LA
HISPANIA ROMANA
1.1.
La
conquista romana
La conquista
romana fue el proceso histórico de dominio y control militar del territorio de
la península Ibérica por parte de Roma. Dicho proceso fue bastante dilatado en
el tiempo (218 a.C. -19 a.C.), pero logró la total integración del territorio
hispánico en el Imperio romano.
Ø La segunda guerra púnica (218-197
a.C.)
El
interés romano por la península Ibérica surgió durante el siglo III a.C. en el
contexto de la segunda guerra púnica. Las guerras púnicas enfrentaron
intermitentemente a Roma con Cartago por lograr la hegemonía en el mar Mediterráneo
occidental entre el 264 a.C. y el 146 a.C. La victoria romana facilitó su
expansión por toda esta área geográfica.
La
península Ibérica era la vía de suministros del ejército cartaginés que,
mandado por Aníbal, atacaba Italia. Roma decidió conquistar la Península
para cortar esta ruta. El principio de la presencia militar romana se concretó
en el año 218 a.C. con el desembarco de varias legiones al mando de Publio
Cornelio Escipión en Emporion (Ampurias).
Desde
esa fecha y hasta aproximadamente el 202 a.C. las tropas romanas no solamente
derrotaron a los cartagineses, sino que también conquistaron toda la costa
mediterránea peninsular, el valle del Guadalquivir y parte del valle del Ebro.
Para ello atrajeron por la fuerza o mediante alianzas a los diversos pueblos
iberos.
Ø La conquista del interior
peninsular (197-31 a.C.)
En
esta etapa el interés romano se centró en la conquista de la zona interior
–ambas Mesetas y el actual territorio portugués–. Esta vez la oposición de los
pueblos peninsulares fue mayor, especialmente de los celtíberos y de los
lusitanos. Ejemplo de esa dificultad fue la actuación del caudillo lusitano Viriato,
quien derrotó a diversos generales romanos hasta ser vencido en el 139 a.C.
También fue destacable la feroz resistencia a la conquista que presentaron
algunas ciudades; el mejor ejemplo fue Numancia, cuyo asedio duró
prácticamente diez años hasta ser tomada en el 133 a.C. tras el suicidio
colectivo de muchos de sus defensores.
El
resultado de estas guerras fue que casi toda la Península quedó bajo dominio
romano. Solamente la cornisa cantábrica más occidental, de escaso interés
estratégico y económico, se resistió.
Paralelamente
Hispania fue escenario también de las guerras civiles que afectaron a Roma
durante el siglo I a.C.
Ø Sometimiento de los pueblos de la
cornisa cantábrica (31-19 a.C.)
El
sometimiento de la cornisa cantábrica se inició con las guerras cántabras (29
a.C.), que acabaron con el control más o menos efectivo de cántabros, astures y
galaicos por el emperador Augusto.
De
esta forma toda la península Ibérica quedaba integrada en el Imperio romano, al
que perteneció durante casi cinco siglos más. En este tiempo, la impronta de la
civilización romana fue poco a poco dominando todos los aspectos de la vida
cotidiana de los pobladores hispanos y su historia se integró plenamente en las
vicisitudes del Imperio romano. Los hispanos se sentían miembros del mundo
romano y no pueblos ocupados.
1.2.
Factores
del proceso de la romanización (Romanización)
Introducción.La romanización es el proceso de
transformación gradual de los pueblos prerromanos que habitaban en la Península,
en ciudadanos del Imperio Romano. Este proceso consistió en la asimilación
de sus costumbres, organización política, jurídica, social y, muy
especialmente, la lengua (el latín).Todo este proceso de asimilación se vio
favorecido por la integración de Hispania en el sistema económico del imperio y
la cohesión territorial. Además fue destacable el papel del ejército como medio
de integración de los indígenas y, como elemento fundamental, la extensión de
la ciudadanía romana por el emperador Caracalla a todos los hombres libres en
el 212 d.C. Todo este sistema llegará a su fin a partir del siglo III d.C., que
iniciará un periodo de declive dentro del Imperio romano, que durará más de dos
siglos y que pondrá las bases de un sistema de poder más atomizado, lo que
conocemos como Edad Media. A continuación hacemos un recorrido por cada uno de
los aspectos que más contribuyeron a la romanización de la península Ibérica.
Ø Organización
político-administrativa
Antes de que toda la Península estuviese
conquistada militarmente, los romanos comenzaron a aplicar sus criterios de
organización administrativa y delimitación política del territorio. Como
consecuencia de esta política, el espacio hispánico fue dividido en diversas
circunscripciones para su mejor administración y control. Estas
circunscripciones fueron las provincias. Cada una de ellas estaba
dirigida por un pretor asesorado por elConsilium. Se subdividían en conventos
jurídicos como centros judiciales. Para la cuestión hacendística estaba
el cuestor,
que elaboraba el censo que controlaba los impuestos.
Había dos tipos de provincias: senatoriales
(controladas por el Senado romano) o imperiales (controladas por el
emperador). Su número fue evolucionando a lo largo de la dominación romana.
Inicialmente fueron dos provincias:
§
la Citerior (la zona más cercana a Roma –costa mediterránea y
valle del Ebro–)
§
la Ulterior
(la zona más lejana a Roma –valle del Guadalquivir y parte occidental de la
Península–)
Tras la dominación de todo el territorio, en
la época de Augusto (27 a.C.) se crearon tres provincias: Bética, con capital en
Corduba; Lusitania, con capital en Emerita Augusta, y Tarraconense,
con capital en Tarraco. Posteriormente, en el siglo IV d.C. se subdividió en
cinco provincias: Tarraconense, Cartaginense, Bética, Lusitania
y Galecia.
Aún se añadieron dos posteriormente, la Baleárica y la Mauritana-Tingitana.
Ø Vías de comunicación
Con el objeto de controlar su amplio
territorio, Roma se dotó de una excelente red de comunicaciones. En Hispania
las vías principales eran la vía Augusta (conectaba la franja
mediterránea con Roma), la vía de la Plata (unía Hispalis con
Emerita Augusta y Asturica Augusta) y la vía Transversal (unía Emerita
Augusta con Cesaraugusta atravesando toda la Meseta). Estas calzadas se
convirtieron en ejes comerciales, pues enlazaban zonas y ciudades del interior
entre sí y de éstas con los puertos. Numerosos puentes de la época permitían
salvar los obstáculos naturales por donde transcurrían las carreteras romanas.
Ø La ciudad
En el mundo romano las ciudades se
convirtieron no sólo en centros político-administrativos, sino también económicos,
sociales, culturales, etc. Se revitalizaron las ciudades fundadas por los
colonizadores y los indígenas, y nacieron otras nuevas. Pero no todas poseían
el mismo status. Podemos distinguir varios tipos de ciudades:
§
Colonias: son fundaciones romanas a imagen de la Urbe
como Barcino, Tarraco, Emerita Augusta, Cesaraugusta, Bilbilis, Hispalis, Italica.
Muy populosas algunas, en ellas se elevaban multitud de edificios
administrativos, teatros, coliseos, acueductos y otros de utilidad pública.
Entre las ciudades indígenas podemos
distinguir entre:
§
Ciudades
estipendiarias: tomadas por la
fuerza, por ello estaban obligadas a pagar un estipendio o tributo, y sometidas
fuertemente al pretor, máxima autoridad romana.
§
Federadas: conservaban sus derechos, pero estaban
obligadas a prestar auxilio a Roma y facilitar víveres para el ejército.
Ø Organización económica.-
El aumento de la producción agrícola y del
comercio redundó en un crecimiento de la población peninsular (7 millones de
habitantes). La tierra era símbolo de prestigio y riqueza. Se crearon grandes
latifundiosen manos de la aristocracia senatorial y se repartieron
tierras entre colonos (antiguos soldados, por lo común, de origen italiano), lo
que supuso un crecimiento de la producción agrícola (basada en la triada
mediterránea: trigo, vid y olivo). Aumentaron los regadíos (canales de Murcia y
de Valencia), utillaje agrícola más moderno, nuevas técnicas de cultivo
(abonos, rotaciones). Hispania se convirtió en colonia comercial respecto a la
metrópoli y exportaba al resto del Imperio vinos, aceite de oliva, minerales y
esclavos. A cambio, importaba productos manufacturados: cerámica, tejidos y
objetos de lujo. Las ricas minas peninsulares pasaron a
propiedad del estado, entre ellas destacaban las del oro del Noroeste, plomo de
Sierra Morena, plata y cobre de Cartagena, cobre de Riotinto y mercurio de
Almadén.
Ø Organización social
El Imperio romano era una sociedad esclavista
muy jerarquizada y con distintos grados de derechos políticos y jurídicos.
Entre la población libre encontramos:
§
el orden
senatorial, que eran ciudadanos romanos dueños de grandes latifundios y
muy ricos.
§
el orden
ecuestreo caballeros, procedentes en su mayoría de las aristocracias de
los pueblos sometidos y que controlaban los cargos políticos locales y
provinciales. Tenían propiedades de tamaño medio o eran comerciantes y
manufactureros.
§
la plebe,
que era el grupo más bajo de los hombres libres y estaba formado por pequeños
propietarios agrícolas, artesanos y trabajadores libres.
Después encontramos a los esclavos, que estaban por
debajo de todos los demás, puesto que no tenían derechos ni eran libres.
Procedían en su mayoría de los ejércitos vencidos por Roma.
No obstante, siendo libres, no todos poseían
los mismos derechos. Hay ciudadanos romanos, latinos y súbditos
del Imperio. Conforme avanza el tiempo, tienden a unificarse, culminando este
proceso por la Constitutio antoniniana
(Caracalla, 212 d.C.), que concede la ciudadanía romana a todos los habitantes
libres del Imperio.
Ø Asimilación de la cultura romana
La dominación romana de Hispania supuso que su
cultura, sus costumbres, sus leyes y su religión se impusieran sobre los
pueblos autóctonos.
El latín y su uso se extendió por todo
el territorio, pero especialmente en las zonas meridional y mediterránea. Su
difusión le permitió imponerse sobre las lenguas autóctonas que, no obstante,
no desaparecieron totalmente. De él derivarían nuestras lenguas, y sólo el
vasco, atrincherado tras las montañas del norte, pudo pervivir como lengua no
romance. Algunos relevantes autores latinos fueron de origen hispano: Mela
(geógrafo), Séneca (filósofo) o Lucano (historiador).
El uso del derecho romano se
extendió por toda la Península. Su empleo no solamente regulaba las relaciones
privadas, sino también las instituciones políticas y su funcionamiento. Sirvió
para cohesionar la sociedad y difundir los principios de justicia y convivencia.
Todavía hoy es uno de los fundamentos del derecho occidental.
La dominación romana impuso también las creencias
religiosas propias del Imperio romano. Se respetaron las creencias
locales pero era obligado el culto al emperador y a los tres dioses de Roma:
Júpiter, Juno y Minerva (la Triada Capitolina). Más tarde, a partir del siglo
III d.C., se difundió también el cristianismo en Hispania. En un principio los
cultos cristianos fueron perseguidos porque sus fieles se negaban a adorar a
los dioses romanos y, sobre todo, a dar culto al emperador. Pero el Edicto de
Milán (313 d.C.) decretó la libertad religiosa y reconoció legalmente el
cristianismo, que pasó a convertirse en la iglesia oficial del Estado con el
emperador Teodosio I en el año 380.
También podemos
observar restos del dominio romano en infinidad de obras públicas, como los
acueductos (Segovia), las murallas (Lugo), los puentes (Alcántara), los teatros
(Mérida, Sagunto, Cartagena), los anfiteatros (Itálica), los monumentos
funerarios (Torre de los Escipiones), los arcos de triunfo (Bará, Medinaceli) o
los templos (de Diana en Mérida).
Ø La crisis del siglo III
Durante el siglo III el Imperio Romano entra
en un periodo de crisis en todos los ámbitos debido a la dificultad de
administrar territorios tan amplios. Los elementos que caracterizaron esta
crisis fueron: debilitamiento del poder imperial (emperadores militares), con
la consiguiente autonomía de los gobernadores provinciales, revueltas
campesinas, guerras civiles localizadas, presión de los pueblos bárbaros, etc.
Las causas
políticas y militares pueden mostrarse a través de la acción de Diocleciano,
que intentó atajar la crisis mediante una nueva división
territorial-administrativa, pero el enorme peso impositivo del estado llevó a
los grandes propietarios rurales a huir a sus villas (Ruralismo). Las ciudades
comenzaron a decaer y, debido a la inseguridad reinante, el pueblo buscó la
protección de esos terratenientes a cambio de entregarles sus tierras y
trabajo. Es el sistema de colonato, antecedente del feudalismo. Esta
ruralización atentaba contra las bases del Imperio y de todo el sistema
esclavista que lo caracterizó (los esclavos ya no son rentables y el
Cristianismo además critica su existencia). Paralelamente a este proceso, los pueblos
germanos (bárbaros) van infiltrándose en el territorio imperial,
pacíficamente unas veces (como federados de Roma) o de forma violenta.
Entre las causas económicas es destacable la
escasez de mano de obra esclava como consecuencia de la finalización de las
guerras de conquista. Paralelamente, las incursiones de los pueblos bárbaros
cortaron las relaciones comerciales. Las ciudades se resintieron y comenzaron a
despoblarse.
Como conclusión podemos decir que
la conjunción de todos estos factores minaron la cohesión y fortaleza del mundo
romano, que se había conseguido a través del proceso de romanización. La
consecuencia de esta situación fue un imperio atomizado sin una autoridad
central fuerte capaz de mantener la unidad y de defender las fronteras. Estamos
asistiendo al final de una época histórica de desarrollo y crecimiento, en
donde la península Ibérica participó a través de la asimilación de las
costumbres romanas. Comienza ahora una etapa involutiva de la historia de
hombre, caracterizada por un retroceso en todos los campos, dominados por el
secretismo de la religión y el abandono de estructuras de gobierno complejas.
La Edad Media sienta sus bases en el declive del mundo romano e inicia un
conjunto de cambios que afectarán al territorio de la Hispania romana.
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