Al-Andalus: evolución política
Introducción
La conquista árabe de la Península y la formación
de al-Andalus corresponden al proceso general de expansión del Islam. El
impulso de conquista obedecía a la idea de la yihad o guerra santa, obligación
prescrita por el Profeta a los miembros de la comunidad musulmana. Al-Ándalus,
como se denominó a la
Península, coexistirá durante ocho siglos con los reinos
cristianos que se formarán en el norte peninsular. Será una convivencia
cambiante, entre periodos de guerra y periodos de paz que dificultarán el contacto.
A partir del S. XI, los reinos cristianos irán extendiéndose, y el territorio
musulmán se irá reduciendo hasta
terminar con la desaparición del reino nazarí en 1492.
La invasión (711-714)
Dos
fueron las causas de la invasión:
- El estado visigodo padecía una profunda crisis por los continuos problemas sucesorios de la monarquía. Las luchas entre los nobles que aspiraban a la corona provocaron una fuerte inestabilidad política y debilitaron el poder militar visigodo.
- El deseo de expansión del Islam, que en menos de un siglo había conquistado un extenso territorio.
En el 711 un ejército de
soldados bereberes, dirigidos por Tarik, desembarcó junto a Gibraltar.
Reforzado con otros 5000 soldados, unos meses más tarde se enfrentó a Rodrigo,
junto al rio Guadalete, batalla que terminó con la derrota y desintegración del
ejército godo.
En pocos meses Tarik
conquistó Córdoba, Sevilla y Toledo. Tarik pensó que la conquista sería fácil y
con refuerzos de África, se formo un nuevo ejército (ahora con la mayoría de
árabe) liderado por Tarik y Muza, gobernador árabe de la provincia
norteafricana. Entre el 712 y el 714 ocuparan las principales ciudades
visigodas. En su mayoría se rindieron sin resistencia, ante las promesas árabes
de respetar personas y propiedades mediante pactos. Además, una parte de la
población estaba descontenta con los visigodos y apoyó a los invasores
musulmanes.
El emirato dependiente
(714-756)
En el 714 Musa y Tarik
abandonaron la península para trasladarse a Damasco, y dejaron a Abd al-aziz
como gobernador de Al-Andalus.
Rápidamente, los escasos
contingentes fueron distribuidos por las ciudades de al-Andalus. Los árabes se
instalaron en las en las ciudades del sur, con Sevilla y Córdoba a la cabeza.
Esta última se convirtió en capital del territorio.
Los bereberes fueron
instalados en las regiones más frías del norte.
Tras la batalla de Covadonga
(722) en Asturias, los árabes no continúan con su expansión.
En los años entre el 715 y
740 la preocupación interior más importante de los nuevos gobernantes fue
organizar la recaudación de los impuestos. Por entonces también se organizó la
administración provincial (coras), dividiendo el territorio y estableciendo las
autoridades urbanas y las guarniciones (grupos de militares) de frontera.
En el año 740 estallo una
rebelión de los bereberes norteafricanos que pronto se extendió a al-Andalus.
El origen del descontento estaba en la posición de subordinación de los
bereberes con respecto a los árabes. A este conflicto se sumaron las disputas
surgidas entre las tribus árabes que habían entrado en la Península. Además
de este problema, también empezaron a haber problemas entre las tribus (grupos)
árabes de la Península.
El Emirato
independiente (756-929)
El origen del emirato se
encuentra en el golpe de estado del año 750, protagonizado por la familia de
los Abasíes en Damasco, quienes destronaron a los Omeyas, la dinastía reinante.
La mayor parte de la familia Omeya fue exterminada. Abd al-Rahman, uno de los
supervivientes, se refugió en al-Andalus, derrota al gobernador y se
autoproclama Emir independiente, con el nombre de Abd al-Rahman I. esto
significó la independencia política, pero no la religiosa. Su reinado (756-788)
se caracterizó por la lucha constante por afirmar su dominio frente a los
diferentes grupos árabes y bereberes que se rebelaban contra el nuevo régimen.
Los reinados de Abd al-Rahman
II (822-854) y Muhammad I (854-880) fueron bastante más tranquilos que los
anteriores. A partir del 880 hubo una serie de rebeliones internas que tuvieron
como consecuencia una grave crisis político-militar, en especial en las zonas
fronterizas.
El califato de Córdoba
(929-1008)
Cuando Abd al-Rahman III
(912-961) llego el poder, buena parte de al-Andalus permanecía en rebelión
contra el gobierno de Córdoba. Tras varios años de lucha consiguió tomar
Barbastro y acabar con la resistencia de los hijos de Ibn Hafsun; después
conquistó Mérida y Badajoz, más tarde Toledo y, finalmente, Zaragoza.
En
el año 929 Abd al-Rahman III se autoproclamó califa: jefe religioso, y no solo
político, respecto a sus súbditos. Fortaleció la estructura del Estado.
- Tenía supremacía religiosa, política y militar.
- Reorganizó la recaudación de impuestos, obteniendo grandes recursos económicos.
- Destacó el papel del hachib (jefe del gobierno) y de los visires (alcalde).
- Fuerte ejercito mercenario.
Esa prosperidad se prolongó
también durante el reinado de su hijo Al-Hakam II (961-976), que mantuvo el
dominio militar sobre los cristianos y continuó con el reforzamiento de las
zonas fronterizas.
A diferencia de sus
antecesores, el reinado de Hicham II (976-1013) estuvo dominado por la figura
de su hachib, que adoptó el nombre de al-Mansur (Almanzor, vencedor) y que
dirigió personalmente la política del califato.
A lo largo de veinte años
Almanzor realizó 55 expediciones contra los cristianos (razias).
A la muerte de Almanzor en
1002 le sucedió en el cargo de hachib su propio Abd al-Malik, que continuó el
ejemplo de su padre.
La crisis del califato
En 1009, después que Abd
al-Malik murió, el hachib fue asesinado y Medina al-Zahira destruida, y entre
ese año y el 1031, hubo una gran crisis interna.
El estado cordobés se dividió
en una treintena de unidades políticas. Finalmente, en 1031 una asamblea de
nobles, reunida en Córdoba. Declaró extinguido el Califato.
Los reinos de taifas
(1031-1090)
Durante sesenta años, el
territorio de al-andalus permaneció dividido en una serie de reinos
independiente (taifas), dominados por familias destacadas de las diferentes
etnias árabes, bereber y eslava, que se repartieron el control del territorio.
Había debilidad política y
militar, que les impedía resistir con firmeza a los ataques cristianos. Por eso
muchos gobernantes prefirieron pagar tributos (parias) a los reyes cristianos a
cambio de treguas.
Además, la política de
treguas no pudo impedir, al final, el avance cristiano. En 1085 el rey de
castilla conquisto Toledo. En tales condiciones, los reyes de Sevilla y el
Algarbe, alarmados por el peligro, llamaron en su ayuda al reino almorávide del
norte de África.
Los almorávides
(1090-1144)
A finales del siglo IX un
nuevo reino, el almorávide, se había formado en norte de África. En el 1086 su
rey, Yusuf ibn Tasufin, desembarco en la península y derroto a las tropas
cristianas en Zalaca (batalla de Sagradas, cerca de Badajoz). Entre 1009- el
1110, los almorávides conquistaron todo el territorio andalusí.
Sin embargo, en pocos años el
dominio almorávide entró en crisis. En 1118 Alfonso I de Aragón conquisto
Zaragoza, y tanto como Alfonso VII de castilla comenzaron a hacer incursiones
hacia el sur. La incapacidad de los almorávides para hacer frente a los avances
cristianos provocó, finalmente, una nueva crisis que termino hacia el 1144 con
el hundimiento de su imperio. Aparecieron los segundos reinos de taifas.
Los almohades
(1144-1248)
Algunas de estas nuevas
taifas volvieron a pedir ayuda a los bereberes, que ahora eran los almohades.
Hasta 1195 los reyes
almohades consiguieron mantener la unidad andalusí y una resistencia suficiente
ante el avance cristiano. En ese año derrotaron a los cristianos de Alfonso
VIII en Alarcos. Pero no pudieron aprovechar su victoria, al no disponer de
suficientes tropas como para mantener la zona conquistada.
La respuesta cristiana se
produjo en 1212, los cristianos vencieron en las Navas de Tolosa, al sur de
Despeñaperros. Aunque la derrota no trajo consecuencias inmediatas, poco
después el reino almohade se desmoronó.
Entre 1223 y 1248 la ofensiva
de los reinos cristianos resultó definitiva. Jaime I de Aragón y Fernando
III de Castilla avanzaron hacia el sur y conquistaron Valencia, Murcia, La Mancha y Andalucía occidental, incluyendo Córdoba (1236) y
Sevilla (1248). Al-Ándalus, como unidad política, tocaba su fin.
El reino nazarí de Granada (1248-1492)
De todas las unidades en que se había descompuesto el reino
almohade, solo una consiguió sobrevivir a la ofensiva cristiana del siglo XIII.
Muhammad I consiguió que el rey Fernando III le admitiera como vasallo y
aceptaron su soberanía sobre un reino., el de granada, que se convirtió en el
último dominio árabe en la península. A cambio, Muhammad acepto pagar fuerte
tributo y ayudo al rey castellano en la conquista de Sevilla y del valle
inferior del Guadalquivir.
Los nazaríes dominaron un
territorio que equivalía, poco más o menos, a las actuales provincias de Almería,
Granada y Málaga. Esta dinastía mantuvo la independencia gracias a:
- Una hábil gestión diplomática (buenas relaciones) con los reinos cristianos y con los bereberes.
- La cohesión de los territorios que lo componían.
- La llegada masiva de andalusíes procedentes de otros reinos, así que la potencialidad económica aumentó.
El periodo de auge del reino nazarí transcurre entre 1333 y
1394, en los reinados de Yusuf I y Muhammad V, durante los cuales se embelleció
la ciudad y se construyó la
Alhambra. Desde finales del siglo XIV comenzó un largo
proceso de crisis política. Una serie de conspiraciones palaciegas y golpes de
estado hicieron que los sultanes se fueron relevando, sin que ninguno de ellos
pudiera hacerse con un control efectivo sobre el reino.
A partir de 1482, tras el fin de la guerra civil en Castilla
y la llegada al trono de los Reyes Católicos, estalló la guerra definitiva.
Durante diez años, las tropas castellanas fueron avanzando de forma
sistemática. Los Reyes Católicos pactaron con el rey Boabdil la rendición de
Granada, que se efectuó a principios de 1492.
Conclusión
Como se ha visto en el desarrollo del tema, al-Andalus
coexistió a lo largo de ocho siglos con los reinos cristianos que se
formarán en el norte peninsular. Fue una convivencia cambiante, entre periodos
de guerra y periodos de paz, entre momentos de intercambio cultural y etapas de
hostilidad que dificultaron el contacto. Poco a poco, sobre todo a partir del
siglo XI, los reinos cristianos fueron extendiéndose, y el territorio musulmán
se redujo, hasta con la desaparición del último Estado islámico peninsular, el
reino nazarí, en 1492.
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