trascendencia tuvieron los acuerdos con Estados Unidos. La potencia norteamericana conseguía establecer varias bases militares en nuestro territorio (Zaragoza, Rota, Morón y Torrejón de Ardoz), a cambio de ayuda militar y económica. Aunque ésta fue inferior a la obtenida por los países democráticos europeos (que se beneficiaron del Plan Marshall), los envíos norteamericanos de productos de primera necesidad permitieron aliviar la situación económica. A partir de ese año de 1953 España fue normalizando poco a poco las relaciones diplomáticas y comerciales con otros estados, dejando atrás la etapa de aislamiento internacional. En 1955 culmina este proceso con la entrada española en la ONU. Un hecho importante sucedido en este periodo fue la descolonización de Marruecos (1956).
1. ¿Qué razones pudieron llevar a Franco a no entrar en la Segunda Guerra Mundial? 2. ¿Por qué España sale del aislamiento internacional de la mano de EE.UU.? |
2. DE LA AUTARQUÍA AL CRECIMIENTO ECONÓMICO. LAS TRANSFORMACIONES SOCIALES
A lo largo de la larga etapa del Franquismo la política económica fue evolucionando. Vamos a distinguir dos etapas en esa evolución. La primera abarca aproximadamente las dos primeras décadas y se caracteriza por la puesta en marcha de una política autárquica, que está muy condicionada por las cambiantes circunstancias internacionales. El estancamiento económico y la miseria estuvieron muy presentes en la gran mayoría de las familias españolas. La segunda comprende la década y media final: es la época de la liberalización de la política económica, lo que se tradujo en un fuerte crecimiento económico aunque no exento de problemas.
2.1. Autarquía y estancamiento económico
Nuestro estudio sobre la economía debe partir de la desastrosa situación en que se encontraba el país en 1939 después de casi tres años de lucha, con el hundimiento de los sectores agrícola y ganadero y la destrucción de las comunicaciones, fábricas e infraestructuras. El hambre permanente y las cartillas de racionamiento constituyeron la realidad cotidiana de la posguerra. Hasta 1954 (es decir, quince años después del final de la Guerra Civil) el país no alcanzó el Producto Nacional Bruto anterior a 1939.
La política económica en los primeros tiempos del Franquismo estuvo marcada por la autarquía, debido a las consecuencias de la guerra civil y a las circunstancias internacionales (aislamiento diplomático de España por la afinidad de su régimen político respecto a las potencias fascistas europeas). La autarquía consiste en un tipo de política económica que pretende aprovechar al máximo los recursos propios para no tener que depender del comercio exterior. El ideal de la política autárquica es el autoabastecimiento. Ello implicaba la decidida intervención del estado en asuntos económicos, tanto en la producción como en la comercialización de bienes, algo que es contrario a la filosofía del capitalismo liberal.
La miseria en que vivía la población provocó la aparición de epidemias de tuberculosis, disentería, cólera o tifus. Hubo que establecer cartillas de racionamiento de alimentos, aunque siempre hubo un mercado negro (estraperlo) que, gracias a la corrupción generalizada, permitió a las familias pudientes evitar la situación desesperada que sí tuvieron que afrontar la gran mayoría de los españoles. Tras la Segunda Guerra Mundial la ONU condenó el régimen español, decretando un bloqueo diplomático (retirada de embajadores de casi todos los países) y económico. Esto último en la práctica no se llevó a cabo del todo, pues los suministros de petróleo siguieron llegando. Además, Argentina, gobernada por el general Perón, envió grandes cantidades de alimentos. A pesar de ello España estuvo prácticamente aislada en lo que concierne al comercio exterior. El intervencionismo estatal se concretó, además de en el racionamiento de los productos de primera necesidad, en la creación en 1941 del Instituto Nacional de Industria (INI), el cual puso en marcha la creación de fábricas de diferentes sectores industriales y nacionalizó empresas mineras y de comunicaciones (por ejemplo, nace la RENFE). La inflación, los bajos salarios y la falta total de medios para defender sus intereses repercutieron en una sensible bajada del nivel de vida de la clase obrera y del campesinado. Este último, además, se vio afectado por la paralización de la Reforma Agraria de la República, con la devolución de las fincas expropiadas a los antiguos propietarios, es decir, a los terratenientes.
La situación de letargo económico, con la escasez de toda clase de productos, se mantuvo durante cerca de veinte años. Ya avanzada la década de los cincuenta comenzará un tímido crecimiento que irá acelerándose con el tiempo. Ello implicó la necesidad de cambiar la política económica en un sentido liberalizador, es decir, la pérdida de protagonismo del estado en beneficio de los empresarios particulares. Fue este cambio, junto al atractivo que suponía el ínfimo nivel salarial y la falta de derechos sindicales, lo que explica la avalancha de inversiones por parte de empresas extranjeras. Esas serían las bases de lo que se llamó “el milagro español”.
2.2. La estabilización y el crecimiento económico
A partir de 1953 España fue normalizando poco a poco las relaciones diplomáticas y comerciales con otros estados, por lo que quedaba atrás la etapa de aislamiento internacional. Desde el punto de vista económico, la década de los cincuenta es una etapa de transición. La repercusión económica de esta nueva realidad fue inmediata, puesto que en la segunda mitad de esa década el país asiste a una recuperación lenta al principio y mucho más rápida en los sesenta y comienzos de los setenta, aunque no exenta de problemas y dificultades. El resultado fue la sustitución de la política económica autárquica por otra de signo más liberal, lo que generó una sustancial mejoría respecto a la situación de la posguerra. El llamado Plan de Estabilización de 1959, promovido por varios ministros pertenecientes al Opus Dei (Navarro Rubio, Ullastres, López Rodó), es el punto de partida de un notable crecimiento económico, cuyos caracteres principales son:
§ Fin del racionamiento (en 1951 se suprimen las cartillas).
§ Comienzo de la emigración masiva desde las zonas rurales hacia las ciudades y al extranjero (ambas emigraciones se acentuarían en la década de los sesenta). En total, unos cuatro millones de personas abandonaron sus lugares de origen. En las ciudades españolas la llegada masiva de inmigrantes produjo fenómenos como la especulación urbanística y el chabolismo. Además los emigrantes a Europa (Francia, Alemania, Suiza, Holanda) enviaban a España sus ahorros, entrando así un capital que repercutiría muy favorablemente en la economía nacional.
§ Abandono progresivo de la política económica autárquica, que es sustituida por una liberalización económica (es decir, la progresiva pérdida de influencia del estado en ese terreno a favor de las empresas privadas). Comienzan a llegar las materias primas y las inversiones de capital extranjero, con la instalación de empresas multinacionales, que encuentran en nuestro país bajos salarios y paz laboral (por ejemplo, la participación en una huelga era considerada como un delito por las leyes franquistas, castigado con duras condenas de cárcel).
§ Comienzo de un proceso industrializador. A pesar de ello, la economía española no dejó de tener su base en el sector agrario hasta bien avanzada la década de los sesenta.
§ También desde fines de los cincuenta empiezan a llegar turistas europeos en número creciente (35 millones en 1973). Sus divisas fueron otra de las claves en la modernización del país y para equilibrar la balanza de pagos. No obstante, el turismo que llegaba a España produjo también una consecuencia indeseable: la destrucción paisajística de las costas mediterráneas debido a la inexistencia de leyes que impidieran la especulación del terreno y la construcción de hoteles y apartamentos junto al mar.
§ El crecimiento económico en estas dos décadas fue muy rápido (se hablaba por entonces del “milagro español”), impulsado por los llamados “ministros tecnócratas, como López Rodó. Estos ministros impulsaron los planes de desarrollo, iniciados en 1964, que pretendían la industrialización de las regiones más atrasadas. Hubo en total tres planes de desarrollo, de periodicidad cuatrienal. A comienzos de los setenta el régimen franquista podía presumir de la décima posición mundial que ocupaba España en cuanto a industrialización (con una de las tasas de crecimiento más altas a nivel internacional) y de haber elevado considerablemente la renta per cápita de la población.
§ El rápido crecimiento económico permitió que algunos empresarios y banqueros hicieran grandes fortunas, gracias a la política de salarios bajos, el sistema de impuestos y la corrupción administrativa. Las desigualdades sociales en el reparto de la riqueza se agravaron. Tampoco se consiguió el objetivo de industrializar las regiones atrasadas: muy al contrario, las diferencias económicas entre unas y otras regiones (Cataluña, Baleares, Madrid, País Vasco eran las más ricas; Andalucía, Extremadura, Galicia y Murcia las más pobres) se acentuaron con el paso del tiempo.
§ El desarrollo económico se tradujo en el aumento del bienestar: el rápido crecimiento de las ciudades, la construcción de viviendas, la difusión de los electrodomésticos, la televisión o los coches (en especial el Seiscientos, verdadero símbolo de la nueva era). Asimismo, tuvo una gran trascendencia la creación de la Seguridad Social (1963), que garantizaba las prestaciones sanitarias y el sistema de pensiones.
Estos cambios económicos producidos a partir de los años sesenta repercutieron en la estructura de la sociedad española: España pasó de ser un país agrario y atrasado (1939-1960) a otro urbano y relativamente moderno. El incremento imparable de la clase media o de los niveles culturales y educativos así lo demuestran. Se puede concluir que a comienzos de los setenta en lo único que se diferenciaba respecto a los países de su entorno era en el terreno político, por el mantenimiento de un régimen dictatorial que constituía un anacronismo respecto a los sistemas democráticos de Europa Occidental.
El crecimiento urbano fue uno de los factores clave de la modernización del país. La falta de perspectivas en las comarcas y regiones agrarias obligó a varios millones de españoles a trasladarse a las ciudades y buscar empleo en la industria, la construcción o los servicios. Los inmigrantes se instalaban al principio en infraviviendas (chabolas) con pésimas condiciones de salubridad e higiene. Para acabar con esa lacra las autoridades comenzaron a construir en la periferia de las ciudades viviendas sociales, baratas aunque de baja calidad. Se fue acentuando así la diferencia entre barrios residenciales burgueses y de clase media respecto a los barrios obreros. Un elemento negativo que aún arrastran desde esta época muchas ciudades españolas fue la falta de planificación urbana en los nuevos barrios construidos.
Es destacable el incremento de la clase media, formada por pequeños propietarios de negocios, funcionarios, empleados cualificados, etc. Su número e influencia creció conforme mejoraban los niveles educativos. Y también se observa un cambio importante en la condición femenina. En las dos primeras décadas del Franquismo la mujer española tenía que estar sometida al hombre y su papel en la sociedad era el de ama de casa. Sin embargo, conforme fue accediendo a la educación se iría liberando en el aspecto económico y tomando conciencia de sus derechos. Eso ocurrió ya a principios de los setenta.
3. ¿A qué se debió el giro económico del franquismo de 1953? |
3. LA OPOSICIÓN DEMOCRÁTICA A LA DICTADURA
El final de la guerra civil no trajo la reconciliación entre los españoles. Al contrario, los perdedores sufrieron con toda intensidad la represión que siguió a su derrota en forma de marginación, cárcel, exilio y, en el peor de los casos, el paredón. Los que no conseguían un “certificado de adhesión al Régimen” perdían su trabajo o algo mucho peor. Las depuraciones se extendieron por todos los ámbitos, pero fueron especialmente duras entre los funcionarios del estado, los cuerpos de seguridad y los maestros y profesores. El Franquismo pretendió desde el primer momento el control ideológico y, por tanto, no podía permitir disidencias en el terreno de la enseñanza. Leyes franquistas como la “Ley de Responsabilidades Políticas” o la de “Represión del Comunismo y la Masonería” ponían de manifiesto lo que podían esperar los vencidos de sus vencedores: la venganza.
No se sabe con exactitud el número de exiliados (en cualquier caso, varios cientos de miles), pero sí hay constancia de que un altísimo porcentaje de los intelectuales españoles tuvieron que salir del país, perdiéndose así unos “cerebros” que eran muy necesarios para la reconstrucción después de tres años de guerra. Eran científicos como Rafael Méndez o Severo Ochoa (futuro premio Nobel de Medicina), escritores como Pedro Salinas, Rafael Alberti, Jorge Guillén y Juan Ramón Jiménez (también premiado con el Nobel) o músicos de la categoría de Manuel de Falla y Pau Casals. La mayoría de estos exiliados se establecieron en América Latina o Estados Unidos, donde conseguirían la libertad y los medios necesarios para desarrollar su labor. Algunos de ellos morirían en el exilio.
A pesar del contexto de durísima represión que se vivía en los primeros años de Franquismo, nunca faltó la oposición, que en los primeros años adquirió la forma de guerrillas armadas (en zonas montañosas principalmente de Andalucía, Galicia, Asturias, Cataluña…). Hubo incluso, poco después de terminar la II Guerra Mundial, un intento de invasión guerrillera en el Valle de Arán (Lérida) por parte de antiguos soldados republicanos exiliados en Francia, pero acabó en desastre.
El fracaso de la acción guerrillera hizo que la oposición a la dictadura tuviera que organizarse de otra manera, por supuesto de forma clandestina. Su nueva estrategia consistiría en fomentar huelgas y disturbios con el fin último de provocar la caída del régimen. El Partido Comunista de España (PCE) fue el grupo más activo en la lucha antifranquista, pero sus sucesivos llamamientos a la movilización popular se saldaron con otros tantos fracasos, seguidos de la consiguiente represión. Muchos españoles, más que a favor de Franco y su régimen dictatorial, lo que pretendían era olvidar el trauma de la guerra civil adoptando una posición políticamente pasiva.
También hubo algunas disidencias entre los vencedores en la contienda: los monárquicos (que querían el restablecimiento de un rey en la figura del hijo de Alfonso XIII, don Juan de Borbón) y algunos falangistas (como Dionisio Ridruejo o Laín Entralgo), defraudados por la evidencia de que el Franquismo era una dictadura militar conservadora, una realidad muy alejada de los ideales por los que lucharon en la guerra. Hubo incluso un ex-ministro de Franco (Joaquín Ruiz Jiménez) que se apartó claramente del régimen para encabezar a los demócratas cristianos en la oposición.
A finales de los cincuenta la oposición democrática adquirió alguna relevancia, puesta de manifiesto en la agitación universitaria (en Madrid se produjeron algunos incidentes graves en 1956) y en la declaración de varias huelgas obreras en Cataluña, Asturias y País Vasco. En 1957 nace Comisiones Obreras, sindicato promovido por el PCE, que tendrá una influencia creciente entre el mundo obrero. También un sector de la Iglesia Católica, al principio muy minoritario, comenzó a organizarse en la lucha contra el Franquismo a través de organizaciones como la HOAC y las JOC. En el País Vasco el nacionalismo, pese a la represión sufrida, nunca había dejado de existir. Por esas fechas (1959) un grupo radical escindido del PNV, denominado ETA (que significa en castellano Euskadi y Libertad), comienza su actividad terrorista. También hay un rebrote del nacionalismo catalán.
En los años sesenta la oposición democrática fue creciendo, aunque, debido a la represión que sufría, nunca tuvo el carácter de movimiento de masas. Los obreros y estudiantes universitarios eran los sectores sociales más conflictivos. Pero desde fines de esa década el mayor problema interior del régimen franquista es la actividad terrorista del grupo independentista vasco ETA. La oposición política se iba extendiendo entre las clases medias. La progresiva separación entre la Iglesia y el Estado tiene su arranque en el concilio Vaticano II, terminado en 1965, cuyas conclusiones eran muy contrarias al nacionalcatolicismo que practicaba el régimen español. Muchos curas jóvenes (incluso algún obispo) participaron en las movilizaciones a favor del cambio político hacia la democracia. Los franquistas, empezando por el propio Franco, no podían comprender cómo se les enfrentaba una institución por la que tanto habían hecho durante la “cruzada” (es decir, la guerra) y después.
4. DECLIVE Y OCASO DEL RÉGIMEN FRANQUISTA
La muerte en atentado el 20 de diciembre de 1973 del Presidente del Gobierno, el almirante Carrero Blanco, marca el declive del régimen franquista, cuyo aislamiento y soledad en la democrática Europa quedaron aún más patentes tras la desaparición de las últimas dictaduras derechistas: las de Grecia y Portugal.
El Franquismo demostró su incapacidad de renovarse, como se puso de manifiesto con el presidente que sucedió a Carrero, Carlos Arias Navarro. Éste, en un discurso ante las Cortes pronunciado en febrero de 1974, anunciaba una política aperturista, promesa que quedaría invalidada por los hechos. Dentro del régimen se creó una división entre reformistas e inmovilistas (éstos últimos serían bautizados por la prensa como “el búnker”, en alusión a las construcciones fortificadas de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial). El presidente, en principio favorable a realizar algunos cambios, en la práctica se situó sin embargo en las posiciones más inmovilistas.
Hechos importantes ocurridos en este tramo final del Franquismo son:
§ El crecimiento de la oposición democrática, liderada por el Partido Comunista de España (y su sindicato Comisiones Obreras en el mundo laboral). Las huelgas y manifestaciones crearon un clima de constante inseguridad.
§ El distanciamiento de la Iglesia Católica respecto al régimen, lo que provocó algunos incidentes en las relaciones Iglesia-Estado. Fue especialmente grave el llamado “caso Añoveros”, problema originado por una carta pastoral escrita por ese obispo de Bilbao, que fue leída en las parroquias vizcaínas. La carta sería considerada por el gobierno de Arias como un “atentado contra la unidad de España”. El obispo fue amenazado de expulsión del país, a lo que el presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Tarancón, respondió con la excomunión hacia los responsables de adoptar tal medida. Nunca estuvo tan deteriorada la relación del estado franquista con la Iglesia Católica que, no olvidemos, había sido uno de sus pilares. Finalmente, ambas partes llegaron a una solución de compromiso.
§ Aumento de las acciones terroristas por parte de diversos grupos de extrema izquierda (GRAPO, FRAP), pero sobre todo de ETA. La respuesta gubernamental será el endurecimiento de las penas, con la aplicación de cinco sentencias de muerte contra otros tantos terroristas, lo que generó una oleada de protestas en diversos países democráticos.
§ El problema del Sahara Occidental. Es una antigua colonia española que era ambicionada por su vecino Marruecos y, en menor medida, Mauritania. El rey de Marruecos, Hassán II, organizó una marcha pacífica que invadió la colonia española en octubre de 1975 (“Marcha verde”). Este gravísimo hecho estuvo a punto de provocar una guerra entre España y Marruecos y sólo se evitó al ceder el gobierno español al chantaje marroquí. Por el Tratado de Madrid España renunciaba a la soberanía sobre ese territorio, el cual quedaría repartido entre Marruecos y Mauritania (aunque posteriormente éste cedería su parte a aquél). El gobierno español incumplió su compromiso con los saharauis (y también con la ONU) de celebrar un referéndum de autodeterminación.
§ Desde 1973 España sufre las duras consecuencias de una profunda crisis económica internacional cuyo origen está en el aumento desorbitado del precio del petróleo. En el caso español la crisis es aún más grave que en otros países europeos debido a la fuga de capitales tanto nacionales como extranjeros, fenómeno que tiene estrecha relación con la incertidumbre política. El cierre de empresas, el aumento del paro y de la inflación crearon una atmósfera de inseguridad y alarma social. Los últimos gobiernos de Franco y los primeros de Juan Carlos no supieron adoptar medidas eficaces para combatir la crisis, por lo que ésta tendrá una mayor duración que en otros países de nuestro entorno.
La enfermedad definitiva de Franco comenzó el 15 de octubre de 1975. Tras más de un mes de lenta agonía, finalmente fallece el 20 de noviembre. Contrariamente a lo que muchos temían, este acontecimiento no provocó grandes tensiones, de manera que dos días después (y tal como estaba previsto) Juan Carlos I de Borbón tomaba posesión de la Jefatura del Estado con el título de rey. Empieza así la transición a la actual democracia, una transición que estuvo llena de dificultades.
5. EVOLUCIÓN DE LAS MENTALIDADES: LA CULTURA
Ya se ha comentado el férreo control que ejerció el régimen franquista sobre toda producción intelectual, periodística o artística a través de la censura. Y también sabemos que al final de la guerra civil se produjo una depuración masiva de maestros y profesores, siendo expulsados los que no comulgaban con los ideales del bando ganador. El estado, imitando a otros regímenes fascistas, creó la Prensa del Movimiento, organismo encargado de editar los periódicos oficiales. La radio, el cine (a través del NODO) y más tarde la televisión (creada en 1956), completaban el control de la información. Era imposible hacer la más mínima crítica al poder desde cualquier medio de comunicación.
La cultura oficial pasó también a todos los centros docentes. En las asignaturas humanísticas (Literatura, Filosofía, Historia) dominaba la tergiversación intencionada, cuya finalidad última era demostrar la equivocación de las ideas democráticas e izquierdistas. En su lugar se exaltaban las virtudes militares y sobre todo religiosas. De hecho la mayor parte de los colegios pertenecían a instituciones católicas.
4. ¿Por qué crees que la oposición al franquismo tuvo tan escasos resultados hasta la muerte del dictador? |
CONCEPTOS Y CRONOLOGÍA TEMA 13
1. Dictadura: régimen político autoritario en el que se suprimen las libertades políticas y los derechos de los ciudadanos. El poder político en todos sus aspectos (ejecutivo, legislativo y judicial) reside en el dictador, por lo general un militar, aunque a veces la dictadura la ejerce un grupo.
2. Franquismo: es el nombre que recibe en la historia el régimen instaurado por el general Franco a raíz de su victoria en la Guerra Civil. Sistema político de naturaleza personal y dictatorial que estuvo vigente en España desde 1939 a 1975.
3. Autarquía: política económica que pretendía la autosuficiencia económica de un país, renunciando a realizar intercambios con el exterior. La autarquía supone que el país pretende valerse de sus propios recursos, capital, trabajo y materias primas.
4. Leyes Fundamentales: se denominaba así al conjunto de leyes que reglaban los principios generales de funcionamiento de la dictadura franquista. Eran elaboradas por el Gobierno y a veces, sometidas a consulta y aprobación por las Cortes.
5. Falange Española: partido político fundado en 1933 por José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador. Su ideología se aproxima mucho a la del fascismo italiano y establece en su programa de 27 puntos su oposición al liberalismo y al parlamentarismo. Sus miembros visten una camisa azul como uniforme y son partidarios de la acción directa y violenta contra militantes y movimientos de izquierda.
6. Movimiento Nacional: denominación del partido único que ejercía el poder durante la vigencia del régimen franquista (FET y de las JONS) que fue adquiriendo paulatinamente la denominación de Movimiento nacional, institucionalizándose esa denominación en la Ley de Principios del Movimiento Nacional, en mayo de 1958.
7. Jefe del Estado: nombre que recibe la suprema magistratura política personal en cualquier Estado. En una monarquía es el Rey, en una República normalmente el Presidente de la misma. En el franquismo, el general Franco ostentaba esa denominación, junto a la de “caudillo”, como dictador que centralizaba en su persona un poder absoluto en todos los terrenos.
8. Plan de Estabilización: fue un conjunto de medidas de política económica impulsadas por el gobierno constituido por Franco en 1957, que representó la liquidación de los ideales económicos de la Falange y el nacimiento de un grupo político, los tecnócratas, modernos en lo económico y conservadores en lo político, cuya gestión inauguró una era de desarrollo en la historia del franquismo.
Cronología:
El gobierno español se declara neutral ante la II Guerra Mundial (1939)
Encuentro Franco-Hitler en Hendaya (1940)
Reclutamiento de la División Azul (1941)
Se aprueba el Fuero de los Españoles (1945)
España queda excluida del Plan Marshall (1948)
Fin del racionamiento del pan (1952)
Concordato entre España y la Santa Sede (1953)
La Asamblea General de la ONU admite a España (1955)
Gobierno de Tecnócratas (1957)
Las Cortes proclaman sucesor a don Juan Carlos (1969)
Atentado mortal de ETA contra Carrero Blanco (1973)
Muerte de Franco (1975)
EJERCICIO: COMENTARIOS DE TEXTO
Texto (PAU) 26. ALGUNOS ARTÍCULOS DEL FUERO DE LOS ESPAÑOLES. 1945
Texto (PAU) 27. EL CONVENIO DEFENSIVO ENTRE ESTADOS UNIDOS Y ESPAÑA. 1953
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