SEXENIO
DEMOCRÁTICO: primeros intentos democratizadores
INTRODUCCIÓN:
El
Sexenio revolucionario es el periodo comprendido entre el destronamiento de
Isabel II, en septiembre de 1868 y la restauración de la monarquía borbónica en
1874. Comenzó con el triunfo de la revolución de septiembre de 1868 ,
revistiendo ésta un carácter social y democratizador que se plasmó en el
sufragio universal recogido en la constitución de 1869. Fue un período conflictivo (social, político
y bélico – guerra de Cuba y guerra carlista) por lo que supuso el fracaso tanto
de la monarquía constitucional de Amadeo de Saboya y de la primera experiencia republicana en
España.
Desarrollo:
Entre las causas que impulsan la revolución de 1868 podemos destacar la
crisis económica, la problemática social marcada por la conflictividad laboral
tanto en zonas rurales (jornaleros), como en industriales (precarias condiciones
laborales de los obreros), el creciente descontento de militares, intelectuales
y políticos por el funcionamiento del sistema político liberal de Isabel II,
quien al relegar a progresistas y demás opciones políticas no moderadas de toda
posibilidad de gobierno, acaba favoreciendo la unión de toda la oposición
política en su contra.
Revolución: los progresistas,
liderados por el general Prim, firmaron el Pacto
de Ostende (1866) con unionistas y demócratas con el
objetivo de derrocar a la reina Isabel II e implantar el sufragio universal. La
crisis económica y el descontento político contra los moderados desencadenaron
la revolución. En septiembre de 1868 el unionista almirante Topete se pronunció en
Cádiz junto a Prim y el general Serrano, al frente de la Unión Liberal
desde 1867. La sublevación fue apoyada
por las Juntas
revolucionarias que se organizaron en las grandes
ciudades, la mayoría dirigidas por los demócratas, partidarios del sufragio
universal, amplias libertades (de culto, de asociación etc.) y la supresión de
los odiados consumos y de las quintas. La revolución de 1868,
llamada Gloriosa,
triunfó con rapidez en el país ya que sólo se opusieron algunos moderados que
formaban la camarilla de la reina. Derrotados éstos en la batalla de Alcolea,
la reina Isabel II perdió el trono y se exilió a Francia. Se inicia así el Sexenio
Democrático (1868-74) que pasará por varias
etapas.
Gobierno Provisional (1868-1871):
Tras la revolución se formó un Gobierno Provisional presidido por el general Serrano y compuesto por unionistas y progresistas,
con Prim al frente del Ministerio de la
Guerra. El nuevo gobierno convocó elecciones
a Cortes Constituyentes por sufragio universal, que fueron ganadas por los progresistas. Las
Juntas revolucionarias fueron disueltas y los demócratas se escindieron en dos
facciones: los dispuestos a colaborar con el Gobierno (fuera monarquía o
república) y los que querían una república federal. El Gobierno Provisional
eliminó los consumos como deseaban las clases populares pero no las quintas.
Al año siguiente se aprobó
la Constitución de
1869, cuyas principales características eran: la Soberanía
nacional y la
elección de la monarquía democrática como la forma de Estado,
recortando las atribuciones reales, aún decisivas (disolver las Cortes, libre
designación de ministros). Además:
-
Se establecía la división de poderes: el legislativo residía
en las Cortes
bicamerales (Senado
y Congreso); el ejecutivo quedaba en manos del Consejo de
Ministros y el judicial lo
ejercían los tribunales de justicia. Como novedad se creó el jurado popular.
-
Amplia declaración de derechos (libertad
de cultos, de imprenta, de enseñanza
etc., reconociéndose por primera vez los de asociación y reunión)
-
El Estado se organizaba de
forma descentralizada: los ayuntamientos tenían
alcaldes elegidos por los vecinos.
En resumen, era la primera Constitución democrática en España,
inspirada en la de 1812, que recogía los principios progresistas de la
Revolución Gloriosa.
Regencia
de Serrano:
Una vez aprobada la Constitución, se inició la Regencia de
Serrano y Prim fue nombrado jefe de
gobierno. Como se establecía la monarquía y nadie quería a los Borbones, hubo que buscar un rey. No
resultó fácil. El elegido por las Cortes fue Amadeo de Saboya, candidato de
Prim. Los problemas económicos seguían agobiando las finanzas. El ministro de Hacienda,
Figuerola, tomó importantes medidas: estableció la peseta como moneda, promulgó
la Ley de Minas, que permitía su venta a empresas privadas- por lo general
extranjeras- y rebajó los aranceles aduaneros para facilitar el
librecambismo (arancel Figuerola), aunque no hizo una reforma fiscal.
La monarquía democrática de Amadeo
I (enero 1871- febrero 1873)
El mismo día en que el joven rey desembarcaba en
Cartagena, Prim fue asesinado. La
monarquía democrática no llegó a consolidarse porque Amadeo, pese a su buena
voluntad, se encontró con muchos problemas. Carlistas y monárquicos
alfonsinos eran enemigos suyos,
así como los republicanos. No contaba con apoyos sociales y sí con la
oposición de la aristocracia y de la Iglesia. Los progresistas por otra parte
estaban divididos entre constitucionalistas de Sagasta y radicales de
Ruiz Zorrilla. Las disensiones con unionistas y demócratas eran cada
vez mayores, lo que originaba una gran
inestabilidad política. Para agravar la situación estallaron dos guerras: la 3ª carlista y en Cuba.
Amadeo, cansado e impotente, abdicó.
Fracasada la monarquía, ante la ausencia de otro
candidato monárquico aceptable y tras una votación en Cortes, fue
proclamada la Primera República (11 de Febrero de 1873). En las elecciones de mayo los
republicanos obtuvieron el 90% de los votos, pero hubo gran abstención.
La República tuvo muchos
problemas. Los republicanos, en su mayoría intelectuales y clases medias
reformistas, no tenían apenas apoyo social y además estaban divididos en federales – con Pi
y Margall al frente, partidarios de un Estado
federal descentralizado - y centralistas, a la vez que
los intransigentes promovían
la violencia para alcanzar reivindicaciones sociales. Hubo una enorme inestabilidad política, sucediéndose en menos de un año
cuatro presidentes (Figueras, Pi y
Margall, Salmerón y Castelar). Pi y Margall
elaboró un proyecto de constitución (1873) que defendía la República como forma
de Estado, el federalismo y la separación de Iglesia y Estado, así como más
amplias libertades y derechos ciudadanos, pero no llegó a entrar en vigor. Los
republicanos tomaron medidas radicales, como la supresión de los consumos y
quintas y de la esclavitud en las islas de Cuba y Puerto Rico, entre otras.
La agitación social era continua. Los
campesinos andaluces ocuparon tierras y los obreros organizaron una huelga
general en Alcoy. Seguían las guerras en Cuba y la Tercera Carlista y por
último estalló un movimiento insurreccional promovido por los federales
intransigentes: el Cantonalismo. En Levante,
Murcia y Andalucía se proclamaron cantones independientes y soberanos Cádiz,
Algeciras, Málaga, Granada, Castellón y muchos otros. El cantón más importante
fue el de Cartagena. Pi y Margall dimitió, incapaz de controlar la situación
sin traicionar sus principios antimilitaristas. Salmerón recurrió al ejército, que sometió a los cantones. Sólo
Cartagena resistió hasta enero de 1874, gracias al apoyo de los marinos.
Tras el cantonalismo, la República
federal giró a la derecha y se volvió centralista con Castelar, quién gobernó de forma
autoritaria disolviendo las Cortes. Los republicanos federales le forzaron a
dimitir. El 3 de enero de 1874, el general
Pavía irrumpió en el Congreso y lo disolvió, acabando la Primera República. El golpe de Estado estableció
un gobierno autoritario presidido por el general Serrano, quién suspendió la Constitución
y los derechos. Cánovas del Castillo,
líder del partido alfonsino, preparó la vuelta de los Borbones (manifiesto de Sandhurst)
en la persona de Alfonso , hijo de Isabel II. El general Martínez
Campos se pronunció en Sagunto (diciembre de 1874) y Alfonso XII fue declarado
rey, comenzando el periodo de la Restauración.
CONCLUSIÓN: Los seis años que abarcan el Sexenio fueron un supuesto
intento de democratizar la vida política y social de España, intento
protagonizado por parte del pueblo y de la clase intelectual pues la clase
política no está dispuesta a llevar adelante dichos cambios. Razón por lo
que muchos historiadores en la actualidad habla de la “revolución falseada”,
pues los intentos de auténticos cambios, impulsados por los republicanos y las
juntas revolucionarias, fueron bloqueados por moderados y progresistas y un
ejército cada vez más cerca de la restauración de los Borbones. Así, los mismos
sectores sociales y políticos que impulsaron la Revolución fueron los que
propiciaron la Restauración, cuyo sistema político, diseñado por Cánovas del
Castillo, fue un régimen monárquico conservador y católico, que
defendía el orden social, pero que garantizaría el funcionamiento del sistema
político liberal que se extendería desde 1876-1931.
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