miércoles, 9 de noviembre de 2016

Anexo al Tema 3. Los reinos cristianos en los s. XIV y XV

AMPLIACIÓN TEMA 3
3. LA BAJA EDAD MEDIA (SIGLOS XIV Y XV)

El desarrollo político y económico delos tres grandes reinos peninsulares (Corona de Castilla, reino de Navarra y Corona de Aragón) durante los siglos XIV y XV es bastante diferente entre sí. Ello responde a dos modelos bastante divergentes, que son el reflejo de formas distintas de organizar los territorios.Mientras que el reino de Castilla plantea un modelo unitario que caminará hacia la formación de una monarquía autoritaria, la corona de Aragón presenta un sistema típicamente feudal basado en el pactismo entre las Cortes y el Rey.

La Corona de Castilla, desde su unificación en 1230 (Castilla y León), generó un proceso de centralización administrativa y de creación de un derecho general monárquico, el Código de las Siete Partidas (Alfonso X), que estableció una cierta uniformidad jurídica del reino, y quedó definitivamente asentado en el Ordenamiento de Alcalá promulgado por Alfonso XI en 1348. Este proceso centralizador contó con la oposición de la nobleza y los concejos, al reforzar el poder real. Solo las tierras vascas incorporadas a Castilla siguieron rigiéndose por sus normas habituales y sus fueros particulares.

En la Corona de Aragón, el poder nobiliario impulsó el pactismo, por el cual el monarca veía limitadas sus atribuciones. Así, el ejercicio del poder se basaba en un equilibrio entre el poder real y las diferentes instituciones, y el monarca estaba sometido al control de la nobleza a través de las Cortes. El pactismo quedó definitivamente consolidado a finales del siglo XIII, cuando Pedro III dotó a la Cortes de la función legislativa, hasta entonces exclusiva del monarca. Las leyes se aprobaban en común y el rey se comprometía a respetar las leyes de cada reino (en Cataluña los Usatges, en Aragón los Fueros y en Valencia los Furs)

Las Cortes eran la reunión de los tres brazos o estamentos (nobiliario, eclesiástico y ciudadano) con el rey. El monarca solía convocarlas para pedir recursos económicos para sus campañas militares (subsidios). Las primeras Cortes que se crearon en la Península fueron las del reino de León en el año 1188 y, más adelante, las del reino de Castilla (1217). Con la unión de los reinos de Castilla y León, las Cortes comenzaron a convocarse juntas. Las Cortes castellanas mantuvieron siempre un carácter consultivo y de aprobación de los subsidios.

En la Corona de Aragón, cada reino tenía sus propias Cortes (Aragón, Cataluña y Valencia). A diferencia de Castilla, gozaban de una cierta función legislativa y votaban los impuestos. A partir del siglo XIV se creó en Cataluña una delegación permanente de las Cortes, que recibió el nombre de Generalitat y cuya función era recaudar impuestos y vigilar por el cumplimiento de las leyes.
3.1. Crisis en la corona de CASTILLA

Los nobles quisieron afianzar su predominio en la sociedad e imponer su voluntad a los monarcas. La alta nobleza y la Iglesia se opusieron a Pedro I de Castilla (1350-1369) porque quiso someterles, y apoyaron a su hermanastro Enrique de Trastámara. Tras años de guerra civil (1366-1369), el bando nobiliario consiguió vencer y proclamar rey a Enrique II (1369-1379), que inició la dinastía Trastámara en Castilla. Pero la nueva casa reinante también intentó fortalecer su poder a través de centralizar el poder, y por ello se limitaron la funciones de las Cortes y se impulsó el desarrollo de instituciones reales como la Audiencia (1371) o la reforma del Consejo Real (1385). La nobleza no lo aceptó y se enfrentó a este aumento del poder de la monarquía. Entre 1419 y 1479 se formaron numerosos bandos nobiliarios que dieron lugar a numerosas guerras civiles. En el reinado de Juan II (1406-1454) se enfrentaron los partidarios de la monarquía, los infantes de Aragón y la alta nobleza castellana. Ganó la alta nobleza y dominó en tiempos de Enrique IV (1454-1474), dando lugar a un periodo de anarquía y escasa autoridad real. A la muerte de este rey de nuevo estalla otra guerra civil (1474-1479) entre la hermana del rey, Isabel, apoyada por la nobleza, y la hija de Enrique IV (Juana la Beltraneja).

3.2. Crisis y decadencia en la corona de ARAGÓN

Las dificultades económicas y financieras que afectaron a Cataluña, unidas a las catástrofes demográficas y al colapso comercial provocado por el avance turco en el Mediterráneo, coincidieron con el problema de la sucesión dinástica tras la muerte, sin descendencia, del último monarca de la Casa de Barcelona, Martín I el Humano (1410).

La crisis política se resolvió mediante el Compromiso de Caspe (1412), que reunió a representantes de los tres territorios (Aragón, Valencia y Cataluña) en dicha ciudad para elegir monarca entre los distintos candidatos. Se nombró a Fernando de Antequera, con lo que una rama de los Trastámara castellanos pasó a reinar en la Corona de Aragón. Los Trastámara intentaron reforzar la autoridad monárquica y se encontraron con la oposición de las clases privilegiadas. Alfonso V el Magnánimo buscó el apoyo de los payeses remensas(siervos agrícolas), pero lejos de solucionar el enfrentamiento, en tiempos de Juan II de Aragón (1458-1479), se produce una guerra civil (1462-1672) que enfrentó al monarca con las clases dirigentes catalanas, a estas con los campesinos remensas y los grupos de poder de la ciudad de Barcelona entre sí por el control de la misma. Finalmente, Juan II logró imponerse y optó por la reconciliación (Capitulación de Pedralbes de 1472), aunque sin dar solución a los problemas que habían provocado la guerra. La pacificación del campo no se realizó hasta el año 1486, con la Sentencia Arbitral de Guadalupe, dictada por el nuevo rey Fernando el Católico, que abolió definitivamente la remensa y los malos usos, pero confirmó el régimen señorial.

4. LA ECONOMÍA Y LA SOCIEDAD DE LOS REINOS CRISTIANOS

Durante los siglos IX al XI la economía de los reinos y condados cristianos se basó casi exclusivamente en la ganadería y la agricultura, orientada hacia el autoconsumo, igual que la pequeña producción artesanal local. A partir del siglo XII, la situación cambió. En la Corona de Aragón la conquista de tierras de Lleida y de Tortosa a los musulmanes reactivó la agricultura, pero sobre todo permitió la conexión con las rutas comerciales del Mediterráneo. Muy pronto, las ciudades costeras, especialmente Barcelona, se especializaron en un comercio de reexportación de productos del Norte (Francia y Flandes) y locales (pieles, armas, aceite) hacia otros lugares del Mediterráneo.

También en León, Castilla y Navarra, el avance de la frontera hasta la línea del Tajo hizo posible una mayor estabilidad, el crecimiento demográfico, el aumento de la agricultura y la artesanía y la venta de excedentes. Aparecieron nuevas ferias y mercados y, además, las numerosas parias cobradas a los reinos de taifas y la consolidación del “Camino francés” de la ruta de Santiago activaron el comercio a larga distancia.

Los siglos XII y XIII habían sido de expansión económica en toda Europa y, como hemos visto, también en los reinos hispánicos. Pero la llegada a Occidente de una terrible epidemia, conocida como la Peste Negra (1348), inauguró una etapa de catástrofes demográficas, crisis agrícolas y enfrentamientos sociales (siglos XIV y XV). Entre 1310 y 1346 se sucedieron malas cosechas que provocaron la desnutrición de la población y una gran mortalidad con la llegada de la Peste Negra. La disminución del número de campesinos provocó el abandono de explotaciones agrícolas y una bajada de la producción. La nobleza impuso nuevos impuestos y los campesinos se levantaron contra el endurecimiento de la servidumbre. En las ciudades se producen revueltas por la falta de abastecimiento y en el ámbito políticose inicia un periodo de luchas entre nobleza y monarquía por imponer su autoridad.
4.1. Economía en Castilla
En Castilla, a partir de los siglos XII-XIII, la ganadería pasó a convertirse en el factor fundamental del desarrollo económico. Las enormes extensiones de tierra conseguidas con la conquista del territorio andalusí fomentaron la cría de ovejas merinas, que producían una lana de gran calidad, y que tenía mucha demanda en Europa. Esto impulsó el enriquecimiento de los grandes propietarios de ganado (monasterios, concejos y nobles) a costa de los agricultores, que vieron cómo se frenaba el crecimiento de la producción agrícola.

Para promover la ganadería se creó el Honrado Concejo de la Mesta (1273), que agrupaba a los ganaderos y organizaba la trashumancia (las cañadas, los privilegios de paso, etc.). La invasión de las tierras de cultivo por los rebaños provocó numerosos conflictos con los agricultores, en los que la monarquía, también propietaria de grandes rebaños, siempre favoreció a la Mesta.
La Corona de Castilla mantuvo una economía basada en la exportación de materias primas (lana castellana y hierro vasco) a través de Burgos y los puertos del Cantábrico y en la importación de productos manufacturados. Los beneficios de la exportación de lana se concentraron en manos de la nobleza y del alto clero, que se consolidaron como los grupos sociales más ricos y poderosos de Castilla, pero dificultó el desarrollo de las manufacturas locales (Cuenca, Béjar, Zamora, Ávila y Segovia), que tenían que soportar la competencia de las telas importadas de los Países Bajos. Esta situación obstaculizó el nacimiento de una burguesía que pudiese servir de contrapeso al poder de la nobleza.
4.2. Desarrollo económico en la Corona de ARAGÓN
En las tierras aragonesas se consolidó una sociedad agraria con grandes propietarios nobiliarios, en la que tuvo mucho peso la ganadería ovina. La ganadería de secano era socialmente de cereales (trigo), pero existía una próspera agricultura de regadío en las zonas de influencia musulmana, en las que los mudéjares mantenían los riegos y las acequias, y en las ricas huertas valencianas. En las ciudades se multiplicaron las actividades artesanales (textil, metalurgia, naval, etc.), que se vieron estimuladas por el comercio marítimo, impulsado desde los puertos de Barcelona, Palma y Valencia.

Desde el siglo XIII al XV, la Corona de Aragón desarrolló un floreciente comercio internacional en el mar Mediterráneo. Las rutas más frecuentes se dirigían hacia Cerdeña y Sicilia, el mar Egeo, el Imperio bizantino y el Norte de África. Los barcos salían cargados con tejidos, aceite, herramientas y armas de hierro. De regreso traían especias, tejidos de seda y trigo. Para defender los intereses de los comerciantes en los principales puertos del Mediterráneo se crearon los Consulados de Mar. Estas actividades favorecieron el desarrollo de una influyente burguesía comercial que ejerció el control de las instituciones ciudadanas.

Pero las catástrofes demográficas y agrícolas del siglo XIV provocarán el colapso del comercio marítimo, sobre todo en Cataluña, unido al avance de los turcos en el Mediterráneo. La disminución del comercio provocó la reducción de la demanda de productos artesanales y manufacturados, y las actividades urbanas fueron menguando.

La monarquía y los municipios vieron reducir sus recursos como consecuencia de la disminución de los impuestos que recaudaban del comercio y las actividades artesanales y manufactureras. Todo ello favoreció la transformación de muchos nobles y burgueses en rentistas, que abandonaron la inversión productiva o comercial, para invertir en deuda y hacer de prestamistas. En consecuencia, las actividades productivas decayeron aún más y agravaron la decadencia económica de Cataluña.
La crisis, que se mantendría durante las dos centurias siguientes, comportó el declive de la actividad artesanal y comercial en las ciudades de Cataluña, y su empuje económico decayó. Mientras, Valencia se recuperó con mayor rapidez, convirtiéndose en el principal puerto comercial y centro económico de la Corona de Aragón a lo largo del siglo XV.
4.3. la sociedad
La sociedad medieval estaba articulada alrededor de tres estamentos: la nobleza y el clero constituían los grupos privilegiados, mientras el estado llano estaba formado por el campesinado y una incipiente burguesía de las ciudades. Los privilegiados basaban su poder en la posesión de tierras, estaban exentos del pago de impuestos y sometidos a leyes especiales.

La España medieval no siguió exactamente los patrones de feudalización de otros lugares de Europa. La ocupación musulmana, la guerra intermitente, pero constante durante cinco siglos, y las formas de repoblación del territorio, originaron formas de poder monárquico y nobiliario diferentes y condicionaron la categoría social y jurídica del estado llano.

Dentro de los privilegiados podemos incluir:
-   La alta nobleza, que con las repoblaciones se convirtió en propietaria de grandes extensiones de tierra.
-   La pequeña nobleza (hidalgos, infanzones, caballeros, etc.), que al finalizar el proceso de conquista fue empobreciéndose paulatinamente.
La vinculación de la tierra a los linajes nobiliarios se consolidó en el siglo XIV con la institución del mayorazgo, que permitía mantener el patrimonio a estas familias porque no se dividía.
-   El clero, que poseía también grandes señoríos, cuyos ingresos se completaban con el obligado pago del diezmo.

Los campesinos constituían la mayor parte de la población, pero su situación no era homogénea. En la mayor parte del Norte peninsular predominaban los campesinos libres y propietarios de pequeñas extensiones, mientras que en Cataluña estaban sujetos a servidumbre. En el Sur, el avance de la conquista cristiana supuso la configuración de grandes señoríos nobiliarios y eclesiásticos trabajados por campesinos también en régimen de servidumbre.

La burguesía conoció una notable expansión a partir del siglo XIII con el crecimiento de las ciudades, sobre todo en la Corona de Aragón, donde el desarrollo de actividades manufactureras y comerciales enriqueció a este grupo social, que fue ganando influencia. La burguesía se fue convirtiendo en la gran financiera de las monarquías a través de su representación en las Cortes y en los concejos municipales.

Existían dos importantes minorías, los judíos y los mudéjares, así como algunas formadas por mercaderes de otros reinos (genoveses, francos, etc., muchas veces protegidos por los monarcas). Los primeros habitaban en las juderías de las ciudades y se dedicaban preferentemente al comercio, a la artesanía y al préstamo. Las relaciones con los judíos fueron buenas hasta el siglo XIII, cuando empezaron a ser frecuentes las persecuciones y asaltos a las juderías (progroms).Los mudéjares, musulmanes que no habían huido tras la conquista cristiana, se dedicaban fundamentalmente al cultivo de la tierra. Aunque vivían marginados, no fueron perseguidos debido a su situación de pobreza.

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