TEMA 5 (parte A): La
política exterior de los Austrias Mayores.
Con la expresión “Austrias
mayores” se hace referencia a los monarcas que reinaron durante la mayor parte
del siglo XVI: Carlos I (1516-1556) y Felipe II (1556-1598). Pertenecían a la
dinastía de los Habsburgo (Casa de Austria) y su apelativo de “mayores” se debe
a que fueron los más poderosos su época. En Carlos, gracias a la política
matrimonial de los Reyes Católicos, recayó una gran herencia que le permitió la
formación de un gran imperio: Castilla y América por Isabel, Aragón y territorios
italianos (Nápoles, Sicilia) más el Rosellón y la Cerdaña por Fernando, Flandes
y Borgoña por María y el archiducado de Austria y sus dominios, más el título
de emperador (Carlos V) de Maximiliano.
Precisamente esta herencia
es la que va a condicionar la política exterior marcada por la defensa de su
integridad territorial, del catolicismo y el mantenimiento
de la hegemonía política en Europa.
Castilla fue el reino sobre el que recayó el peso económico y militar de esa
política. Elementos claves para sostenerla fueron la creación de un complejo
entramado administrativo y un poderoso ejército, los tercios. Dado el enunciado
de la pregunta nos centraremos en la evolución de la política exterior durante
sus reinados.
Si tuviéramos que señalar un
rasgo distintivo entre ambos reinados, podríamos afirmar, como hace J. Elliot, que mientras Carlos I se
dedicó casi plenamente a la política imperial, lo que se plasmo en mantener una
corte itinerante que viajaba con él, Felipe II, calificado por G. Parker como rey
meticuloso y poltrón, se centró principalmente en los asuntos peninsulares lo
que le llevo a fijar la corte y la capital en Madrid y más tarde en el palacio
del Escorial; tanto es así, que su política exterior realmente está marcada por
los problemas heredados y no
solucionados del reinado de su padre: luchas con Francia, contra los turcos y
los religiosos, ahora traslados a los Países Bajos, a los que habrá que sumar
un nuevo enemigo, la Inglaterra de Isabel I.
Desarrollo.- Para una
exposición más clara y didáctica, expondremos la política exterior de cada
reinado de forma individualizada.
Política
exterior de Carlos I-V (1517-1556)
La política exterior de
Carlos V estuvo marcada por los intereses dinásticos de los Austrias. Su ideal era una monarquía universal y
cristiana dirigida por un doble poder: el espiritual, que correspondía al
papado, y el terrenal al emperador. Esto explica los principales problemas de
su reinado:
-
Enfrentamiento con Francia: Francisco I.
La rivalidad había sido una
constante de la política exterior de Fernando el Católico. Está época está
marcada por la superioridad española. El conflicto está motivado por el control
de los territorios italianos (Milanesado) así como por los territorios de
Flandes y Borgoña. El conflicto se inicia en Italia, donde las aspiraciones de
ambos reyes chocan. Carlos venció a los franceses en la batalla de Pavía
(1525), donde cayó prisionero el rey francés Francisco I. El conflicto no finalizó
ahí, pues Francia se alió con el papa Clemente VII. Ello provocó la ocupación y
más tarde el saqueo de Roma (1527) por las tropas de Carlos I y la firma de la
Paz de Cambrai (1529). Un nuevo
enfrentamiento dio lugar a la Paz de Crépy (1544), aunque la victoria definitiva
sobre Francia no llegó hasta la Paz de Cateau-Cambrésis, en 1559, ya en tiempos
de Felipe II.
-
La amenaza turca.
El Imperio otomano que
se había expandido por los Balcanes ocupó Hungría y sitió en varias ocasiones
Viena, por lo que amenazaba las posesiones imperiales de Austria. Además el
sultán Solimán apoyaba la piratería que desde el norte de África, asaltaba las
rutas comerciales y las plazas fuertes del norte de África, llegando a saquear
los pueblos costeros de España e Italia.
Para ello Carlos V promovió una coalición cristiana contra los turcos, pero la conquista
de Túnez (1535), tras el fracaso de Argel (1541) no solucionó el problema y la
amenaza turca fue constante durante el reinado.
-
Problemas religiosos: enfrentamiento con
los protestantes.
Sin duda, la expansión
del protestantismo fue el problema más grave, ya que rompía la unidad
católica del Imperio. El fraile agustino Martín Lutero había pedido la reforma
de la Iglesia Católica en sus célebres 95 tesis en las que criticaba algunas de
las prácticas de la Iglesia. En la Dieta de Worms (1520) presidida por Carlos
hubo un intento de conciliación, pero Lutero se negó a retractarse y se puso
bajo la protección de Federico de Sajonia, primer príncipe alemán que adoptó el
protestantismo, que se fue extendiendo al ser utilizado por los príncipes
alemanes para lograr una mayor independencia política y aumentar sus posesiones,
ya que podían hacerse con las propiedades de la Iglesia Católica.
Desde ese momento la lucha
contra el protestantismo se convirtió en la principal preocupación del
emperador. Fue un enfrentamiento político-militar y eclesiástico. Militarmente
enfrentó a los príncipes protestantes alemanes que formaron una alianza (Liga
Smalkalda, 1531) a los que derrotó en la batalla de Mühlberg (1547). Pero el
acuerdo no llegó hasta la Paz de Augsburgo (1555) que concedió libertad religiosa a los príncipes y supuso
el fracaso de la idea de unidad religiosa en el continente.
Tras el fracaso de la unidad
religiosa, Carlos V renunció a la corona y dividió sus posesiones entre su hijo
Felipe y su hermano Fernando. Al primero le otorgó el núcleo central de su imperio:
la Monarquía Hispánica, a la que sumó los territorios borgoñones en los Países
Bajos y el centro de Europa. A su hermano le dejó los territorios de la casa de
Austria en Alemania y el título de emperador del Sacro Imperio. Después se retiró
al monasterio de Yuste, en Extremadura, donde pasó sus últimos años.
La
política exterior de Felipe II (1556-1598)
La política exterior de
Felipe II es llamada por historiadores como Elliot, Lynch, Dominguéz Ortiz y otros
como la “política heredada” pues en lo esencial estuvo inspirada por los mismos
principios que la de Carlos I: hegemonía en Europa, lucha contra los turcos en
el Mediterráneo y defensa de la ortodoxia católica, a la que se añadieron dos
problemas nuevos: la sublevación de los Países Bajos y la rivalidad con
Inglaterra.
§ Enfrentamiento
con Francia
Apenas iniciado su reinado la
rivalidad con Francia le llevó a enfrentarse a Enrique II. Con ayuda inglesa
derrotó a los franceses en la batalla de San Quintín, 1557 y la Paz de
Cateau-Cambresis puso fin las pretensiones de Francia sobre Italia. Para sellar
el acuerdo Felipe II se casó con Isabel de Valois, hija del rey francés. Pero el
enfrentamiento continuo durante todo el reinado, pues en las Guerras de
religión que se sucedieron en Francia Felipe II apoyo a los católicos frente a
los calvinistas u hugonotes, hasta que finalmente Enrique IV se convirtió al
catolicismo y firmó la Paz de Vervins (1598).
§ Enfrentamiento
con los turcos.
La presión turca-berberisca
en el Mediterráneo seguía latente. El detonante fue el ataque turco a Chipre,
lo que precipitó la formación de la Santa Liga (Venecia, Papa y España) que
comandada por Juan de Austria venció a la flota turca en Lepanto en 1571, lo
que frenó el empuje turco hacia occidente.
§ Unión
con Portugal
Al morir sin descendencia el
rey de Portugal, Felipe II hizo valer sus derechos al trono luso, consiguiendo
ser nombrado rey de Portugal en 1580, momento en que se acuña la famosa frase de;
“en el imperio español nunca se pone el sol”.
§ Países
Bajos
Será
el dominio que creará más problemas a la monarquía. La nobleza católica se
quejaba de la presencia de los tercios españoles y la prepotencia del general
Granvela. Este descontento generó una primera rebelión. Felipe II envía en 1567
al Duque de Alba, quien la reprime con gran dureza a través del Tribunal de los
tumultos o de la Sangre. La represión agravó el problema, pues el descontento
se extendió y se inició una segunda rebelión produciéndose un enfrentamiento
entre las provincias calvinistas del norte (Unión de Utrech) y las católicas
del sur (Unión de Arrás). Los siguientes embajadores (Luis de Requesens, Juan
de Austria y Alejandro Farnesio) tampoco solucionaron los problemas
político-religiosos. Para calmar la sublevación Felipe II nombró a su hija Isabel
Clara Eugenia gobernadora de los Países Bajos.
§ Inglaterra
Tras el reinado de María de
Tudor, su hermanastra Isabel restauró el anglicanismo iniciando así una política
de oposición a Felipe II: apoyo a la piratería contra el comercio español con
América y apoyo a los rebeldes holandeses (calvinistas). Para poner fin a ello
Felipe II decidió enviar la Gran Armada (La Invencible) con 130 barcos con la
intención de desembarcar en Inglaterra, destronar a Isabel y restaurar el catolicismo.
Pero la flota se dispersó por el mal tiempo en el Canal de la Mancha y fue atacada
y vencida por los ingleses, regresando muy pocos barcos.
Conclusión:
Con Carlos I, nieto de los
Reyes Católicos, se entronizó una nueva dinastía, los Habsburgo, conocidos como
los Austrias. Tanto Carlos, como su hijo Felipe II, reinaron sobre la mayor
parte del siglo XVI. Fueron denominados Austrias Mayores por la historiografía
tradicional en un afán por exaltar su política imperial y su hegemonía en Europa
y distinguirlos así de los Austrias del S. XVII llamados los Austrias Menores a
los que se responsabilizó del declive de España. Sin embargo, aunque es incuestionable
que la monarquía hispánica en el s. XVI se convirtió en la gran potencia hegemónica
de Europa, con un imperio colonial de grandes dimensiones al unirse a ella la
Corona de Portugal, lo cierto es que bajo su aparente grandeza económica y
política iba creciendo el germen de su decadencia futura, que manifestó en toda
su magnitud la centuria siguiente.
El siglo XVI, por tanto, fue
un período de la Historia de España en el que se combinaron las luces y las
sombras: junto a las grandes conquistas en el Nuevo Mundo y el brillo
deslumbrante de sus metales preciosos convivieron el endeudamiento crónico de
la monarquía y empobrecimiento de Castilla, en beneficio de la banca, la
industria y el comercio extranjero.
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TEMA 3 FOLIOS
RESUMEN FOLIO Y MEDIO.
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