sábado, 12 de mayo de 2018

Historia de España. Tema Ebau la romanización


LA HISPANIA ROMANA                                                          
1.1.       La conquista romana
La conquista romana fue el proceso histórico de dominio y control militar del territorio de la península Ibérica por parte de Roma. Dicho proceso fue bastante dilatado en el tiempo (218 a.C. -19 a.C.), pero logró la total integración del territorio hispánico en el Imperio romano.
Ø  La segunda guerra púnica (218-197 a.C.)
El interés romano por la península Ibérica surgió durante el siglo III a.C. en el contexto de la segunda guerra púnica. Las guerras púnicas enfrentaron intermitentemente a Roma con Cartago por lograr la hegemonía en el mar Mediterráneo occidental entre el 264 a.C. y el 146 a.C. La victoria romana facilitó su expansión por toda esta área geográfica.
La península Ibérica era la vía de suministros del ejército cartaginés que, mandado por Aníbal, atacaba Italia. Roma decidió conquistar la Península para cortar esta ruta. El principio de la presencia militar romana se concretó en el año 218 a.C. con el desembarco de varias legiones al mando de Publio Cornelio Escipión en Emporion (Ampurias).
Desde esa fecha y hasta aproximadamente el 202 a.C. las tropas romanas no solamente derrotaron a los cartagineses, sino que también conquistaron toda la costa mediterránea peninsular, el valle del Guadalquivir y parte del valle del Ebro. Para ello atrajeron por la fuerza o mediante alianzas a los diversos pueblos iberos.
Ø  La conquista del interior peninsular (197-31 a.C.)
En esta etapa el interés romano se centró en la conquista de la zona interior –ambas Mesetas y el actual territorio portugués–. Esta vez la oposición de los pueblos peninsulares fue mayor, especialmente de los celtíberos y de los lusitanos. Ejemplo de esa dificultad fue la actuación del caudillo lusitano Viriato, quien derrotó a diversos generales romanos hasta ser vencido en el 139 a.C. También fue destacable la feroz resistencia a la conquista que presentaron algunas ciudades; el mejor ejemplo fue Numancia, cuyo asedio duró prácticamente diez años hasta ser tomada en el 133 a.C. tras el suicidio colectivo de muchos de sus defensores.
El resultado de estas guerras fue que casi toda la Península quedó bajo dominio romano. Solamente la cornisa cantábrica más occidental, de escaso interés estratégico y económico, se resistió.
Paralelamente Hispania fue escenario también de las guerras civiles que afectaron a Roma durante el siglo I a.C.
Ø  Sometimiento de los pueblos de la cornisa cantábrica (31-19 a.C.)
El sometimiento de la cornisa cantábrica se inició con las guerras cántabras (29 a.C.), que acabaron con el control más o menos efectivo de cántabros, astures y galaicos por el emperador Augusto.
De esta forma toda la península Ibérica quedaba integrada en el Imperio romano, al que perteneció durante casi cinco siglos más. En este tiempo, la impronta de la civilización romana fue poco a poco dominando todos los aspectos de la vida cotidiana de los pobladores hispanos y su historia se integró plenamente en las vicisitudes del Imperio romano. Los hispanos se sentían miembros del mundo romano y no pueblos ocupados.
1.2.       Factores del proceso de la romanización (Romanización)
Introducción.La romanización es el proceso de transformación gradual de los pueblos prerromanos que habitaban en la Península, en ciudadanos del Imperio Romano. Este proceso consistió en la asimilación de sus costumbres, organización política, jurídica, social y, muy especialmente, la lengua (el latín).Todo este proceso de asimilación se vio favorecido por la integración de Hispania en el sistema económico del imperio y la cohesión territorial. Además fue destacable el papel del ejército como medio de integración de los indígenas y, como elemento fundamental, la extensión de la ciudadanía romana por el emperador Caracalla a todos los hombres libres en el 212 d.C. Todo este sistema llegará a su fin a partir del siglo III d.C., que iniciará un periodo de declive dentro del Imperio romano, que durará más de dos siglos y que pondrá las bases de un sistema de poder más atomizado, lo que conocemos como Edad Media. A continuación hacemos un recorrido por cada uno de los aspectos que más contribuyeron a la romanización de la península Ibérica.
Ø  Organización político-administrativa
Antes de que toda la Península estuviese conquistada militarmente, los romanos comenzaron a aplicar sus criterios de organización administrativa y delimitación política del territorio. Como consecuencia de esta política, el espacio hispánico fue dividido en diversas circunscripciones para su mejor administración y control. Estas circunscripciones fueron las provincias. Cada una de ellas estaba dirigida por un pretor asesorado por elConsilium. Se subdividían en conventos jurídicos como centros judiciales. Para la cuestión hacendística estaba el cuestor, que elaboraba el censo que controlaba los impuestos.
Había dos tipos de provincias: senatoriales (controladas por el Senado romano) o imperiales (controladas por el emperador). Su número fue evolucionando a lo largo de la dominación romana. Inicialmente fueron dos provincias:
§  la Citerior (la zona más cercana a Roma –costa mediterránea y valle del Ebro–)
§  la Ulterior (la zona más lejana a Roma –valle del Guadalquivir y parte occidental de la Península–)
Tras la dominación de todo el territorio, en la época de Augusto (27 a.C.) se crearon tres provincias: Bética, con capital en Corduba; Lusitania, con capital en Emerita Augusta, y Tarraconense, con capital en Tarraco. Posteriormente, en el siglo IV d.C. se subdividió en cinco provincias: Tarraconense, Cartaginense, Bética, Lusitania y Galecia. Aún se añadieron dos posteriormente, la Baleárica y la Mauritana-Tingitana.

Ø  Vías de comunicación
Con el objeto de controlar su amplio territorio, Roma se dotó de una excelente red de comunicaciones. En Hispania las vías principales eran la vía Augusta (conectaba la franja mediterránea con Roma), la vía de la Plata (unía Hispalis con Emerita Augusta y Asturica Augusta) y la vía Transversal (unía Emerita Augusta con Cesaraugusta atravesando toda la Meseta). Estas calzadas se convirtieron en ejes comerciales, pues enlazaban zonas y ciudades del interior entre sí y de éstas con los puertos. Numerosos puentes de la época permitían salvar los obstáculos naturales por donde transcurrían las carreteras romanas.
Ø  La ciudad
En el mundo romano las ciudades se convirtieron no sólo en centros político-administrativos, sino también económicos, sociales, culturales, etc. Se revitalizaron las ciudades fundadas por los colonizadores y los indígenas, y nacieron otras nuevas. Pero no todas poseían el mismo status. Podemos distinguir varios tipos de ciudades:
§  Colonias: son fundaciones romanas a imagen de la Urbe como Barcino, Tarraco, Emerita Augusta, Cesaraugusta, Bilbilis, Hispalis, Italica. Muy populosas algunas, en ellas se elevaban multitud de edificios administrativos, teatros, coliseos, acueductos y otros de utilidad pública.
Entre las ciudades indígenas podemos distinguir entre:
§  Ciudades estipendiarias: tomadas por la fuerza, por ello estaban obligadas a pagar un estipendio o tributo, y sometidas fuertemente al pretor, máxima autoridad romana.
§  Federadas: conservaban sus derechos, pero estaban obligadas a prestar auxilio a Roma y facilitar víveres para el ejército.
§  Inmunes: disfrutaban de gran autonomía y estaban exentas[1] de pagar impuestos.
Ø  Organización económica.-
El aumento de la producción agrícola y del comercio redundó en un crecimiento de la población peninsular (7 millones de habitantes). La tierra era símbolo de prestigio y riqueza. Se crearon grandes latifundiosen manos de la aristocracia senatorial y se repartieron tierras entre colonos (antiguos soldados, por lo común, de origen italiano), lo que supuso un crecimiento de la producción agrícola (basada en la triada mediterránea: trigo, vid y olivo). Aumentaron los regadíos (canales de Murcia y de Valencia), utillaje agrícola más moderno, nuevas técnicas de cultivo (abonos, rotaciones). Hispania se convirtió en colonia comercial respecto a la metrópoli y exportaba al resto del Imperio vinos, aceite de oliva, minerales y esclavos. A cambio, importaba productos manufacturados: cerámica, tejidos y objetos de lujo. Las ricas minas peninsulares pasaron a propiedad del estado, entre ellas destacaban las del oro del Noroeste, plomo de Sierra Morena, plata y cobre de Cartagena, cobre de Riotinto y mercurio de Almadén.
Ø  Organización social
El Imperio romano era una sociedad esclavista muy jerarquizada y con distintos grados de derechos políticos y jurídicos. Entre la población libre encontramos:
§  el orden senatorial, que eran ciudadanos romanos dueños de grandes latifundios y muy ricos.
§  el orden ecuestreo caballeros, procedentes en su mayoría de las aristocracias de los pueblos sometidos y que controlaban los cargos políticos locales y provinciales. Tenían propiedades de tamaño medio o eran comerciantes y manufactureros.
§  la plebe, que era el grupo más bajo de los hombres libres y estaba formado por pequeños propietarios agrícolas, artesanos y trabajadores libres.
Después encontramos a los esclavos, que estaban por debajo de todos los demás, puesto que no tenían derechos ni eran libres. Procedían en su mayoría de los ejércitos vencidos por Roma.
No obstante, siendo libres, no todos poseían los mismos derechos. Hay ciudadanos romanos, latinos y súbditos del Imperio. Conforme avanza el tiempo, tienden a unificarse, culminando este proceso por la  Constitutio antoniniana (Caracalla, 212 d.C.), que concede la ciudadanía romana a todos los habitantes libres del Imperio.

Ø  Asimilación de la cultura romana
La dominación romana de Hispania supuso que su cultura, sus costumbres, sus leyes y su religión se impusieran sobre los pueblos autóctonos.
El latín y su uso se extendió por todo el territorio, pero especialmente en las zonas meridional y mediterránea. Su difusión le permitió imponerse sobre las lenguas autóctonas que, no obstante, no desaparecieron totalmente. De él derivarían nuestras lenguas, y sólo el vasco, atrincherado tras las montañas del norte, pudo pervivir como lengua no romance. Algunos relevantes autores latinos fueron de origen hispano: Mela (geógrafo), Séneca (filósofo) o Lucano (historiador).
El uso del derecho romano se extendió por toda la Península. Su empleo no solamente regulaba las relaciones privadas, sino también las instituciones políticas y su funcionamiento. Sirvió para cohesionar la sociedad y difundir los principios de justicia y convivencia. Todavía hoy es uno de los fundamentos del derecho occidental.
La dominación romana impuso también las creencias religiosas propias del Imperio romano. Se respetaron las creencias locales pero era obligado el culto al emperador y a los tres dioses de Roma: Júpiter, Juno y Minerva (la Triada Capitolina). Más tarde, a partir del siglo III d.C., se difundió también el cristianismo en Hispania. En un principio los cultos cristianos fueron perseguidos porque sus fieles se negaban a adorar a los dioses romanos y, sobre todo, a dar culto al emperador. Pero el Edicto de Milán (313 d.C.) decretó la libertad religiosa y reconoció legalmente el cristianismo, que pasó a convertirse en la iglesia oficial del Estado con el emperador Teodosio I en el año 380.
También podemos observar restos del dominio romano en infinidad de obras públicas, como los acueductos (Segovia), las murallas (Lugo), los puentes (Alcántara), los teatros (Mérida, Sagunto, Cartagena), los anfiteatros (Itálica), los monumentos funerarios (Torre de los Escipiones), los arcos de triunfo (Bará, Medinaceli) o los templos (de Diana en Mérida).
Ø  La crisis del siglo III
Durante el siglo III el Imperio Romano entra en un periodo de crisis en todos los ámbitos debido a la dificultad de administrar territorios tan amplios. Los elementos que caracterizaron esta crisis fueron: debilitamiento del poder imperial (emperadores militares), con la consiguiente autonomía de los gobernadores provinciales, revueltas campesinas, guerras civiles localizadas, presión de los pueblos bárbaros, etc.
Las causas políticas y militares pueden mostrarse a través de la acción de Diocleciano, que intentó atajar la crisis mediante una nueva división territorial-administrativa, pero el enorme peso impositivo del estado llevó a los grandes propietarios rurales a huir a sus villas (Ruralismo). Las ciudades comenzaron a decaer y, debido a la inseguridad reinante, el pueblo buscó la protección de esos terratenientes a cambio de entregarles sus tierras y trabajo. Es el sistema de colonato, antecedente del feudalismo. Esta ruralización atentaba contra las bases del Imperio y de todo el sistema esclavista que lo caracterizó (los esclavos ya no son rentables y el Cristianismo además critica su existencia). Paralelamente a este proceso, los pueblos germanos (bárbaros) van infiltrándose en el territorio imperial, pacíficamente unas veces (como federados de Roma) o de forma violenta.
Entre las causas económicas es destacable la escasez de mano de obra esclava como consecuencia de la finalización de las guerras de conquista. Paralelamente, las incursiones de los pueblos bárbaros cortaron las relaciones comerciales. Las ciudades se resintieron y comenzaron a despoblarse.
Como conclusión podemos decir que la conjunción de todos estos factores minaron la cohesión y fortaleza del mundo romano, que se había conseguido a través del proceso de romanización. La consecuencia de esta situación fue un imperio atomizado sin una autoridad central fuerte capaz de mantener la unidad y de defender las fronteras. Estamos asistiendo al final de una época histórica de desarrollo y crecimiento, en donde la península Ibérica participó a través de la asimilación de las costumbres romanas. Comienza ahora una etapa involutiva de la historia de hombre, caracterizada por un retroceso en todos los campos, dominados por el secretismo de la religión y el abandono de estructuras de gobierno complejas. La Edad Media sienta sus bases en el declive del mundo romano e inicia un conjunto de cambios que afectarán al territorio de la Hispania romana.


[1]Exento: no estar obligado al pago de algo

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