martes, 30 de mayo de 2017

Temas EBAU.- Murcia. Evolución política de Al-Andalus



Al-Andalus: evolución política

Introducción
La conquista árabe de la Península y la formación de al-Andalus corresponden al proceso general de expansión del Islam. El impulso de conquista obedecía a la idea de la yihad o guerra santa, obligación prescrita por el Profeta a los miembros de la comunidad musulmana. Al-Ándalus, como se denominó a la Península, coexistirá durante ocho siglos con los reinos cristianos que se formarán en el norte peninsular. Será una convivencia cambiante, entre periodos de guerra y periodos de paz que dificultarán el contacto. A partir del S. XI, los reinos cristianos irán extendiéndose, y el territorio musulmán se irá reduciendo  hasta terminar con la desaparición del reino nazarí en 1492.

La invasión (711-714)
Dos fueron las causas de la invasión:
  • El estado visigodo padecía una profunda crisis por los continuos problemas sucesorios  de la monarquía. Las luchas entre los nobles que aspiraban a la corona provocaron una fuerte inestabilidad política y debilitaron el poder militar visigodo.
  • El deseo de expansión del Islam, que en menos de un siglo había conquistado un extenso territorio.
En el 711 un ejército de soldados bereberes, dirigidos por Tarik, desembarcó junto a Gibraltar. Reforzado con otros 5000 soldados, unos meses más tarde se enfrentó a Rodrigo, junto al rio Guadalete, batalla que terminó con la derrota y desintegración del ejército godo.
En pocos meses Tarik conquistó Córdoba, Sevilla y Toledo. Tarik pensó que la conquista sería fácil y con refuerzos de África, se formo un nuevo ejército (ahora con la mayoría de árabe) liderado por Tarik y Muza, gobernador árabe de la provincia norteafricana. Entre el 712 y el 714 ocuparan las principales ciudades visigodas. En su mayoría se rindieron sin resistencia, ante las promesas árabes de respetar personas y propiedades mediante pactos. Además, una parte de la población estaba descontenta con los visigodos y apoyó a los invasores musulmanes.

El emirato dependiente (714-756)
En el 714 Musa y Tarik abandonaron la península para trasladarse a Damasco, y dejaron a Abd al-aziz como gobernador de Al-Andalus.
Rápidamente, los escasos contingentes fueron distribuidos por las ciudades de al-Andalus. Los árabes se instalaron en las en las ciudades del sur, con Sevilla y Córdoba a la cabeza. Esta última se convirtió en capital del territorio.
Los bereberes fueron instalados en las regiones más frías del norte.
Tras la batalla de Covadonga (722) en Asturias, los árabes no continúan con su expansión.
En los años entre el 715 y 740 la preocupación interior más importante de los nuevos gobernantes fue organizar la recaudación de los impuestos. Por entonces también se organizó la administración provincial (coras), dividiendo el territorio y estableciendo las autoridades urbanas y las guarniciones (grupos de militares) de frontera.
En el año 740 estallo una rebelión de los bereberes norteafricanos que pronto se extendió a al-Andalus. El origen del descontento estaba en la posición de subordinación de los bereberes con respecto a los árabes. A este conflicto se sumaron las disputas surgidas entre las tribus árabes que habían entrado en la Península. Además de este problema, también empezaron a haber problemas entre las tribus (grupos) árabes de la Península.

El Emirato independiente (756-929)
El origen del emirato se encuentra en el golpe de estado del año 750, protagonizado por la familia de los Abasíes en Damasco, quienes destronaron a los Omeyas, la dinastía reinante. La mayor parte de la familia Omeya fue exterminada. Abd al-Rahman, uno de los supervivientes, se refugió en al-Andalus, derrota al gobernador y se autoproclama Emir independiente, con el nombre de Abd al-Rahman I. esto significó la independencia política, pero no la religiosa. Su reinado (756-788) se caracterizó por la lucha constante por afirmar su dominio frente a los diferentes grupos árabes y bereberes que se rebelaban contra el nuevo régimen.
Los reinados de Abd al-Rahman II (822-854) y Muhammad I (854-880) fueron bastante más tranquilos que los anteriores. A partir del 880 hubo una serie de rebeliones internas que tuvieron como consecuencia una grave crisis político-militar, en especial en las zonas fronterizas.

El califato de Córdoba (929-1008)
Cuando Abd al-Rahman III (912-961) llego el poder, buena parte de al-Andalus permanecía en rebelión contra el gobierno de Córdoba. Tras varios años de lucha consiguió tomar Barbastro y acabar con la resistencia de los hijos de Ibn Hafsun; después conquistó Mérida y Badajoz, más tarde Toledo y, finalmente, Zaragoza.
En el año 929 Abd al-Rahman III se autoproclamó califa: jefe religioso, y no solo político, respecto a sus súbditos. Fortaleció la estructura del Estado.
  •  Tenía supremacía religiosa, política y militar.
  •  Reorganizó la recaudación de impuestos, obteniendo grandes recursos económicos.
  •  Destacó el papel del hachib (jefe del gobierno) y de los visires (alcalde).
  • Fuerte ejercito mercenario.
Esa prosperidad se prolongó también durante el reinado de su hijo Al-Hakam II (961-976), que mantuvo el dominio militar sobre los cristianos y continuó con el reforzamiento de las zonas fronterizas.
A diferencia de sus antecesores, el reinado de Hicham II (976-1013) estuvo dominado por la figura de su hachib, que adoptó el nombre de al-Mansur (Almanzor, vencedor) y que dirigió personalmente la política del califato.
A lo largo de veinte años Almanzor realizó 55 expediciones contra los cristianos (razias).
A la muerte de Almanzor en 1002 le sucedió en el cargo de hachib su propio Abd al-Malik, que continuó el ejemplo de su padre.

La crisis del califato
En 1009, después que Abd al-Malik murió, el hachib fue asesinado y Medina al-Zahira destruida, y entre ese año y el 1031, hubo una gran crisis interna.
El estado cordobés se dividió en una treintena de unidades políticas. Finalmente, en 1031 una asamblea de nobles, reunida en Córdoba. Declaró extinguido el Califato.

 Los reinos de taifas (1031-1090)
Durante sesenta años, el territorio de  al-andalus permaneció dividido en una serie de reinos independiente (taifas), dominados por familias destacadas de las diferentes etnias árabes, bereber y eslava, que se repartieron el control del territorio.
Había debilidad política y militar, que les impedía resistir con firmeza a los ataques cristianos. Por eso muchos gobernantes prefirieron pagar tributos (parias) a los reyes cristianos a cambio de treguas.
Además, la política de treguas no pudo impedir, al final, el avance cristiano. En 1085 el rey de castilla conquisto Toledo. En tales condiciones, los reyes de Sevilla y el Algarbe, alarmados por el peligro, llamaron en su ayuda al reino almorávide del norte de África.

Los almorávides (1090-1144)
A finales del siglo IX un nuevo reino, el almorávide, se había formado en norte de África. En el 1086 su rey, Yusuf ibn Tasufin, desembarco en la península y derroto a las tropas cristianas en Zalaca (batalla de Sagradas, cerca de Badajoz). Entre 1009- el 1110, los almorávides conquistaron todo el territorio andalusí.
Sin embargo, en pocos años el dominio almorávide entró en crisis. En 1118 Alfonso I de Aragón conquisto Zaragoza, y tanto como Alfonso VII de castilla comenzaron a hacer incursiones hacia el sur. La incapacidad de los almorávides para hacer frente a los avances cristianos provocó, finalmente, una nueva crisis que termino hacia el 1144 con el hundimiento de su imperio. Aparecieron los segundos reinos de taifas.

Los almohades (1144-1248)
Algunas de estas nuevas taifas volvieron a pedir ayuda a los bereberes, que ahora eran los almohades.
Hasta 1195 los reyes almohades consiguieron mantener la unidad andalusí y una resistencia suficiente ante el avance cristiano. En ese año derrotaron a los cristianos de Alfonso VIII en Alarcos. Pero no pudieron aprovechar su victoria, al no disponer de suficientes tropas como para mantener la zona conquistada.
La respuesta cristiana se produjo en 1212, los cristianos vencieron en las Navas de Tolosa, al sur de Despeñaperros. Aunque la derrota no trajo consecuencias inmediatas, poco después el reino almohade se desmoronó.
Entre 1223 y 1248 la ofensiva de los reinos cristianos resultó definitiva.  Jaime I de Aragón y Fernando III de Castilla avanzaron hacia el sur y conquistaron Valencia, Murcia, La  Mancha y Andalucía occidental, incluyendo Córdoba (1236) y Sevilla (1248). Al-Ándalus, como unidad política, tocaba su fin.

 El reino nazarí de Granada (1248-1492)
De todas las unidades en que se había descompuesto el reino almohade, solo una consiguió sobrevivir a la ofensiva cristiana del siglo XIII. Muhammad I consiguió que el rey Fernando III le admitiera como vasallo y aceptaron su soberanía sobre un reino., el de granada, que se convirtió en el último dominio árabe en la península. A cambio, Muhammad acepto pagar fuerte tributo y ayudo al rey castellano en la conquista de Sevilla y del valle inferior del Guadalquivir.
Los nazaríes dominaron un territorio que equivalía, poco más o menos, a las actuales provincias de Almería, Granada y Málaga. Esta dinastía mantuvo la independencia gracias a:
  • Una hábil gestión diplomática (buenas relaciones) con los reinos cristianos y con los bereberes.
  • La cohesión de los territorios que lo componían.
  • La llegada masiva de andalusíes procedentes de otros reinos, así que la potencialidad económica aumentó.
El periodo de auge del reino nazarí transcurre entre 1333 y 1394, en los reinados de Yusuf I y Muhammad V, durante los cuales se embelleció la ciudad y se construyó la Alhambra. Desde finales del siglo XIV comenzó un largo proceso de crisis política. Una serie de conspiraciones palaciegas y golpes de estado hicieron que los sultanes se fueron relevando, sin que ninguno de ellos pudiera hacerse con un control efectivo sobre el reino.
A partir de 1482, tras el fin de la guerra civil en Castilla y la llegada al trono de los Reyes Católicos, estalló la guerra definitiva. Durante diez años, las tropas castellanas fueron avanzando de forma sistemática. Los Reyes Católicos pactaron con el rey Boabdil la rendición de Granada, que se efectuó a principios de 1492.

Conclusión
 Como se ha visto en el desarrollo del tema, al-Andalus coexistió  a lo largo de ocho siglos con los reinos cristianos que se formarán en el norte peninsular. Fue una convivencia cambiante, entre periodos de guerra y periodos de paz, entre momentos de intercambio cultural y etapas de hostilidad que dificultaron el contacto. Poco a poco, sobre todo a partir del siglo XI, los reinos cristianos fueron extendiéndose, y el territorio musulmán se redujo, hasta con la desaparición del último Estado islámico peninsular, el reino nazarí, en 1492.

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