martes, 9 de febrero de 2021

Historia España Bachillerato.- Tema libro: El Sexenio Democrático.

 TEMA 8. EL SEXENIO REVOLUCIONARIO (1868-1874)

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El periodo histórico 1868-1874 se conoce como Sexenio Democrático, porque por vez primera el ideario del sufragio universal y los derechos sociales aparecían en la vida política española. También ha recibido el adjetivo de “revolucionario”, porque durante seis años el país conoció una agitada etapa de cambios políticos, movimientos sociales, conflictos armados y soluciones fracasadas.

En este corto espacio de tiempo se sucedieron los cambios políticos, con innumerables gobiernos, y con varias modificaciones de régimen, incluidos una regencia, un cambio de dinastía y la instauración de una república, que a su vez tuvo diversas variantes.

El balance de estos seis años fue de cierta frustración para republicanos federales, carlistas y, sobre todo, las capas populares, que vieron en las reformas la posibilidad de un cambio de su situación. Pero durante toda esta etapa los sectores burgueses más acomodados, monárquicos o republicanos, mantuvieron un pulso con los sectores revolucionarios. El resultado final fue la derrota de esta última opción.

1.       LA “GLORIOSA” REVOLUCIÓN Y EL GOBIERNO PROVISIONAL

El malestar político, económico y social que se arrastraba desde años atrás condujo al pronunciamiento del almirante Juan Bautista Topete en la bahía de Cádiz el 19 de septiembre de 1868. El modelo político isabelino, forjado en torno a los partidos moderado y unionista, se había agotado. Una coalición de fuerzas progresistas, demócratas y unionistas descontentos firmaron en 1866 el Pacto de Ostende, que fue el primer episodio de un movimiento que acabó con el reinado de Isabel II.

El levantamiento militar de septiembre dio paso a un movimiento revolucionario conocido como La Gloriosa. Esta revolución tuvo algunas peculiaridades: fue resultado de una alianza entre progresistas y unionistas con la aprobación de los demócratas; aunque intervinieron militares de prestigio (Prim, Serrano, Primo de Rivera, Dulce, etc.), hubo una presencia destacada de civiles de las clases burguesas y medias; el objetivo era derrocar a la reina, no acabar con un gobierno; la difusión fue rápida y su éxito dio lugar a un amplio programa de reformas.

Pero fue una revolución «falseada», pues las juntas revolucionarias y los movimientos de base popular amparados por los demócratas fueron pronto excluidos o perseguidos (estos pedían el sufragio universal, supresión de los consumos y las quintas). La revolución era completar la transición iniciada en 1833 hacia una sociedad plenamente burguesa, apoyada en un sistema capitalista eficaz, cuyos actores eran hombres de negocios vinculados al poder político.

Tras el levantamiento militar, la revolución se extendió pronto desde Cádiz por toda la Península: Sevilla, Málaga, Córdoba, Huelva, La Coruña, Alicante, Santander. En San Sebastián, donde veraneaba la familia real, la noticia sorprendió a la corte, el gobierno de González Bravo dimitió y fue sustituido por un militar. Pero la incapacidad para hacer frente a la sublevación tuvo su reflejo en el combate del 28 de septiembre con tropas sublevadas, al mando de Serrano, y las fieles a la reina, dirigidas por el general Novaliches. Esta batalla tuvo lugar en el puente de Alcolea (Córdoba). El triunfo fue para los sublevados, lo que provocó que el 30 Isabel II abandonara con su corte el país en dirección a Francia.

El gobierno entregó el 29 de septiembre el poder en Madrid a una junta revolucionaria, que se encargó de regular la revolución. En general el programa revolucionario se ceñía al establecimiento de libertades políticas y civiles,  secularización del Estado, reforma de la Hacienda, libertad económica y rechazo de la dinastía borbónica. Las juntas estuvieron dominadas por las llamadas al orden, a preservar la propiedad y a la prudencia, desplazando las demandas radicales de raíz democrática y republicana.

El 3 de octubre la junta revolucionaria encomendaba al general Serrano la formación de un gobierno provisional, que se constituyó el día 8, tras la  llegada del general Prim. El 13 de octubre se establecía la disolución de las juntas.

El gobierno provisional, presidido por Serrano, lo formaban cinco ministros progresistas y cuatro unionistas, los demócratas quedaron fuera y con ellos el sector más revolucionario. Las primeras medidas se dirigieron a controlar la revolución: disolución de las juntas, reorganización de la Milicia Nacional, desarme de los Voluntarios de la Libertad[1] y restitución de la disciplina en el ejército. Una vez cumplido este objetivo, atendió algunas peticiones populares y las promesas recogidas en la proclama del 19 de septiembre:

§  supresión del impuesto de consumo

§  emancipación de los hijos de esclavos nacidos tras la revolución

§  decreto de libertad de enseñanza y reforma de la segunda enseñanza

§  decreto de libertad de imprenta.

El 25 de octubre, el gobierno mostraba en un manifiesto a la nación, su programa de reformas, cuyos pilares eran el sufragio universal y las libertades religiosas, de enseñanza, de imprenta, de asociación y de reunión. A ello se sumaron medidas de carácter económico y social: creación de la peseta como moneda nacional, ley de minas y arancel librecambista. Este programa definía un orden social conservador de carácter burgués, en el que los poderosos y acomodados moldearon la revolución, desoyendo las demandas populares y democráticas.

Este distanciamiento entre quienes apoyaban al gobierno provisional y que demandaban reformas más avanzadas, radicalizó al sector republicano del partido demócrata, que apostó por la república federal, mientras el sector moderado se inclinaba por la monarquía.

El gobierno provisional convocó elecciones municipales para diciembre, que dieron el triunfo a los republicanos en veinte capitales de provincia mientras el 15 de enero de 1869 tuvieron lugar las elecciones a Cortes Constituyentes, con mayoría de progresistas y unionistas, pero con un notable grupo de diputados republicanos (85). Ambas elecciones se hicieron mediante sufragio universal masculino, con casi cuatro millones de electores, hombres mayores de 25 años. Las sesiones de las Cortes se abrieron el 11 de febrero y su tarea se centró fundamentalmente en la elaboración de la nueva constitución.

1. ¿Por qué los firmantes del pacto de Ostende no consideraron la continuidad de Isabel II, junto con un cambio de gobierno?

2. ¿Por qué se considera a la revolución de 1868 una revolución falseada?

2.    LA REGENCIA DE SERRANO

Las Cortes Constituyentes iniciaron sus sesiones el 11 de febrero de 1869 y el debate del proyecto de nueva constitución el 6 de abril. El texto constitucional se promulgó dos meses más tarde, el 6 de junio, después de aprobarse por amplia mayoría de 214 votos a favor y 55 en contra.

2.1. La Constitución de 1869

Es un texto de extensión media, con 112 artículos, influido por la constitución belga de 1831 y la estadounidense de 1787. Establecía en  el preámbulo la soberanía nacional de base popular y proclamaba la división de poderes y una amplia declaración de derechos. De su contenido destacaban los siguientes aspectos:

§  Regulaba todos los derechos individuales que reconocía, incluso «cualquier otro no consignado expresamente». Esos derechos eran los de libertad de cultos, de reunión y asociación, de residencia, de enseñanza, de expresión y de inviolabilidad del domicilio. Si se hacía uso indebido de esos derechos, estaba prevista su suspensión, pero solo mediante una ley. La libertad de cultos suscitó un encendido debate entre el  canónigo Manterola, defensor a ultranza de los privilegios de la Iglesia, y el diputado republicano Emilio Castelar.

§  Se establecía el sufragio universal como la conquista política más destacada de la revolución de 1868, tal y como señalaba el art. 16, a lo que se opuso –sin éxito– el diputado conservador Cánovas, que quería establecer limitaciones a este derecho.

§  Se instauró un sistema bicameral. El Senado se elegía por sufragio universal indirecto, pero solo podían ser senadores los mayores contribuyentes y las altas rentas, lo que le daba un resabio censitario. El Congreso estaba integrado por un diputado por cada 40.000 habitantes, elegido por sufragio universal.

§  El rey tenía atribuciones semejantes a las de constituciones anteriores, pero el art. 33 aclaraba que esa monarquía estaba sujeta a la soberanía nacional, de la que emanaban todos los poderes del Estado, incluso los del monarca. Era una monarquía de nuevo cuño, adaptada a los tiempos. Esta peculiaridad plantea la necesidad de buscar un nuevo rey, lo que marcó la vida política de España hasta fines de 1870.

2.2. Los problemas de la regencia

La adopción de la monarquía como forma de gobierno provocó la dura oposición de los republicanos y obligó a nombrar a Serrano regente, mientras Prim ocupó la jefatura del gobierno. El poder ejecutivo tuvo que hacer frente a problemas internos y exteriores que complicaron su devenir:

§  Una guerra colonial en Cuba que se había iniciado en 1868.

§  La oposición activa de los carlistas y los alfonsinos, cada uno por razones contrapuestas. Los carlistas ya no tomaron parte en la votación de junio de 1869 para aprobar la nueva constitución, y dos meses antes habían comenzado a formarse partidas armadas en algunas provincias.

§  El permanente acoso de los republicanos, que no aceptaron la solución monárquica de la constitución, lo que se plasmó en el Pacto de Tortosa de 18 de mayo de 1869 con levantamientos armados en Cataluña, Aragón y Valencia durante el verano de ese año.

§  El descontento de las capas populares urbanas y rurales, que veían  sin respuesta sus demandas sociales.

La etapa de la regencia de Serrano y del gobierno de Prim estuvo, por tanto, plagada de convulsiones sociales y movimientos revolucionarios. Detrás de estas sublevaciones estaba la frustración por no haber puesto en práctica el gobierno provisional dos reivindicaciones básicas de las clases populares: la supresión del impuesto de consumos y de las quintas. Prim reprimió estos levantamientos y asumió amplios poderes en el orden público. También tuvo que afrontar el bandolerismo en Andalucía con un cuerpo policial, la Partida de Seguridad Pública, que aplicó la «ley de fugas[2]» sin contemplaciones. El resultado fue más de 70 muertes entre septiembre y octubre, lo que provocó un duro debate en el Parlamento.

2.3.        En busca de un nuevo rey

A los problemas que acabamos de referirnos se sumaba un asunto de complejidad diplomática y de política interior: la elección del nuevo rey, de una dinastía que no fuera la de los Borbones, desplazada del trono tras el pronunciamiento de septiembre de 1868. Llegó a haber cinco candidatos, cuatro de ellos desechados por diversas razones, lo que dejó abierta la  candidatura de Amadeo de Saboya como nuevo rey de España. La propuesta para que Amadeo fuera rey se planteó en el verano de 1870 en un contexto muy complejo tanto en política interior como exterior. La derrota de Francia en la guerra contra Prusia, con la desaparición del Segundo Imperio francés, era un elemento desestabilizador, y en política interior la  oposición de los republicanos y los partidarios del duque de Montpensier, detrás de cuya candidatura estaba la Unión Liberal y parte del ejército, amenazaban la estabilidad del gobierno presidido por Prim.

3. ¿Por qué se consideró un fracaso la pervivencia del sistema bicameral, desde la perspectiva de los más revolucionarios de 1868?

4. ¿En qué contexto europeo se desarrolló la elección del nuevo monarca español? 


Por todo ello, Prim agilizó la proclamación del nuevo candidato oficial,  Amadeo, tras la aceptación de la casa de Aosta en octubre y ante el temor de las consecuencias de la ocupación de Roma y su incorporación al nuevo reino de Italia, así como la proclamación de la República en Francia. El resultado de  la votación dio un claro triunfo al candidato propuesto: 191 votos para Amadeo de Saboya, frente a 27 de Monstpensier y 8 a Espartero, mientras los republicanos emitieron 63 votos contrarios.

3.     EL REINADO DE AMADEO I

Amadeo de Saboya fue elegido rey por el empeño del general Prim, quien quería evitar la proclamación de la república. Pero el mismo día en que el nuevo monarca desembarcaba en Cartagena, el 30 de diciembre de 1870, Prim moría en Madrid víctima de un atentado. Desaparecía así el principal valedor de Amadeo y, sin él, su reinado fue un largo desierto.

Nunca se supo quién asesinó a Prim. Las investigaciones inculpaban, sin pruebas, a Serrano y otros políticos, al duque de Montpensier o a los esclavistas españoles de Cuba. Amadeo entró en Madrid el 2 de enero de 1871, juró la constitución y comenzó la primera experiencia de una monarquía democrática en España. Pronto sufrió el menosprecio o la indiferencia de los altos mandos militares y de la aristocracia.

El nuevo rey tuvo que encargar la formación de gobierno a Serrano, a pesar de que nunca llegaron a entenderse.

Uno de los principales problemas políticos fue la división interna en los partidos que apoyaban a Amadeo, unionistas y progresistas, especialmente estos últimos. Esta división era reflejo del personalismo, pero también del bipartidismo que perfilaba la vida política. Dentro del progresismo se  formaron dos tendencias:

§  Una más conservadora, con Sagasta a la cabeza: eran los llamados constitucionalistas, que tuvieron el apoyo de los unionistas de Serrano.

§  Otra más reformista, dirigida por Ruiz Zorrilla, los radicales, a la que se unieron los cimbrios, provenientes del partido demócrata que se había escindido entre los que defendían la monarquía y los partidarios de la república.

Ambas facciones se enfrentaron, lo que hacía inviable la acción de gobierno. Esto llevó a sucesivas crisis de gobierno que acabaron con las presidencias de Ruiz Zorrilla (este en dos ocasiones), Sagasta y Serrano.

Por otro lado, existía una gran agitación sociopolítica derivada de los efectos de la Comuna de París y la difusión de los principios de la I Internacional en España. El miedo a la revolución proletaria empujó a Sagasta a adoptar medidas represivas contra las organizaciones obreras. A toda esta inestabilidad política y social contribuyó la importante oposición de los republicanos federales, cada vez más radicalizados.

A todos estos problemas se unía el estallido de otra rebelión carlista y la guerra de Cuba.

La tercera guerra carlista se inició en abril de 1872, tres días después abrirse las Cortes. Don Carlos había entrado en territorio español pero tras la derrota carlista en Oroquieta, se firmó el Convenio de Amorebieta, por el que Serrano concedía indulto general a los insurgentes, lo que le valió serias críticas. La guerra se generalizó durante 1873, don Carlos entró de nuevo en España en julio y sus partidarios ocuparon el País Vasco, Navarra y parte de Aragón, de la Comunidad Valenciana  y Castilla-La Mancha (Cuenca, Albacete). La forma en que se produjo la guerra y las peculiaridades del territorio permitieron la creación de un Estado alternativo en el norte del país, integrado por las tres provincias vascas y Navarra. La ideología carlista del Sexenio, de base romántica, idealizaba el mundo rural y las tradiciones, todo ello teñido de un intenso catolicismo, un autoritarismo monárquico y la defensa de los fueros. La centralización establecida en 1876 tras el fin de la guerra, acabó con los restos del sistema foral vasco y abrió el camino para la transformación, durante el periodo de la restauración, del viejo fuerismo en el nacionalismo de base étnica, católica y xenófoba.

En la guerra de Cuba (1868) el gobierno se enfrentó tanto a los independentistas de Carlos Manuel de Céspedes como al «partido español» de la isla que controlaba los negocios, exigía mantener la esclavitud y se oponía a cualquier reforma del sistema de explotación.

EI malestar en el ejército se acrecentó por el nombramiento del general Hidalgo como capitán general de las Vascongadas (había participado en la represión de los artilleros del cuartel de San Gil en 1866). Para presionar, los mandos artilleros solicitaron la separación colectiva del servicio. El gobierno y las Cortes estaban decididos a reafirmar el poder civil sobre el ejército y aceptaron la renuncia de los oficiales. Este nuevo foco de enfrentamiento colma la paciencia del rey y el día 10 de febrero de 1873 renunció a la corona.

5. ¿Con qué apoyos contó Amadeo I durante su reinado? ¿Con qué oposición?

6. ¿Cómo afectó la Comuna de París al contexto español del momento?

7. Principales consecuencias de la tercera guerra carlista.


El balance del reinado habla por sí solo: seis gabinetes, tres elecciones generales a Cortes y el fracaso del primer experimento de monarquía democrática, de clases medias. A las tres de la tarde del 11 de febrero de 1873, el Congreso y el Senado en sesión conjunta, asumieron los poderes y proclamaron la república por 258 votos a favor y tan solo 32 en contra.

4.     LA PRIMERA REPÚBLICA

La pugna entre federales y unitarios o radicales marcó la historia de primera experiencia republicana en España. La historia de este periodo abarcó menos de un año, del 11 de febrero de 1873 al 3 de enero de 1874. En ese tiempo se sucedieron numerosos acontecimientos: cuatro presidentes (Figueras, Pi i Margall, Salmerón y Castelar), seis gobiernos, una intensa agitación social, dos guerras –carlista y cubana–, y la revolución cantonal. El esfuerzo para construir un nuevo modelo de Estado tropezó con múltiples dificultades:

§  Una era la cuestionada legitimidad de su origen, al haberse proclamado en sesión conjunta de ambas cámaras, constituida en Asamblea Constituyente, algo que no permitía la Constitución de 1869.

§  Otra dificultad fue la diversidad de corrientes políticas y proyectos que defendían radicales y federales, por un lado, y las distintas tendencias dentro del federalismo, por otro.

El primer presidente del poder ejecutivo fue Estanislao Figueras. Su  gobierno estuvo formado por cinco ministros radicales y figuras simbólicas del republicanismo (Salmerón, Castelar y Pi i Margall). Se mantuvo la Constitución de 1869, suprimiendo solo los artículos referidos a la monarquía.  El 24 de febrero, la Asamblea eligió un gobierno netamente republicano presidido por Figueras. Un mes después, se disolvía la Asamblea tras haber abolido la esclavitud en Puerto Rico y haber suprimido las quintas. Se convocaron elecciones para mayo de 1873, con carácter constituyente, pero la agitación federalista hizo temer a los radicales que perderían las elecciones, por lo que prepararon un golpe para el 23 de abril, que fracasó.

Serrano y Martos huyeron y se refugiaron en Francia. La consecuencia del fracaso de este golpe fue la ruptura entre radicales y republicanos. Finalmente, las elecciones se celebraron el 10 de mayo.

Con mayoría republicana federal, las nuevas Cortes Constituyentes comenzaron sus sesiones el  1 de junio y en la primera votación (7 y 8 de julio) proclamaron la república democrática federal.

A Figueras le sustituyó el 11 de junio Francesc Pi i Margall, quien intentó conciliar las corrientes republicanas con un programa de «orden y gobierno». Pero los problemas que tenía que afrontar eran casi insuperables: dos guerras (la carlista y la de Cuba), con un ejército en plena disolución y unos oficiales contrarios a la república, y diversos cambios de gobiernos en pocas semanas para dar satisfacción a la derecha republicana.

Pi quería negociar con carlistas y republicanos impacientes, pero en julio de 1873 se produjo en Alcoy una huelga general que derivó en insurrección generalizada. La huelga se reprimió a tiro limpio. Pronto surgieron los cantones, que proclamaron la república federal.

El cantonalismo surgió por dos causas: como reacción defensiva ante la posible derechización de la república y como medio de presión para acelerar la implantación de la república federal. Como movimiento social respondió a diversas demandas sociales y políticas cuyo objetivo común era establecer el federalismo hasta sus últimas consecuencias. Se basaba en la democracia directa, la autonomía de municipios y diputaciones, la supresión de consumos y quintas, el reparto de la tierra, un anticlericalismo difuso  y la defensa de los intereses de las clases medias y populares. Pero en ningún caso se cuestionaron la unidad de España, a pesar de la apariencia de fragmentar el estado en cantones independientes. Los republicanos se dividieron entre transigentes (Pi, Suñer, Capdevila) y partidarios de la represión. Pi intentó dar respuesta a estas demandas sociales con medidas como la ley Benot, que regulaba el trabajo de los niños; la abolición de la esclavitud en Cuba y el proyecto de reorganización del ejército. Pero el propio contexto de agitación hizo inviable estas medidas.

La secuencia temporal de este movimiento se inició en Cartagena el 12 de julio de 1873, al que siguieron entre el 18 y el 22 del mismo muchos otros cantones (Valencia, Alicante, Almansa, Murcia, Sevilla, Cádiz, Salamanca, Málaga, etc.). La represión se inició el 20 de julio por el gobierno de Salmerón, el 21 declaraba piratas los barcos anclados en Cartagena, y entre fines de julio y principios de agosto cayeron los principales cantones andaluces y valencianos. Los últimos en caer fueron Málaga, 19 de septiembre, y Cartagena, en enero de 1874.

El fenómeno cantonalista desbarató los planes de Pi y, ante la resistencia de este a reprimir los levantamientos cantonales, el gobierno entró en crisis. Nicolás Salmerón sustituyó a Pi en la presidencia de la república y se comprometió a restablecer el orden y aprobar las reformas sociales pendientes. El 6 de septiembre, Salmerón dejaba la presidencia del poder ejecutivo al negarse a firmar dos sentencias de muerte a dos militares que se habían pasado al ejército carlista. Se había debatido esos días la cuestión de la pena de muerte, y Salmerón, que se oponía, prefirió dejar el poder a cumplir la exigencia de los militares.

Le sustituyó Emilio Castelar, nombrado presidente el 8 de septiembre. Castelar defendía una república centralista (a pesar de haber elaborado un proyecto de constitución federal) y movilizó a los reservistas para acabar con el problema cantonal y continuar las dos guerras vigentes, carlista y cubana. Postergó la discusión del proyecto constitucional, firmó la pena de muerte que Salmerón rechazó e hizo volver a los dirigentes de los partidos radical y constitucional, entre ellos el general Serrano.

En la reanudación de las sesiones de las Cortes el 2 de enero de 1874, Castelar debía rendir cuentas de su tarea de gobierno desde septiembre. En el debate de esa tarde, Castelar presentó la necesidad de separar Iglesia y estado y un proyecto de abolición de la esclavitud en Cuba, pero nada dijo del proyecto de constitución, que parecía ya olvidado. El general Pavía, capitán general de Madrid, había preparado un golpe de Estado del que el mismo Castelar tenía conocimiento, para apoyarle. Pero tras negar la cámara la confianza a Castelar, este dimitió. En la madrugada del 3 de enero, Pavía rodeó el edificio del Congreso con tropas del ejército y de la Guardia Civil y  ordenó que desalojasen el hemiciclo. Después del asalto a tiros, los diputados huyeron sin mayor resistencia. Sin resistencia, pues, ni en el Congreso ni en la capital, finalizaba el experimento republicano.

La primera decisión era establecer el modelo político del nuevo gobierno. Para ello, Pavía reunió a los tres capitanes generales residentes en Madrid (Serrano, Concha y Zavala) y a un grupo de políticos entre los que estaban Sagasta y Cánovas para imponer una república con Serrano como presidente, muy influida por el modelo francés. Todo ello después de advertir que el golpe no se había dirigido contra la república, sino contra quienes habían  derrotado a Castelar en las Cortes y defendían el retorno a la experiencia federal, que la gente de orden y el ejército no aceptaban.

De enero a diciembre de 1874, se instauró un régimen conocido como república unitaria o dictadura del general Serrano, ya que fue él quien presidió el gobierno y ejerció como presidente del poder ejecutivo. Se trataba de una dictadura personal encubierta bajo la forma republicana.

Era un sistema híbrido sin constitución, pues la de 1873 no se había promulgado y la de 1869 se había dejado en suspenso. Se daba un papel primordial al ejército, única institución vertebrada y asentada en «una nación dividida», lo que le confería un papel arbitral.

8. ¿Qué razones precipitaron la llegada de los republicanos federalistas al poder en junio de 1873?

9. ¿Por qué el cantonalismo se activó, precisamente, durante el periodo de la república federal de Pi i Margall?

10. ¿Por qué resistió el cantón de Cartagena hasta 1874?

11. ¿Cuáles fueron las causas del golpe de estado del general Pavía?

12. ¿Por qué se considera una “dictadura” el gobierno de Serrano durante la última parte de la República? 


Los gobiernos del año 1874, un total de tres, siempre actuaron con la idea de provisionalidad y de volver a la normalidad institucional. Esta provisionalidad facilitó los preparativos del retorno del hijo de Isabel II, Alfonso. El 3 de septiembre Sagasta sustituyó al general Zavala en el gobierno, mientras el general Martínez Campos preparó un pronunciamiento, del que Cánovas (principal dirigente del sector alfonsino) no era partidario. Cánovas quería una restauración monárquica por la vía civil evitando el pronunciamiento. Martínez Campos salió de Madrid el 26 diciembre, marchó hacia Sagunto tras comunicar sus planes a Cánovas, y allí arengó a las tropas el 29 de diciembre proclamando a Alfonso XII nuevo rey de España. La rápida adhesión al pronunciamiento obligó a Serrano a marchar a Francia, mientras el último día del año Cánovas constituía el «ministerio-regencia» que inauguraba una nueva etapa.

 5.    LA CUESTIÓN SOCIAL Y LA GUERRA DE CUBA

La trayectoria del Sexenio estuvo profundamente afectada por diversos conflictos, unos internos (guerra carlista, motines sociales, cantonalismo) y otros externos (guerra colonial).

5.1. La cuestión social: génesis del movimiento obrero

En la etapa del Sexenio se inició el movimiento obrero, surgieron movimientos sociales de nuevo signo y se planteó de forma abierta la conflictividad social. Era resultado de la modernización económica, el desarrollo del capitalismo industrial y financiero y la influencia de la lucha obrera en otros países. En el Sexenio el obrerismo empezó a estar influido por el anarquismo y el socialismo y se alejó del republicanismo.

Los republicanos federales tuvieron presentes las ideas del movimiento obrero de rechazo al Estado, del pueblo como clase trabajadora y de la república social. Un diputado republicano, Paul y Angulo, lo definió así en 1870: «Cuando las revoluciones entrañen un carácter social y resuelvan eficazmente el problema de la miseria, podrá decirse que los hombres han conquistado la libertad y establecido la igualdad y fraternidad en las sociedades modernas». Pero las libertades políticas conseguidas con la revolución de 1868 no fueron completadas con las conquistas sociales, motivo de la intensa agitación y la insatisfacción de las clases populares.

En ese contexto y en el de la creación de la I Internacional o AIT (Asociación Internacional de Trabajadores, Londres, 1864) se ha de entender la aparición del movimiento obrero. Este adoptó desde el principio la influencia del pensamiento anarquista de raíz bakuninista[3], cuyos pilares ideológicos eran la soberanía popular, el antiestatalismo, anticlericalismo, individualismo, fe en el progreso, cosmopolitismo[4] y ateísmo, algunos de ellos compartidos con el liberalismo. La fe en la ciencia y el progreso era compartida por anarquistas y republicanos. Su plasmación fue la creación de la Federación Regional Española de la AIT, cuyo primer congreso tuvo lugar en Barcelona en junio de 1870.

5.2. La guerra de Cuba

El otro frente que tuvieron que abordar los gobernantes del Sexenio fue la cuestión antillana, especialmente la guerra larga de Cuba (1868-1878). España había manifestado un gran interés por la expansión colonial, contagiada por el impulso imperialista europeo del siglo XIX. Las empresas coloniales de la etapa final del reinado de Isabel II acabaron en fracaso. Una de ellas fue la reincorporación de la República Dominicana, que, para zafarse de las presiones norteamericanas, se unió de nuevo a España. Pero la guerra posterior por la independencia afectó a toda el área de las Antillas.

Cuba estaba muy ligada a la economía estadounidense y admiraba el desarrollo económico y la democracia de Estados Unidos. El interés de este país por Cuba aumentó hasta el punto de querer comprar la isla. En este contexto, se produjeron tres rebeliones en tan solo 21 días: La Gloriosa en España el 19 de septiembre, la de Puerto Rico el 23 y la de Cuba el  10 de octubre. Esta última fue liderada por Carlos Manuel de Céspedes quien dio el grito de Yara, aldea desde donde se inició una guerra que duró hasta 1878, la guerra de los diez años o guerra larga.

La rebelión tuvo lugar en un ingenio azucarero, llamado La Demajagua, pobre y atrasado. Los graves problemas del gobierno español durante el Sexenio permitieron organizarse a los independentistas. Aunque en un primer momento estos pidieron la anexión a Estados Unidos, con la incorporación de Máximo Gómez, Modesto Díaz y los hermanos Marcano, experimentados en la guerra dominicana, la guerra adoptó un carácter de lucha por la independencia.

La zona oriental de la isla fue el principal teatro de operaciones. A partir de 1875, el conflicto se trasladó al occidente de la isla, la parte más rica, donde vivían los grandes hacendados españoles. La fase más dura del conflicto se desarrolló ya en la etapa de la Restauración hasta la firma de la Paz de Zanjón en 1878.

La guerra no se pudo resolver durante la etapa del Sexenio, y la República se vio incapaz de abordarla, dados sus grandes problemas internos, especialmente el cantonal y el carlista. Detrás del conflicto estaba la cuestión social de la abolición de la esclavitud. Mientras esa medida se pudo adoptar en Puerto Rico en 1873, en el caso de Cuba el sistema productivo no podía prescindir de la mano de obra esclava, cuyo peso se había elevado de forma notable durante la primera mitad del siglo XIX y había enriquecido a numerosos comerciantes de esclavos, incluso después de haberse prohibido la trata o comercio de esclavos en 1815.

13. ¿Por qué el anarquismo bakunista tuvo tanto éxito en Barcelona, en un tiempo en donde en toda Europa predominaban la ideas marxistas?

14. ¿Por qué en Cuba se resistieron tanto a la abolición de la esclavitud?¿Quiénes se favorecían de la pervivencia de esta práctica?


Las presiones de Francia, Reino Unido y Estados Unidos, que habían abolido la trata en 1807 y la esclavitud en 1863, obligó al gobierno provisional español a aprobar la Ley Moret, que declaraba libres a los que nacieran de madre esclava, a los menores de edad y a los mayores de determinada edad. Pero el sistema esclavista pervivió en la isla hasta 1886. Esos elementos y la interferencia constante de los gobiernos estadounidenses forjaron el nacionalismo cubano.

[1] Voluntarios de la Libertad: nombre que recibían los miembros de la Milicia Nacional durante el Sexenio, como milicia urbana en defensa de la revolución.

[2] Ley de fugas: ejecución extrajudicial y alegal que se aplicaba en la supuesta huida de un detenido que era abatido a tiros con el pretexto de que quería escaparse.

[3] Bakuninista: seguidor de las teorías de Mihail Bakunin, uno de los más importantes teóricos del anarquismo.

[4] Cosmopolitismo: opción universalista que cuestiona la existencia de los Estados y las fronteras.

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